Mes: agosto 2012

Vuelve III

Vuelve III

Otoño.
¡Vuelve! Recuerdo desmayado.

¡Cómo el imperativo pierde
con el tiempo
toda su fuerza y se convierte
en el más débil de los ruegos!
¡Vuelve!
Grita el paseante para sí, y sabe
que de lo ardido sólo quedan cenizas.
Barro ácido entre los dientes.
Añoranzas de felicidad
que nunca fue completa,
sino temerosa de romperse
aunque se soñara eterna.

El viento arrastra las hojas
despacio, con un crujido leve.
Dicen: ¡Vuelve!
No es el deseo de otra presencia
sino del amor completo,
indudable, inmarchitable,
sin tacha, eterno,
Imposible.
Personificado.

¡Vuelve!
Grito silente,
como el rumor de la ceniza
que quema
en los labios,
en los dientes,
que se come.
Recuerdos de besos
que se archivan como un tesoro
y que hacen sonreír triste
a la memoria
cuando el grito se convierte en pasado.

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Vuelve II

Vuelve II

Verano.
Herida abierta. Todavía recuerdo.

El paseante solitario
dice para él: – ¡Vuelve!
Como si lo gritara.
Lo repite y el peso de la ausencia
acansina sus pasos.

Al atardecer,
sentado en un banco
siente la tentación de cubrir
el rostro con la manos
y buscar en la oscuridad
de sus palmas la sombra
de un amor necesario;
pero mira al cielo
para que las lágrimas
no rueden por sus mejillas
y saborea el dolor de la distancia
que le anula:
¡Sin ti no soy nada!

Ahora sabe que la vida entera
es una traición.

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Vuelve


Vuelve I

Primavera.
Esperanza. Recuerdo.

Un paseante en soledad dice:
-¡Vuelve!
quiere creer que es posible retroceder,
que el otro vuelva para deshacer
lo hecho entre los dos,
para repetirlo sin fallos.
Y no es cierto.
Lo hecho, hecho está
y lo repetido arrastra los males
de lo original y añade los propios.
Si fuera posible volver a dar los pasos
volveríamos a hacerlo peor,
una y otra vez,
hasta llegar a comprender
que las ausencias y los fracasos
son parte necesaria del camino.
Además, el viajero que volviera,
cargado con las conchas de la ausencia,
tampoco sería el mismo.

El paseante no espera:
sabe que, al fin, cualquier camino acaba.

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Como si pudiera

¿El amor dónde está?

Como si pudiera,
como si yo tuviera un poder,
repaso los lances que la vida me impone.
Uno tras otro, así pasan los días
sin justicia.
En lo profundo, me altero y me agito
porque nada puedo hacer
para cambiar todo aquello que me disgusta.
Ni siquiera un poco.
Ni lo mínimo.
Y el problema que me asalta
crece en el instante.
O me parece que crece:
el futuro está preñado de dolor,
que llena todo, y se vuelve lo único.
Si es de día me malhumoro,
si es de noche, no duermo.

De lo más recóndito de mi yo
surge una voz que me dice:
-«No eres tentado como Job:
¿Es que no ves que estás en la frontera?
Cómo la lluvia vienen los males.
Quédate como el que oye llover.
Quédate como si pudieras.»

A mi espalda el ruido es atronador,
Miles de voces me llaman: ¡Vuélvete!
¡Olvida! ¡Carpe diem!
Húndete en la fantasía del hoy, del ahora.

Y yo me pregunto: ¿El amor dónde está?

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POETAS 100. Rûmi (I)

