DESAFORISMOS III
Quien ama a una persona ama a la humanidad entera. Pero no logramos dar ese salto porque nos falta la imaginación suficiente. Vemos obstáculos en los otros allí donde deberíamos ver puentes. En vez de cruzar los puentes nos estrellamos contra los obstáculos. (más…)
Coqueteo
Lo estaba pidiendo A.C.
Coqueteo
Los ojos profundos,
el gesto maduro.
La sombra de una sonrisa
que no llega a nacer.
Una respiración, pausada,
en la que quiero ver anhelo.
Un sí, imperceptible…
O un no… ¡Tan suave!
… por capricho…
Una mano firme
que toma la mía
en un gesto imprevisto…
Dos manos suaves
que tantean mi brazo.
Unos ojos, vivos, que
recorren inquietos mi cara
y vuelven a mis ojos.
El perfume terrible
de un aliento de mujer.
La suavidad…
de un beso leve…
Y, de pronto, siento
como toda tu piel
besa a mi piel,
como tu cuerpo
desea a mi cuerpo…
¡Por un segundo!
Y después…
Ni la cabeza en mi hombro,
ni el leve peso en mi brazo.
Me queda el ruido de tu respiración
y un olor lejano
que quisiera retener.
Los ojos profundos.
El gesto maduro.
La sombra de una sonrisa
que no llega a nacer.
Una respiración, pausada,
en la que quisiera ver anhelo.
Un no, tan suave…
¿Por capricho?
¡Para enloquecer!
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eros, philia, ágape, ¿caritas?
Inserto a continuación un apunte sobre eros que hice en el 2006. No es el sitio más apropiado, pero lo hago con la intencioón de que los tertulianos del «Comercial» que deseen leerlo puedan hacerlo. Es bastante «académico» y no se si «bueno» o útil… pero no tengo otra cosa sobre el tema: Perdón. Además no puedo cortar el texto por alguna misteriosa circustancia.
El mundo como tarea: alcanzar la Belleza
Enrique Gippini
Hubo un hombre llamado Heráclito de Éfeso, nacido probablemente 540 años antes de nuestra era que ya había determinado que todo está compuesto por opuestos en guerra:
«Conviene saber que la guerra es común a todas las cosas y […] todas las cosas sobreviven por la discordia y la necesidad«. (Fragmento 211 Kirk- Raven pag. 282)
Debo confesar que este planteamiento, el de «la guerra es el padre y el rey de todas las cosas» (F. 212), durante mucho tiempo, me hizo relegar al bueno de Heráclito, colocarlo en el apartado de los apocalípticos, con su «pur» a cuestas.
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