Mes: abril 2010

POETAS 50. Jorge Luis Borges IV (El universo según Borges)

 Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986). Escritor de ensayos breves, cuentos y poemas. Para Borges, el valor de la poesía reside en la emoción: «Uno escribe no sólo por medio de las palabras, sino a pesar de las palabras» A diferencia de otros poetas, Borges no concibía la poesía ni como un juego verbal (Gerardo Diego), ni como un producto de la inteligencia (E. A. Poe). Coincidía con Stevenson en que la cualidad principal que debía poseer un escritor era la cualidad ética. Resumía esta ética en la lealtad hacia lo que uno se ha propuesto. De todos los poemas que había escrito, su preferido era el titulado «Límites» que «corresponde con una experiencia que todo el mundo ha tenido y que quizás algunos poetas no la hayan expresado: el hecho de que cuando uno llega a cierta edad ejecuta muchos actos por última vez» En 1955 tienen lugar dos de los hechos más significativos de su biografia. Es el año en que es nombrado director de la Biblioteca Nacional, y el año en que se queda ciego. Inspirado, probablemente, por esta experiencia, escribe «límites» -publicado aquí en la anterior entrega-. «Ya era un hombre viejo, dice Borges, y mirando la biblioteca pensé: cuántos libros hay aquí que he leído y no volveré a leer». Se convierte entonces en el centro de un orbe de casi un millón de libros de los que apenas logra descifrar los lomos y las carátulas. No obstante, es a partir de este momento cuando se dedica con intensidad a escribir poesía y aprender lenguas extranjeras. «Ser ciego tiene sus ventajas. Yo le debo a la sombra algunos dones: le debo el anglosajón, mi escaso conocimiento del islandés, el goce de tantas líneas, de tantos versos, de tantos poemas». Su editor le propuso, entonces, publicar un libro si le entregaba 30 poemas por años: «Treinta poemas significan una disciplina, sobre todo cuando tienes que dictar cada línea; pero, al mismo tiempo, la suficiente libertad, ya que es imposible que en un año no le ocurran a uno treinta ocasiones de poesía». «Todo lo que he escrito, resumió Borges en una entrevista, se refiere a esas dos perplejidades que son la misma, la del tiempo y la de la identidad personal, la realidad del yo». Respecto a aquella primera perplejidad, en alguna ocasión Borges confesó haber tenido dos veces la experiencia de vivir fuera del tiempo. En Palermo y en los puentes de la Constitución… «Una mujer me había dejado… -refiere en una entrevista-. Y de golpe estaba pensando en eso, y de pronto me vi así, en tercera persona, y sentí: «qué puede importarme lo que le pasa a Borges, si yo soy Otra cosa; lo que me ha pasado es meramente circunstancial». Ahora, yo no sé cuánto «tiempo» duró ese estado; pero yo me sentí, no sé si feliz, como sereno, como arrebatado así de todo. Y he tratado de decirlo, una vez en un poema y otra vez en prosa, pero no sé si he logrado comunicar esa sensación».

*****

A QUIEN ESTÁ LEYÉNDOME

Eres invulnerable. ¿No te han dado
los números que rigen tu destino
certidumbre de polvo? ¿No es acaso
tu irreversible tiempo el de aquel río
en cuyo espejo Heráclito vio el símbolo
de su fugacidad? Te espera el mármol
que no leerás. En él ya están escritos
la fecha, la ciudad y el epitafio.
Sueños del tiempo son también los otros,
no firme bronce ni acendrado oro;
el universo es, como tú, Proteo.
Sombra, irás a la sombra que te aguarda
fatal en el confín de tu jornada;
piensa que de algún modo ya estás muerto.

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POETAS 52. Epístola moral a Fabio (Andrés Fernández de Andrada)

Sevilla 1575-Mexico 1648.

