Mes: enero 2011

LOS DIARIOS DE TOLSTOI VII. (AMOR Y ALTRUISMO)

Los años de Tolstoi que se recorren en esta entrega están marcados por la muerte de su hijo menor Vániechka, que murió de escarlatina antes de cumplir los siete años. El 26 de febrero de 1895 escribe Tolstoi en su diario su propio telegrama de aquel suceso: “Enterramos a Vaniechka. Terrible, no, terrible no, un gran acontecimiento espiritual. Te doy las gracias, padre”. Tolstoi se tomó la muerte de su hijo como una manifestación de Dios, un acercamiento a él. En vez de ver en esta muerte un suceso doloroso, siente el júbilo que le produce la misericordia de Dios. Esta muerte no hace más que ponerle de manifiesto la mentira de la vida. Sin embargo, su mujer, Sofia Andreievna, queda sumida en un doloroso duelo, lo cual le va a generar, a la postre, una enfermedad nerviosa. Para Tolstoi, Sofia es incapaz de trascender por medio del amor esta pérdida, y lo achaca a que no consigue ver la vida de un modo religioso. Sofia iba a aliviar gran parte de su pena entregándose a la música. La admiración amorosa que va a profesar a un músico amigo de la familia, Sergei Teneiev, provoca una oleada de celos en Tolstoi, que quedan reflejados abundantemente en los diarios de esos años. El 1 de febrero de 1897, Tolstoi interrumpe una estancia en la hacienda de unos amigos para partir hacia Moscú con el objeto de evitar esta relación. Sofia Andreievna había empezado a dejar traslucir sus sentimientos, acudía a todos sus conciertos y se veían frecuentemente. Por medio de una carta escrita justo antes de su partida, recrimina a su mujer esta relación: “Es terriblemente doloroso y humillantemente vergonzoso que un hombre ajeno y superfluo y carente de interés en todos los sentidos dirija nuestra vida y envenene los últimos años o el último año de nuestra vida; es humillante y terrible tener que enterarse de cuándo y adónde va, y cuándo son sus ensayos” Tolstoi recrimina a Sofia, además, que esta historia venga quebrar un acercamiento que había comenzado poco antes de la muerte de su hijo y que se había prolongado después. Sobre estas relaciones con el músico, Sofia Andreyevna escribió en sus memorias: “Después de la muerte de mi hijo menor, Vaniechka, estaba absolutamente desesperada, tanto como sólo se puede estar una vez en la vida; por lo general una pena tan grande acaba con las personas… Pero yo sobreviví y se lo debo a un extraño incidente, a un medio curioso, a la música. Me intoxicaba de música hasta que aprendí a oírla y ya no podía vivir sin ella… Pero la música que actuaba en mí con mayor fuerza, la que mejor actuaba en mi era la de Taneiev, que fue el primero que me enseñó a través de su maravillosa manera de interpretarla, a oírla y a amarla… La personalidad de Taneiev casi no tenía nada que ver en todo este estado anímico”.Taneiev seguía visitando a Tolstoi como amigo de familia. Con él solía jugar al ajedrez y conversar sobre temas artísticos Según Selma Ancira, traductora de su diario, así como de su correspondencia, tiempo después Taneiev “acabó por sentirse tan incómodo por las atenciones de Sofia Andreyevna (tras recibir una carta que calificó de “absurda” y que destruyó) que rompió toda relación con ella”. Todavía a principios de 1897 los celos hacia Taneiev se le siguen manifestando en sueños. El 15 de enero Tolstoi escribe en su diario. “Casi no dormí en toda la noche. Me desperté porque vi en sueños el mismo agravio. Me duele el corazón. Pensé: de cualquier manera, de algo hay que morir. Si Dios no me permite morir por Su obra, tendré que morir así de estúpido y débilmente, por mí, a causa de mí mismo. Hay algo bueno y es que esto lo saca a uno fácilmente de la vida. No sólo no lo lamento, sino que tengo ganas de abandonar esta vida inmunda, humillante. Pensé, y es particularmente doloroso y desagradable, que después de haber sacrificado todo lo divino, después de haber renunciado a una vida de servicio a Dios, después de no haber distribuido mis bienes y de no haber abandonado a la familia para no destruir el amor, en vez de ese amor ahora tengo que presenciar esta humillante locura.”

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POETAS 67. Konstantino Kavafis II (Amor al Arte)

A menudo se ve a los artistas figurados que elige Kavafis para alguno de sus poemas, trabajando en su obra, puliéndola  y perfeccionándola con leves retoques, intentando cumplir con el ideal al que aspiran. La mente ha de volar de este mundo para poder captar la imagen ideal de la Belleza; ésto es así, por lo menos, en los poemas de su primera época, donde se advierte cierta huella platónica. Pero quienes logran impulsar este vuelo hacia el ideal son las imágenes eróticas que logra captar en su entorno cotidiano. A juicio de Kavafis, la vitalidad y alcance de su poesía arranca de esa vida voluptuosa y disoluta que le fue entregando el material sensible con el que más tarde construye su arte. Si el Eros es el motor del artista, la función del arte para Kavafis será dar forma a esa Belleza ideal, conseguir recrearla por medio de la memoria, volver a darle vida y consistencia. La tarea del artista no es tanto una tarea de creación como de recreación. No tiene más que despertar a la memoria y volver a traer a la vida lo que yacía muerto. El tiempo marchita la voluptuosidad de los cuerpos, pero en la memoria permanecen intactos, y en su reducto todo lo que ha perecido puede resucitar de nuevo.  Al igual que la memoria, el arte se convierte en refugio y consuelo que conjura mágicamente  los estragos del tiempo. Pero los artistas de Kavafis aspiran también a convertirse en Pigmalión. No se conforman con traer simulacros al mundo: quieren que el arte se vuelva vida, que la imitación del arte supere a la propia naturaleza, que las obras creadas contengan más vida y belleza que el original que les sirvió de modelo. Ardua tarea que obliga al artista a entregarse por completo a su arte.

HE DADO AL ARTE

              (1921)

Me siento y medito.            He dado al Arte
deseos y sensaciones-        entrevistos
rostros y líneas;                  y de deseos no cumplidos
la borrosa memoria.           Dejad que a él me entregue.
Es él quien da                      Forma a la Belleza;
contemplando la vida         con toque imperceptible,
combinando percepciones, combinando los días.

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