Yalal Ad-Din Muhammad Rûmi, también conocido como Mevalâna, que en árabe significa «nuestro señor», fue un poeta místico musulman persa y erudito religioso que nació el 30 de septiembre de 1207 en Balj, actual Afganistán, y murió en Konia, en 1273. Hijo de un notable académico en Teología, fue educado en los valores islámicos tradicionales. Rûmi se casó a los 21 años, enviudó, se volvió a casar, y tuvo de ambos matrimonios cuatro hijos. Cuando con 24 años Rûmi sucedió a su padre en el cargo, ya era un afamado experto en jurisprudencia, ley islámica y teología. La inciación en los primeros misterios del sufismo se  debe al interés mostrado por uno de los amigos de su padre, Sayyid Burjanedín, que regresó a Konia  para tutelar su aprendizaje, que incluyó una serie de peregrinajes a los centros sufís más conocidos. (A modo de aclaración, se podría sintetizar el sufismo  como una forma mística de espiritualidad dentro del islam que afirma la doctrina de la unidad absoluta del ser, según la cual ninguna existencia puede colocarse fuera de Dios. El sufí ve lo real divino en la creación; el rostro de Dios en el rostro del hombre. El sufí es, en definitiva, el que ha realizado el objetivo de ver a Dios mostrándose en todas partes, y llevando a cabo la culminación del hombre universal y perfecto que ya habita en nuestro interior). Una vez  que Rûmi se convirtió en un maestro del sufismo, creó en Konia, en 1240, un círculo de enseñanza y meditación que aglutinaba un nutrido grupo de estudiantes. De relevante importancia para la evolución mística de Rûmi fue el encuentro, cuando el poeta contaba 37 años, con Sahms E-Tabrizi, un maestro sufí que durante mucho tiempo había estado vagabundeando en busca de un conocimiento más auténtico, inquiriendo a todo aquel que se encontraba en el camino y tratando de liberarse de la ortodoxia de teólogos y académicos. Bajo la tutela y amistad de Shams, Rumi se emancipó de la atadura de las convenciones y los dogmas en los que había sido educado y abandonó sus ambiciones de teólogo y erudito por la búsqueda del ser universal. La extraña desaparición de su maestro y amigo en diciembre de 1248 -acaso asesinado por los discípulos de Rûmi, que recelaban de su ambigua influencia- llevó a Rûmi a una infructuosa búsqueda de su paradero por diversas regiones, que se prolongó por espacio de dos años. Ya de regreso a Konia creo la «sama»-literalmente: audición, escucha-, una especie de danza espiritual ejecutada por los derviches giróvagos que, a decir del especialista en sufismo Halil Barcena, es una plegaria en movimiento que utiliza la corporeidad como instrumento, un movimiento en círculo que expresa el viaje alquímico, induciendo a la transformación interior y a la apertura extática. La ausencia de su amigo y maestro produjo en Rûmi una experiencia tan intensa, que su deseo de encontrarlo se convirtió en un acicate para su propia búsqueda espiritual. La distancia que separaba el alma de Rûmi de la imagen de su admirado maestro fue salvada por medio de una laboriosa identificación. Según Reza Arasteh en su libro sobre Rûmi, éste llegó a vislumbrar la imagen de Sahms en todos los objetos naturales del cielo y de la tierra. Mediante la comprensión sufí de que la esencia de la creación es una, al lograr identificarse y fundirse con la imagen de su maestro, Rûmi logró al mismo tiempo la fusión con el resto de las criaturas, alcanzando así un elevado estado de conciencia que comenzó por su propio vaciamiento: «no ser nada es la condición necesaria para ser», escribió en cierta ocasión. En su esfuerzo por fusionarse con la figura de su  maestro, descubrió que tras cualquier imagen u objeto late la misma fuerza creativa del amor. Esta fuerza creativa que entrelaza todas las cosas del universo es lo que produce el cambio y la evolución de todo:»salvo la melodía del amor -llegó a escribir Rûmi- toda melodía que en el mundo he escuchado fue el sonido de un tambor». De esta manera, Rûmi llegó a convertirse en el poeta del amor por antonomasia. Entre sus creaciones poéticas, se pueden destacar el «Diwan-e-Shams-e-Trabriz-i», dedicada a su amigo e inspirador y compuesta por más de 40.000 versos, y el «Masnavi-ye-Manavi», considerado una especie de segundo Corán y una de las cumbres de la poesía mística de todos los tiempos.

***** 

Ven, recitémonos poemas uno a otro,
por medio del Alma,
diciendo cosas secretas par los ojos y los oídos.

Sonríamos como un jardín de rosas,
sin labios ni dientes.
Conversemos con pensamientos
sin lenguas ni labios.

Nombremos todos los secretos
del mundo, hasta el final,
sin abrir nuestra boca,
como intelecto divino.

Algunos sólo pueden comprender
escuchando y mirando a las bocas.
Mantengámonos fuera de su tienda.

Nadie habla en voz alta a sí mismo.
Ya que nosotros somos uno,
hablemos así.

¿Cómo puedes decir a tu mano «toca»?
Ya que todas las manos son una,
hablemos así.

Las manos y los pies saben lo que quiere el Alma.
Cerremos nuestra boca y hablemos con el Alma.
El alma conoce el destino, paso a paso.
Si quieres, te daré ejemplos.

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Amén

Amén. Que así sea.

Pero debiera decir: Que así es.