Fue capitán del ejército español y murió en México, ignorado y pobre. Durante mucho tiempo este poema fue anónimo o atribuido a otros poetas, hasta que en 1875 Adolfo de Castro se lo atribuyó a De Andrada, atribución posteriormente corroborada por los estudios llevados a cabo por Dámaso Alonso. El destinatario del poema en tercetos encadenados fue el corregidor de la ciudad de México Alonso Tello de Guzmán, deseoso de pretender cargos en la Corte.

María Zambrano en «Pensamiento y Poesía de la vida española» comenta sobre el poema: «Coherente, continuo y perfecto, corre su pensamiento desde el primer verso hasta el último; diríase que hasta su estoicismo es más consciente; el único nombre que cita es Epicteto. Y nada, ningún rastro cristiano se le entremezcla. Y es que la Epistola moral es ya un tratado, un pequeño tratado filósofico en que la moral se hace poética.  (…)  Como pensamiento es de lo más sistemático que el español ha producido. Pocos pensamientos tan coherentes, trabados y completos, pocos tratados de filosofía como esta Epístola moral. Diríase que la capacidad de abstracción de la mente española ha dado aquí su medida; más allá no puede».

Borges, en su poema de los dones, celebra el poema con estas palabras «Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral/ y cuyo nombre, como el hubiera preferido, ignoramos.

Fabio, las esperanzas cortesanas
prisiones son do el ambicioso muere
y donde al más astuto nacen canas.

El que las limare o las rompiere
ni el nombre de varón ha merecido,
ni subir al honor que pretendiere.

El ánimo plebeyo y abatido
elija, en sus intentos temeroso,
primero estar suspenso que caído;

que el corazón entero y generoso
al caso adverso inclinará la frente
antes que la rodilla al poderoso.

Más triunfos, más coronas dio al prudente
que supo retirarse, la fortuna,
que al que esperó obstinada y locamente.

Esta invasión terribe e importuna
de contrario sucesos nos espera
desde el primer sollozo de la cuna. (más…)

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POETAS 50. Jorge Luis Borges III (Las Cosas)

 Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986). Escritor de ensayos breves, cuentos y poemas. Para Borges, el valor de la poesía reside en la emoción: «Uno escribe no sólo por medio de las palabras, sino a pesar de las palabras» A diferencia de otros poetas, Borges no concibía la poesía ni como un juego verbal (Gerardo Diego), ni como un producto de la inteligencia (E. A. Poe). Coincidía con Stevenson en que la cualidad principal que debía poseer un escritor era la cualidad ética. Resumía esta ética en la lealtad hacia lo que uno se ha propuesto. De todos los poemas que había escrito, su preferido era el titulado «Límites» que «corresponde con una experiencia que todo el mundo ha tenido y que quizás algunos poetas no la hayan expresado: el hecho de que cuando uno llega a cierta edad ejecuta muchos actos por última vez» En 1955 tienen lugar dos de los hechos más significativos de su biografia. Es el año en que es nombrado director de la Biblioteca Nacional, y el año en que se queda ciego. Inspirado, probablemente, por esta experiencia, escribe «límites» -publicado aquí en la anterior entrega-. «Ya era un hombre viejo, dice Borges, y mirando la biblioteca pensé: cuántos libros hay aquí que he leído y no volveré a leer». Se convierte entonces en el centro de un orbe de casi un millón de libros de los que apenas logra descifrar los lomos y las carátulas. No obstante, es a partir de este momento cuando se dedica con intensidad a escribir poesía y aprender lenguas extranjeras. «Ser ciego tiene sus ventajas. Yo le debo a la sombra algunos dones: le debo el anglosajón, mi escaso conocimiento del islandés, el goce de tantas líneas, de tantos versos, de tantos poemas». Su editor le propuso, entonces, publicar un libro si le entregaba 30 poemas por años: «Treinta poemas significan una disciplina, sobre todo cuando tienes que dictar cada línea; pero, al mismo tiempo, la suficiente libertad, ya que es imposible que en un año no le ocurran a uno treinta ocasiones de poesía». «Todo lo que he escrito, resumió Borges en una entrevista, se refiere a esas dos perplejidades que son la misma, la del tiempo y la de la identidad personal, la realidad del yo». Respecto a aquella primera perplejidad, en alguna ocasión Borges confesó haber tenido dos veces la experiencia de vivir fuera del tiempo. En Palermo y en los puentes de la Constitución… «Una mujer me había dejado… -refiere en una entrevista-. Y de golpe estaba pensando en eso, y de pronto me vi así, en tercera persona, y sentí: «qué puede importarme lo que le pasa a Borges, si yo soy Otra cosa; lo que me ha pasado es meramente circunstancial». Ahora, yo no sé cuánto «tiempo» duró ese estado; pero yo me sentí, no sé si feliz, como sereno, como arrebatado así de todo. Y he tratado de decirlo, una vez en un poema y otra vez en prosa, pero no sé si he logrado comunicar esa sensación».

