Mes: agosto 2011

POETAS 70. Juan Ramón Jiménez III. (La pura realidad)

A ESE 

Pintor que me has pintado en este cuadro de la vida,
tan mal que parezco casi de verdad, ven, pinta-
me nuevamente, y bien, de modo que parezca casi de mentira.
      

                                         (1912, de «La sien pensativa»)

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POETAS 82. W. B. Yeats

Willians Buttler Yeats nació en Dublín en 1865 y murió en Roquebrune cap-Martin, Francia, en 1939. A los 3 años se mudó a Londres acompañando a su padre, que deseaba probar éxito como pintor. En 1873 regresó con sus hermanos y su madre al condado Irlandés de Sligo, de gran influencia en su futura poesía y también en sus inclinaciones esotéricas, pues ya de niño se acostumbró a escuchar prolijas historias de hadas, duendes y gnomos en boca de la gente del pueblo. En 1884 comienza a estudiar pintura en la Escuela Metropolitana de Arte de Dublin y se familiariza con el mundo sobrenatural y esotérico, a la vez que comienza a escribir poesía simbolista. Con 22 años regresa a Londres y traba relación con Madame Blavatsky y su Sociedad Teosófica. Posteriormente ingresaría en la «Golden Dawn» -Orden Hermética de la Aurora Dorada- donde conocerá a Aleister Crowley. Después de varios amoríos con conocidas mujeres de ideas nacionalistas e independentistas -junto a Lady Gregory creará en 1901 el Abbey Theatre, símbolo del renacimiento teatral irlandés- se casará con la medium y estudiosa de doctrinas esotéricas Georgie Hyde-Lees, quien le va a iniciar en la escritura automática y le proporcionará la estabilidad de la que no había gozado hasta entonces. Padrino de esa boda iba a ser Ezra Pound, quien durante algunos años trabajará como su secretario y le descubrirá la literatura japonesa, algo que dejará huella en su obra teatral. Los últimos años de vida, que transcurren en compañía de Georgie recluído en una antigua torre normanda por él restaurada, son años creativos donde va a cosechar el éxito y los honores que hasta entonces no había recibido.  Funda su propia orden esotérica de ritual céltico, la «stella matutina» y escribe, al dictado de la escritura automática de su mujer -que dice relacionarse con seres extradimensionales-, una obra esotérica titulada «Visión». En 1922 se convierte en uno de los primeros senadores de la recien independizada Irlanda y un año después le es concedido el premio nobel de literatura. A juicio de Seamus Heanney, el ocultismo va a tener una gran influencia formativa en el proyecto poético de Yeats. En su retiro de la torre normanda de Thoor Ballylee, y apoyado en las dotes mediúmnicas de su mujer, va a lograr conjuntar sus viejas aspiraciones de mago y poeta. «Por primera vez unía su yo biográfico a la figura tradiconal del poeta vidente; lo que hablaba en los poemas no era tanto la voz de un yo privado como la voz del bardo.» Heanney piensa que Yeats logró al fin alcanzar su viejo sueño de experimentar lo que llamó «la gran obra del intelecto espiritual», pero su fuerza es plasmada mediante medios meramente poéticos. «El don esencia de Yeats es su habilidad para erigir un templo en el oído, para crear un espacio abovedado en el lenguaje mediante la firmeza, precisión y solidez de su forma estrófica». Pero también radica su fuerza en su capacidad para animarnos a «vivir una vida más resuelta y abundante, cualesquiera que sean las circunstancias».

PARA SER GRABADOS EN UNA PIEDRA EN THOOR BALLYLEE

Yo, William Yeats, poeta,
con tablas de molino viejas,
pizarra verdemar y forjados de Gort,
restauré esta torre para mi mujer, George;
que estos caracteres subsistan
cuando todo vuelva a ser ruina.