Billones de pensamientos simultáneos.
Todos distintos, todos lejos de la verdad
porque no hay rumbo que la alcance.
En la parte que me acoge, de esos
miles que hacen hervir mi razón,
sin un por qué, ni un cuando, ni un cómo,
un pensamiento asalta al sentimiento amigo
con un fin que ignoro: sale de mi recóndito
empujado por la vida y grita su mensaje:
¡Voluntad de vivir!
descripción ininteligible de un futuro forzoso,
que ya se ha cumplido y no deja margen
a la esperanza ni a la libertad.
Inaprensible en lo correcto
huye de toda lógica
y busca en la gramática forzada
y en la escritura rota
que quién lo vea añada su novedad
y crea que se ha acercado a la verdad.

Que así sea. Que así es.

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Música

Música

Las sensaciones son como una sonata,
de piano. O un «nocturno» quizás.
Los sentimientos como un «solo»,
de violín.
Quitad los instrumentos
y continua la pasión.

Las sensaciones recuerdan
a otras sensaciones.
La 331 es un patio de Sevilla
con cortinas de dril volando,
suave,
en la corriente de aire:
de la cancela a la azotea.
No veo a nadie,
pero mi madre, al piano, suena.
Y añoro el momento,
quiero volver y permanecer.
Y podría llorar porque las cítaras
colgadas de los sauces no cantan.

Los sentimientos surgen del interior:
se arrastra un vacío
que necesita ser llenado.
¡Qué difícil explicarlo!
Esos agudos que vibran
no son lo importante
como no lo es el quejido
sino el dolor: no oyes
pero del alma, que ahí sí está,
surge la conciencia de esa ausencia
que deforma la realidad
poco a poco.
Y quisieras que el arco
no se agotara nunca
para que cuando reencuentres lo perdido
lo halles como lo recuerdas.

Ilusión del volver a ser feliz.

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Religión

Resumen del saber más
allá de la filosofía.

-«Es lo que es»
dijo el rústico.
-«Es lo que hay»
Dijo su compañero.
-«Eso es como todo»
Terció, naturalmente, el tercero.
La realidad, la política
y la economía en tres frases.

¿Y la religión?:
Entró el cuarto, que se llamaba Blas,
en la vacía iglesia del pueblo,
se sentó en un banco
y, con la vista perdida en el techo, dijo:
-«Señor, aquí está Blas».

Eso, me explicó mi madre,
era la religión,
el resto no importaba.
Yo lo entendí:
Tenía entonces diez años.

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POETAS 99. Osip Mandelstam (Tristia y otros poemas)

Nacido en el 15 de enero de 1891 en Varsovia, cuando aún pertenecía al imperio ruso, fue un poeta de origen judio y actualmente es considerado  uno de los grandes poetas rusos del siglo XX. Junto con Gumiliov y Anna Ajmátova, de la que fuera su amante, Osip formó parte relevante del movimiento acmeista («Acmé»), palabra tomada del griego y que significa la «cima», «la perfección», «el momento de mayor intensidad». Para comprender la óptica de este movimiento, y particularmente la poesia de Mandelstam, hay que tener presente que el poeta era un judío residente en la capital de la Rusia imperial, con una religión predominantemente ortodoxa, con una estructura política bizantina y que, además, utilizaba un alfabeto ideado por dos monjes griegos. El mismo Mandelstam definió el «acmeismo», en cierta ocasión, como «nostalgia de una cultura mundial». Esta pléyade de  escritores reunidos en torno a la revista «Apolo» y a la creada editorial «Acmé», tomó del movimiento simbolista el gusto por la cultura europea y la mitología occidental, así como una determinada conciencia histórica, una dimensión ética y epistemológica de la sensibilidad poética, que se expresaba en una peculiar la forma interna y prosódica del verso. Pero se alejaba del simbolismo en su rechazo de la metafísica y del misticismo. En el principal manifiesto poético escrito por Mandelstam, el poeta reivindica, frente a los futuristas rusos encabezados por Mayakovski y Pasternak, el logos como sentido consciente de la palabra poética, y la creación del poema como una construcción verbal o una arquitectura sonora. Su compromiso se cifraba en la creación poética y en la capacidad de dar cuenta mediante la palabra poética de la realidad social e ideológica de la época soviética. Este prurito por reflejar la época que le tocó vivir puede atisbarse a través de sus propios versos, que saludaron primero con moderado entusiasmo los primeros escarceos de la revolución rusa para oponerse, más tarde, a la deriva tiránica y a sus signos de barbarie, lo que a la postre redundaría en su ostracismo y su condena a muerte. Un poema satírico dedicado a Stalin -«Vivimos sin sentir el país bajo nuestros pies…»-, escrito en el año 1934, le valió ser arrestado y deportado a los Urales. A pesar de que fue puesto en libertad tres años después, su obstinación en seguir escribiendo desenvueltos poemas que irritaban al régimen stalinista provocó enseguida una nueva condena a trabajos forzados en Siberia. Murió en Vladivostok, el mismo año de su ingreso en el campo, en 1938. A juicio de su compatriota Joseph Brodsky, no fue ese famoso poema satírico el que precipitó la ruina de Mandelstam -antes había escrito versos más hirientes: «el poder es repulsivo como los dedos del barbero»-. Su instinto de conservación ya había cedido ante su propia estética. Para Brodsky, su aislamiento estético adquiere dimensiones físicas, que son las dimensiones en las que se disputa, a su juicio, la superioridad intelectual. «Cuando un hombre crea un mundo propio -escribe Brodsky, refiriéndose a Mandelstam- se convierte en un cuerpo extraño contra el que apuntan todas las leyes: gravedad, comprensión, repudiación, aniquilación. (…) En un poeta, la postura ética, y hasta el mismo temperamento, están determinados y conformados por la estética. Esto es lo que explica que los poetas se encuentren invariablemente enfrentados con la realidad social y que su índice de mortalidad indique la distancia que establece esta realidad entre ella misma y la civilización».