*****

LAS COSAS

El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
la ilusoria aurora. !Cuántas cosas,
limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.

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POETAS 50. Jorge Luis Borges II (Bestiario)

Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986). Escritor de ensayos breves, cuentos y poemas. Para Borges, el valor de la poesía reside en la emoción: «Uno escribe no sólo por medio de las palabras, sino a pesar de las palabras» A diferencia de otros poetas, Borges no concibía la poesía ni como un juego verbal (Gerardo Diego), ni como un producto de la inteligencia (E. A. Poe). Coincidía con Stevenson en que la cualidad principal que debía poseer un escritor era la cualidad ética. Resumía esta ética en la lealtad hacia lo que uno se ha propuesto. De todos los poemas que había escrito, su preferido era el titulado «Límites» que «corresponde con una experiencia que todo el mundo ha tenido y que quizás algunos poetas no la hayan expresado: el hecho de que cuando uno llega a cierta edad ejecuta muchos actos por última vez» En 1955 tienen lugar dos de los hechos más significativos de su biografia. Es el año en que es nombrado director de la Biblioteca Nacional, y el año en que se queda ciego. Inspirado, probablemente, por esta experiencia, escribe «límites» -publicado aquí en la anterior entrega-. «Ya era un hombre viejo, dice Borges, y mirando la biblioteca pensé: cuántos libros hay aquí que he leído y no volveré a leer». Se convierte entonces en el centro de un orbe de casi un millón de libros de los que apenas logra descifrar los lomos y las carátulas. No obstante, es a partir de este momento cuando se dedica con intensidad a escribir poesía y aprender lenguas extranjeras. «Ser ciego tiene sus ventajas. Yo le debo a la sombra algunos dones: le debo el anglosajón, mi escaso conocimiento del islandés, el goce de tantas líneas, de tantos versos, de tantos poemas». Su editor le propuso, entonces, publicar un libro si le entregaba 30 poemas por años: «Treinta poemas significan una disciplina, sobre todo cuando tienes que dictar cada línea; pero, al mismo tiempo, la suficiente libertad, ya que es imposible que en un año no le ocurran a uno treinta ocasiones de poesía». «Todo lo que he escrito, resumió Borges en una entrevista, se refiere a esas dos perplejidades que son la misma, la del tiempo y la de la identidad personal, la realidad del yo». Respecto a aquella primera perplejidad, en alguna ocasión Borges confesó haber tenido dos veces la experiencia de vivir fuera del tiempo. En Palermo y en los puentes de la Constitución… «Una mujer me había dejado… -refiere en una entrevista-. Y de golpe estaba pensando en eso, y de pronto me vi así, en tercera persona, y sentí: «qué puede importarme lo que le pasa a Borges, si yo soy Otra cosa; lo que me ha pasado es meramente circunstancial». Ahora, yo no sé cuánto «tiempo» duró ese estado; pero yo me sentí, no sé si feliz, como sereno, como arrebatado así de todo. Y he tratado de decirlo, una vez en un poema y otra vez en prosa, pero no sé si he logrado comunicar esa sensación». 