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POETAS 81. W.H. Auden

Wystan Hugh Auden nació en York el 21 de febrero de 1907 en el seno de un familia anglocatólica de clase media y estudió en Oxford entre 1925 y 1927, para trasladarse posteriormente a Berlin, donde residirá hasta 1928. Durante la época de Oxford asimilará la huella de Eliot y acabará influyendo desde su precocidad intelectual en poetas como Cecil Day-Lewis, Spender e Iseherwood. «Durante mis tres años de universidad lo pasé estupendamente -comentará más tarde-, hice algunos amigos para toda la vida y fui más infeliz de lo que nunca lo he sido antes o después». En carta a un amigo, llegará a cuestionarse su etapa como estudiante en Oxford : «¿Por qué hemos de emprender estudios académicos cuando lo único que deseamos es poder responder a la pregunta, «¿Quién soy?». Esta pregunta se transmutará durante la década de los años 30 en la cuestión que el mismo Auden reformularía de nuevo más tarde: «¿Cómo puedo vivir entre mis prójimos, cómo puede mi vida conjugarse con la suya, sin merma de mi ser o de mi libertad como individuo consciente?» Para Jordi Doce, las dos preguntas son, en el fondo, la misma. En el año 1937 Auden participa en la guerra civil española, alistándose  como conductor de ambulancia en el bando republicano, fruto de cuya experiencia será su célebre poema «España». En 1939 se traslada a Estados Unidos y siete años más tarde obtendrá la nacionalidad estadounidense. En 1940, Auden da un salto religioso al acusar la influencia de Kierkegaard. Durante los últimos años de su vida la dependencia del alcohol y las anfetaminas produce también sus estragos en la intensidad de su poesía. Sólo el regreso a Oxford en 1972 eleva de nuevo sus energías creativas. El 29 de septiembre de 1973 es encontrado muerto en la habitación de un hotel de la ciudad de Viena, a la que había acudido para ofrecer una lectura poética. Su influencia es notable en poetas como P. Larkin, J. Brodsky, John Ashbery, Derek Walcott, y en España recibió también la atención de poetas como Gil de Biedma (de quien se ofrece una traducción de uno de sus poemas) o José Angel Valente. Auden es, sobre todo, un poeta conceptual, renuente a trasladar su experiencia poética al corsé del lenguaje. Esta dificultad de salvar el desnivel entre experiencia y lenguaje se hace patente en su obra. A juicio de Antonio Resines, más que el elemento conceptual  -original, antitradicional y oscuro- , lo más apreciable en Auden  es «la enormidad de energía vertida en sus poemas». Para una generación enfrentada con la sociedad, Auden acabaría representando  el signo de un movimiento de rebelión. Salvo el titulado «Balada de la Bella y los soldados», traducido por Gil de Biedma, todos los poemas aquí seleccionados han sido traducidos por Jordi Doce.

ECONOMÍA

En los hambrientos treinta
los muchachos solían
vender sus cuerpos por comida.
En los ricos sesenta
todavía lo hacían:
para pagar la letra bimensual
                                     Noviembre 1964

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POETAS 80. Jaime Gil de Biedma (I)

Nació en Barcelona en 1929 en el seno de una familia burgesa. Estudió derecho en Barcelona y se licenció en la Universidad de Salamanca. Ya desde joven es introducido por su padre en el mundo empresarial a través de la Compañía de Tabacos de Filipinas, a la cuál dedicará toda su vida profesional. A pesar del ambiente burgués en el que es educado, y que dejará posteriormente impronta en su poesía, su vida se va a repartir entre los ambientes marxístas, los grupos de amigos poetas catalalanes y sus relaciones homosexuales. En 1953 parte hacia Oxford, donde conoce de primera mano a los poetas ingleses que tanto influirán en su obra posterior, como Auden o Eliot. A partir de la publicación de «Poemas postumos«, en el año 1968, Gil de Biedma deja practicamente de escribir, dedicándose únicamente a recomponer el orden de su obra y  a incorporar los escasos poemas que se le van ocurriendo en un corpus poético al que pondrá por nombre «Las personas del verbo«. A partir de entonces Biedma irá abandonando la vida literaria, y hasta su muerte, que se produce en enero de 1990, sólo romperá su silencio con la publicación de poemas inéditos en alguna revista y la exhumación de un libro de memorias titulado «Diario de un artista seriamente enfermo«. 