*****

 TRISTIA

Estudié la ciencia de la despedida
en las calvas quejas de la noche.
Rumian los bueyes y la espera se alarga,
la última hora de las vigilias de la ciudad.
Sigo el rito de esta noche del gallo,
cuando, tras llevar una penosa carga,
los ojos llorosos miraron a lo lejos,
y lágrimas de mujer se mezclaron con el canto de las musas.

¿Quién puede saber al oír la palabra «despedida»
qué separación nos aguarda?
¿Qué nos anuncia el canto del gallo
cuando la llama arde en la Acrópolis?
Y en la aurora de una nueva vida,
cuando en el zaguan perezosamente rumia el buey,
¿por qué el gallo, heraldo de la nueva vida,
en la muralla de la ciudad agita sus alas?

Y yo amo el hilo de la costumbre,
se desliza la canoa, susurra el huso.
Mira: a nuestro encuentro, como plumas de cisne
vuela ya, descalza, Delia.
!Oh mísera trama de nuestra vida,
donde es tan pobre el lenguaje de la alegría!
Todo pasó antes, todo se repetirá de nuevo.
Y sólo nos es dulce el instante del reconocimiento.

Que así sea: una figura transparente
yace inmaculada en el plato,
como la piel tersa de una ardilla.
Una muchacha, inclinada hacia la cera, la contempla.
No nos toca adivinar la suerte del Erebo.
Para las mujeres es cera lo que para los hombres es cobre.
A nosotros sólo en la batalla nos habla el destino,
y a ellas les es dado morir leyendo el futuro.

(1918)

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Latir

Latir

Tac-tic
así late mi corazón
por llevar la contraria
a la razón.

Quise estudiar y leí. Fue un tic.
Quise escribir y escribí,
torpemente. Tal vez un fallido tac.
Supe que ya había pasado
el tiempo de aprender,
por culpa de la capacidad:
inanidad de la vejez. Tic - tac.
¿Es todo inútil?: No,
creo que me queda el imaginar,
claro que eso tiene poco valor:
No saber deconstruir.
ni hermeneutizar,
ni siquiera epojar. Tac.
Figurarme que la Naturaleza,
el Absoluto, la Voluntad de vivir,
y de poder, todas, y otras más, son
el Dios compensador de Kant,
al que no puedo abordar
ni siquiera comprender,
sólo, a coro, postular.
Y que, al fin, es otro nombre,
el más sencillo quizás. ¿Tic o tac?

Nada puedo demostrar, tac,
ni conozco a otro que lo haga,
pero no dejo de pensar en un Uno
Mundo o universo o Apeiron,
esto último mejor, tac,
porque tampoco sé lo que es
aunque es. Tic.

Y todo es una historia de frontera, tic-tac,
que yo suelo contar,
cada vez de un modo distinto,
porque olvido poco a poco,
tac-tic, tac-tic, tac-tic,
todo cuanto supe, y lo debo
compensar con lo que imagino
con el corazón, por si alguien quisiera
mi teodicea oir, tac-tic, tac-tic, tac-tic,
antes de que todo acabe.

Isaias 65:17
Porque he aquí que yo crearé
un cielo nuevo y una tierra nueva;
y no se recordarán ya las cosas
antiguas ni vendrán a la imaginación.

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