 

EL TIGRE

Iba y venía, delicado y fatal, cargado de infinita energía, del otro lado de los firmes barrotes y todos lo mirábamos. Era el tigre de esta mañana, en palermo, y el tigre del Oriente y el tigre de Blake y de Hugo y Shere Khan, y los tigres que fueron y que serán y asimismo el tigre arquetipo, ya que el individuo, en su caso es toda la especie. Pensamos que era sanguinario y hermoso. Norah, una niña, dijo: Está hecho para el amor.

*****

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POETAS 51. Raymond Carver

Raymond Carver nació en Oregon en 1938 y murió en Washington en 1988. Está considerado uno de los mejores cuentistas del siglo XX por sus libros de relatos publicados en los años 80:»De qué hablamos cuando hablamos de amor» o «¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?».  También ha sido considerado  padre del «Realismo Sucio» y asociado a la corriente minimalista. Su poesía ha sido recopilada en castellano en el libro «Todos nosotros». Durante los últimos diez años estuvo casado con la poetisa Tess Gallagher. Según palabras de ésta, «Carver lograba que lo extraordinario pareciera normal, al alcance de todos. También sabía algo esencial: la poesía no es simplemente el recipiente para los sentimientos que deseamos expresar. Es un lugar para ensancharse y ser agradecido, para hacer sitio a los acontecimientos y a las personas que llevamos en el corazón.»  Carver utiliza la escritura como un acto de descubrimiento; para ello echa mano de un lenguaje sencillo y preciso a fin de  que los detalles logren concretarse y alcancen su significado.  A menudo trata  los  poemas con el mismo tono narrativo que puede apreciarse en sus relatos. «Siempre me ha parecido -escribió Carver- que la poesía, en su efecto y en la manera en que se compone, se encuentra más cerca de un relato que el relato de una novela.»

EL PROYECTIL
A Haruki Murakami

Tomábamos té. Especulábamos educadamente
sobre las posibilidades de éxito
de mis libros en tu país. Pasamos
a hablar del dolor y de la humillación
que encuentras una y otra vez
en mis relatos. Y ese elemento
de pura suerte. Cómo se traduce todo eso
en términos de ventas.
Miré hacia una esquina de la habitación
y por un momento tuve de nuevo 16 años,
dando tumbos por la nieve
en un Dodge Sedán del 50 con cinco o seis
colegas. Enseñándoles el índice
a otros tíos, que gritaban y bombardeaban
el coche con bolas de nieve, gravilla y ramas
viejas. Dimos la vuelta acelerando a tope, gritando.
Y pensábamos dejarlo ahí.
Pero mi ventanilla estaba bajada diez centímetros.
Sólo diez centímetros. Les ladré
la última obscenidad. Y vi a aquel tipo
preparado para lanzar. Desde esta perspectiva,
hoy, imagino que la veo venir. Que la veo acelerando por el aire mientras la miro,
como aquellos soldados de principios
de siglo veían nubes de metralla
volar hacia ellos,
petrificados, incapaces de moverse,
fascinados por el pánico.
Pero no lo ví. Ya me había dado la vuelta
para reírme con mis colegas
cuando algo me golpeó de perfil,
Tan fuerte que me rompió el tímpano y cayó
en mi regazo, intacto. Una bola de hielo y nieve
bien presionada. El dolor fue inmenso.
Y la humillación.
Fue horrible cuando empecé a llorar
ante aquello tipos duros que
me decían a voces, Mala suerte. Algo insólito.
!Una de un millón!
El tío que la lanzó tenía que estar encantado
y orgulloso de sí mismo mientras le aclamaban
dándole palmadas en la espalda.

Debe de haberse secado las manos en los pantalones.
Seguro que anduvo un rato más por ahí
antes de ir a cenar a casa. Creció,
tuvo su ración de reveses y se perdió
en su propia vida, como en la mía.
Nunca volvió a pensar
en aquella tarde. ¿Por qué iba a hacerlo?
Siempre hay demasiadas cosas en qué pensar.
¿Por qué se iba a acordar de aquel estúpido coche que, patinando
calle abajo, giró en la esquina
y desapareció?
levantamos educadamente las tazas en la habitación.
Una habitación en la que durante un instante hubo algo
más.