IDILIO EN EL CAFE

Ahora me pregunto si es que toda la vida
hemos estado aquí. Pongo, ahora mismo,
la mano ante los ojos -qué latido
de la sangre en los párpados- y el vello
inmenso se confunde, silencioso,
a la mirada. Pesan las pestañas.

No sé bien de qué hablo. ¿Quiénes son,
rostros vagos nadando como en un agua pálida,
éstos aquí sentados, con nosotros vivientes?
La tarde nos empuja a ciertos bares
o entre cansados hombres en pijama.

Ven. Salgamos fuera. La noche. Queda espacio
arriba, más arriba, mucho más que las luces
que iluminan a ráfagas tus ojos agrandados.
Queda también silencio entre nosotros,
silencio
               y este beso igual que un largo túnel.

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Ciertamente amar

Ciertamente amar

Si yo pudiera sentir lo que siente el otro,
mi enemigo, mi amor, mi amante
que no tengo…

Si yo pudiera comprender lo que muchas veces siento,
el ansia de amar sin saber, el dolor del fin,
la herida de la soledad completa…

Si yo pudiera escribir un poema
en el que se resumiera toda la vida,
esa vida que no se vive,
que pugna por escapar del tiempo.

Si mi yo pudiera ser sin tu tú,
o si fuera verdad que ya está escrito
que todos los yos y todos los tus
son uno y parte del apéiron de lo satisfecho.

O si fuera cierto que el tránsito es gozoso
como el de las cosas que son lo que deben ser,
sin albedrío,
que sin libertad ya somos
aunque el caos de las verdades nos haga parecer
que elegimos,
cuando la verdad es que fuimos elegidos.

Si todos esos subjuntivos son la esencia de mi alma
y fueran, o son, como una roca
y yo estuviera existiendo, o siendo, dentro,
mi voz se uniría a la de aquel que pide
con lamentos inefables y gritaría
que se detenga la rueda, que nada sea el saber
ni el poder ni el desear ni el vivir,
ni el recordar, ni el ser.

Que sólo quede el estar
y que nos ilumine una luz
que me haga comprender qué es ciertamente amar.

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POETAS 79. Benjamín Prado

Benjamín Prado nació en Madrid en 1961, ciudad en la que reside actualmente. En 2002 reunió su poesía completa, revisándola y organizándola en un volumen que tituló «Ecuador», con el mismo título que uno de los poemas que integran ese volumen y que ha sido incluído en esta selección. Con posterioridad va a publicar «Iceberg» en 2003 y «Marea humana» en el 2006. También es autor de ensayos (» Siete maneras de decir manzana» y de varias novelas («Nunca le des la mano a un pistolero zurdo» o «Mala gente que camina»). Actualmente dirige la revista «Cuadernos Hispanoamericanos» y mantiene su presencia en la prensa a través de artículos en el periódico «El país» o en algunas tertulias de Radio Nacional.

Marga Gil en la Isla

Es una tarde de verano. Tu hablas
de que las noches son extrañas en las islas.
Yo pienso de repente
-no sé por qué- en la casa de Marga Gil: la torre
cerca de la autopista y el desorden salvaje
del antiguo jardín abandonado.
Empiezo
a contarte esa historia,
la manera en que aún sigue dentro de mí
y tu dices:
-Como alguien que anda junto a un río y tiene
sobre su piel la sombra de los árboles.

Estamos en el año
1932 y Marga se enamora de Juan Ramón Jiménez.
Es una chica oscura. Hay un túnel que une
su corazón y el ruido de los bosques.
Un día entra en la casa.
                                           
Un día escribe
ya nada me separa de  ti, salvo la muerte.
Luego todo termina.
Casi podemos verlo: 28 de julio;
el cielo es muy azul;
puede que unas palomas escapen del jardín
al oírse el disparo.

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