*****

EL CORREO

sobre el escritorio, una postal de mi hijo
desde el sur de Francia. El Midi,
lo llama él. Cielos azules. Casas hermosas
con montones de begonias. Sin embargo,
está en la ruina, necesita dinero enseguida.

Junto a su postal, la carta
de mi hija en la que me dice que su compañero,
el colgado de la anfeta, está desarmando
una moto en el cuarto de estar.
Sobreviven a base de gachas de avena,
ella y los niños. Por el amor de Dios,
debería dejarse ayudar.

Y está la carta de mi madre,
que está enferma y perdiendo el juicio.
Me dice que no se quedará aquí
mucho tiempo. ¿No le podría ayudar
en este último traslado? ¿No podría pagarle
una casa propia?

Salgo. Pienso dar un paseo
hasta el cementerio en busca de consuelo.
Pero el cielo está revuelto.
Las nubes, enormes e hinchadas de oscuridad,
a punto de estallar.

Entonces se acerca el cartero
por el camino de entrada. Su cara
es de reptil, brillante y contraída.
Echa la mano atrás, !como para golpear!
Es el correo.

*****

MADRE

Mi madre me llama para felicitarme la Navidad.
Y para decirme que si sigue nevando
piensa matarse. Quisiera decirle
que no soy yo mismo esta mañana, por favor,
dame un respiro. Puede que necesite un psiquiatra
otra vez. El que siempre me hace las preguntas
adecuadas: «Pero, ¿qué siente realmente
En vez de eso, le cuento que una de nuestras claraboyas
tiene goteras. Mientras hablo, la nieve
se funde en el sofá. He empezado a tomar All Bran
así que no necesita preocuparse más
por si tengo cáncer y se le acaba
la fuente de dinero.
No me escucha. Luego me informa
de que va a dejar este maldito lugar. Como sea. Sólo quiere
volver a verlo, o a mí, desde el ataúd.
De repente, le pregunto si recuerda aquella vez
que papá estaba borracho como una cuba
y le cortó el rabo al cachorro Labrador.
Seguí un rato hablándole
de aquellos días. Ella escucha, esperando su turno.
Sigue nevando. Nieva y nieva
cuando cuelgo el teléfono. Los árboles y los tejados
están cubiertos. ¿Cómo podría hablar de esto?
¿Cómo puedo explicar lo que siento?

*****

TERMÓPILAS

De vuelta al hotel, al contemplar cómo se suelta y cepilla
su pelo castaño frente a la ventana, perdida en sus propios
pensamientos,
con la mirada en otra parte, me acuerdo por algún motivo
de aquellos
lacedemonios sobre los que escribió Heródoto, cuyo deber
era defender las Puertas ante el ejército persa. Y
las defendieron. Durante cuatro días. Antes, sin embargo,
ante la incredulidad del propio Jerjes, los soldado griegos
se sentaron despreocupadamente por fuera del muro
de troncos cortados, las armas apiladas,
peinando y reipenando sus largos cabellos, como si se tratara
simplemente de otro día más de campaña.
Cuando jerjes quiso saber qué significaba aquella exhibición,
le dijeron Cuando estos hombres van a perder la vida
quieren que sus cabezas estén hermosas.
                  Ella posa el cepillo de mango de hueso y se acerca
aún más a la ventana y a la decreciente luz de la tarde. Algo,
un movimiento o un crujido, llega desde abajo y ha atraído
su atención. Una mirada, y se desentiende.

*****

MI MUJER

Mi mujer ha desaparecido con toda su ropa.
Se dejó dos medias de nailon y
un cepillo del pelo que encontré detrás de la cama.
Me gustaría que te fijarás
a esas medias y a los pelos negros
entre las púas del cepillo.
Tiro las medias al cubo de la basura; el cepillo
me lo quedo para usarlo. Sólo la cama
resulta extraña, no sé que hacer con ella.

*****

LAS JOVENCITAS

Olvida toda experiencia que implique ahora una mueca de dolor.
Todo lo que tenga que ver con la música de cámara.
Los museos en las tardes lluviosas de domingo, etcétera.
Los viejos maestros, todo eso.
Olvídate de las jovencitas. Trata de olvidarlas.
Las jovencitas. Y todo eso.

*****

LO QUE DIJO EL MÉDICO

Dijo que la cosa no tenía buen aspecto
dijo que lo tenía malo malo de verdad
dijo que había contado treinta y dos en un pulmón y
que dejó de contar
le dije me alegro porque no querría saber
si hay más
dijo si usted es un hombre religioso arrodíllese
en el bosque y pida ayuda
cuando llegue a la cascada
la neblina le rodeará los brazos y la cara
deténgase y trate de comprender esos momentos
yo le dije no lo soy pero trataré de empezar hoy
dijo lo siento mucho dijo
me hubiera gustado tener otras noticias que darle
dije Amén y él añadió algo
que no entendí y no sabiendo qué más hacer
y para no hacerle repetirlo
y a mí digerirlo
me quedé mirándole sin más
durante un rato y él me miraba a mí
me puse de pie de un salto y le tendí la mano al hombre
que acababa de decirme lo que nunca nadie me había dicho
puede que incluso le haya dado las gracias por costumbre.



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POETAS 50. Jorge Luis Borges I (Personas)

 Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986). Escritor de ensayos breves, cuentos y poemas. Para Borges, el valor de la poesía reside en la emoción: «Uno escribe no sólo por medio de las palabras, sino a pesar de las palabras» A diferencia de otros poetas, Borges no concibía la poesía ni como un juego verbal (Gerardo Diego), ni como un producto de la inteligencia (E. A. Poe). Coincidía con Stevenson en que la cualidad principal que debía poseer un escritor era la cualidad ética. Resumía esta ética en la lealtad hacia lo que uno se ha propuesto. De todos los poemas que había escrito, su preferido era el titulado «Límites» que «corresponde con una experiencia que todo el mundo ha tenido y que quizás algunos poetas no la hayan expresado: el hecho de que cuando uno llega a cierta edad ejecuta muchos actos por última vez» En 1955 tienen lugar dos de los hechos más significativos de su biografia. Es el año en que es nombrado director de la Biblioteca Nacional, y el año en que se queda ciego. Inspirado, probablemente, por esta experiencia, escribe «límites» -publicado aquí en la anterior entrega-. «Ya era un hombre viejo, dice Borges, y mirando la biblioteca pensé: cuántos libros hay aquí que he leído y no volveré a leer». Se convierte entonces en el centro de un orbe de casi un millón de libros de los que apenas logra descifrar los lomos y las carátulas. No obstante, es a partir de este momento cuando se dedica con intensidad a escribir poesía y aprender lenguas extranjeras. «Ser ciego tiene sus ventajas. Yo le debo a la sombra algunos dones: le debo el anglosajón, mi escaso conocimiento del islandés, el goce de tantas líneas, de tantos versos, de tantos poemas». Su editor le propuso, entonces, publicar un libro si le entregaba 30 poemas por años: «Treinta poemas significan una disciplina, sobre todo cuando tienes que dictar cada línea; pero, al mismo tiempo, la suficiente libertad, ya que es imposible que en un año no le ocurran a uno treinta ocasiones de poesía». «Todo lo que he escrito, resumió Borges en una entrevista, se refiere a esas dos perplejidades que son la misma, la del tiempo y la de la identidad personal, la realidad del yo». Respecto a aquella primera perplejidad, en alguna ocasión Borges confesó haber tenido dos veces la experiencia de vivir fuera del tiempo. En Palermo y en los puentes de la Constitución… «Una mujer me había dejado… -refiere en una entrevista-. Y de golpe estaba pensando en eso, y de pronto me vi así, en tercera persona, y sentí: «qué puede importarme lo que le pasa a Borges, si yo soy Otra cosa; lo que me ha pasado es meramente circunstancial». Ahora, yo no sé cuánto «tiempo» duró ese estado; pero yo me sentí, no sé si feliz, como sereno, como arrebatado así de todo. Y he tratado de decirlo, una vez en un poema y otra vez en prosa, pero no sé si he logrado comunicar esa sensación».

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CAMDEN, 1892

El olor del café y de los periódicos.
El domingo y su tedio. La mañana
y en la entrevista página esa vana
publicación de versos alegóricos
de un colega feliz. El hombre viejo
está postrado y blanco en su decente
habitación de pobre. Ociosamente
mira su cara en el cansado espejo.
Piensa, ya sin asombro, que esa cara
es él. La distraída mano toca
la turbia barba y la saqueada boca.
No está lejos el fin. Su voz declara:
Casi no soy, pero mis versos ritman
la vida y su esplendor. Yo fui Walt Whitman.

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POETAS 46. Walt Whitman IV (!Adiós, mi fantasía!)

 Walter Whitman nace en Long Island en 1819. Con 12 años trabaja como mensajero en el bufete de un abogado y como aprendiz en una imprenta. En 1836 entrar a trabajar en oficinas de imprenta en la ciudad de Nueva York. Posteriormente trabajará como maestro durante un par de años en unas pequeñas escuelas de Long Island. Entre 1941 y 1948  colaborará en varias publicaciones importantes de Nueva York. En 1849 dirige y edita el Brooklyn Freeman. En 1849 se convierte en miembro del partido Free-Soilers, opuesto a la propagación de la esclavitud en nuevos territorios. Entre 1851 y 1854 construye viviendas en Brooklyn. El 4 de julio de 1855  aparece la primera edición de “Hojas de Hierba”. Emerson le escribe su carta de felicitación. Al año siguiente lo visita, junto con Thoreau. Entre 1857 y 1859 queda desempleado y se dedica a llevar una vida bohemia. Entre 1863 y 1864 Whitman obtiene una empleo de tiempo parcial para el Ejército, como enfermero voluntario.También trabaja en hospitales de campaña. Su salud se debilita, vuelve a casa de su madre en Brooklyn por seis meses ,y en 1865 ingresa como empleado en la oficina del Fiscal general. En 1873 Whitman sufre un ataque de parálisis y se ve obligado a refugiarse al lado de su hermano George en Camden, Nueva jersey. Queda semiinválido el mismo año en que muere su madre. Durante 1879 Whitman visita el oeste estadounidense. En 1881 aparece la séptima edición de “Hojas de Hierba, pero al año siguiente la Sociedad para la Supresión del Vicio considera inmoral la edición y se censura su publicación. Otro ataque de parálisis postra a Whitman los últimos años de su vida. Muere en 1892, mientras preparaba la publicación de la novena edición de “Hojas de Hierba”.

Con esta entrega acaba la selección de los poemas de Walt Whitman, que datan de últimos años del poeta. La traducción de todos los poemas que se han recogido en las cuatro entregas se le debe a Francisco Alexander.

*****

AÑOS INESTABLES

Años inestables que me arrojáis yo no sé adónde,
Vuestros planes, vuestra política, fracasan; los trazos se desvanecen, las sustancias se burlan de mí y se me escapan,
Sólo el tema que yo canto, el alma grande y fuerte, no se me escapa,
Nuestro propio Ser no debe desvanecerse jamás -el es la sustancia primordial- él es la única cosa segura entre todas,
De la política, victorias, batallas, de la vida, ¿qué queda al fin?
Cuando los espectáculos han terminado, ¿qué es lo seguro sino nuestro propio ser?
(De «Murmullos de la muerte celestial»)

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