Mes: diciembre 2012

Invierno

Invierno

Devenir de las estaciones.
Un invierno será la última,
Las sombras de la tarde joven
anunciando la oscuridad
de largas noches.
De una sin amanecer.
Pero éste preciso solsticio
es de alegría: mañana
habrá más luz.

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Fatum

Fatum

Cruzó un nublo
el cielo de mi paisaje
y sentí su aliento frío,
en la espalda de mi alma.

Una suave tristeza,
leve, pero sentida sin fin,
tiñó de gris mi sonrisa
diciendo: Fatum, fatum, fatum.
Sin remedio: hagas lo que hagas
no servirá de nada,
tu hora ya está escrita.

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POETAS 19. Joseph Brodsky (POEMAS DE NAVIDAD)

Joseph Brodsky -para los rusos, Iósif Brodski- nació en Leningrado el 24 de mayo de 1940 en el seno de una familia judía, abandonó la escuela siendo adolescente y se educó de manera autodidacta. Su apatía y desencuentro con la sociedad soviética le llevó a ser acusado de parasitismo social, siendo deportado en 1964 a una granja colectiva, donde fue obligado a acarrear estiercol durante un año y medio -había sido condenado a cinco años, pero finalmente le llegó el indulto-. Antes de abandonar Rusia para siempre en el año 1972, se ganó la vida trabajando en una fábrica, en un faro, en un laboratorio de cristalografía y en una morgue, y durante un tiempo se dedicó a viajar por toda la Unión Soviética como  vagabundo, haciendo honor a la fama de parásito que se había ganado durante su célebre  juicio. El juez le había acusado de llevar una vida de vago, de saltar continuamente de trabajo y de no buscarlo cuando se quedaba sin empleo. Brodsky trató de defenderse alegando que se mantenía ocupado escribiendo poesía. Cuando el juez le preguntó que qué hacía por su patria, Brodsky le contestó: “escribir poemas, ese es mi trabajo. Creo que lo que escribí será útil a la gente, no sólo ahora, sino para futuras generaciones”. El inquisidor le preguntó, a su vez,  burlonamente, que quién le había dado el nombre de poeta: “No lo sé.., Dios tal vez”, fue la insolente respuesta de Brodsky.  Durante los años que siguió residiendo en la URSS después del juicio, llegó a ser examinado con lupa por las autoridades, que se sentían ofendidas por todo lo que hacía. A pesar de que tuvo una relación de simpatía con los disidentes, Brodsky jamás fue perseguido por otra cosa que por escribir poemas. En la primavera de 1972 le abrieron la puerta para que se marchara, aprovechó su oportunidad y aterrizó en Viena. Después de una temporada viajando por Europa acabó como profesor en una universidad americana.  En Michigan primero, mas tarde en Nueva York. Conocida fue su relación con Susan Sontang. Antes, en la URSS, con la joven pintora Marina Basmanova, con la que tuvo un hijo, y a  la que dedicó encendidos poemas de amor.  También fue conocido su desencuentro con sus propios compatriotas en América, su paso desde la lengua rusa a la inglesa. En este último idioma escribió algunos ensayos sobre los poetas que admiraba: Marina Svetaieva, Anna Ajmátova, Osip Mandelstam, Auden, Robert Frost. Tal vez por su capacidad para expresarse en inglés, y por el eco de la perestroica, y por buen poeta, se le concedió el premio «Nobel» en 1987. Alguna vez comentó que de haber seguido viviendo en Rusia hubiera escrito seguramente más poemas, pero  hubiera vivido  menos, dado su accidentado historial médico: el primer infarto lo tuvo en 1976, el último en 1996. ”Si no puedes fumar un cigarrillo con el café de la mañana -declaró una vez- no vale la pena levantarse”. Así que no trató de alargarse demasiado. 

Aunque ya un poco a destiempo, se deja aquí una selección de poesía del libro publicado por la editorial Visor con el título de «Poemas de Navidad», traducido por Svetlana Maliavina y Juan José Herrera de la Muela, a los que se agradece su labor. Este libro recoge los poemas que Joseph Brodsky escribió ritualmente a lo largo de los veinticinco últimos años de su vida. La traductora Esvetlana Maliavina, en consonancia con el lugar preeminente que concede al concepto de vacío en la vida y en el arte de Brodsky, interpreta el significado de estos poemas de Navidad como «un intento por superar la luz, pues sólo mirando fijamente en la oscuridad se puede distinguir la estrella, lo que de manera natural supera el vacío y lo que, en la poética de Brodsky, se convierte en un signo esencial de la esperanza y del equilibrio. Los pasos necesarios, según la lógica del poeta, consisten en sumergirse en la oscuridad y en la desesperación, en el absurdo y en el caos, en acomodarse poco a poco a ellos y asimilar conscientemente una topografía que, aparentemente, no es de este mundo, aunque pronto se revela como el mapa misterioso de una conciencia que se ha hecho mayor, una nueva conciencia que siguiendo un camino inexpresable -los poemas son el canto del trance del poeta pero no el trance mismo- nos conduce a la luz y a la armonía».

*****

CANCIÓN DE CUNA

No te tuve en el desierto
al azar:
no había allí nadie,
ni el zar.

Buscarte allí fue en vano.
En el desierto
hay menos espacio que frío
en el invierno.

Unos tienen muñecos, pelotas,
la casa llena.
Tú, para tus juegos de niño,
toda la arena.

Acostúmbrate, hijo mío, al desierto
como a tu destino.
Dondequera que estés, en él ahora
has de vivir.

Te amamanté con mi pecho.
Y éste
acostumbró tu mirada a la soledad,
y se llenó de ella.

Aquella estrella a pavorosa distancia
acaso aquí vea mejor
de tu rostro
el resplandor.

Acostúmbrate, hijo mío, al desierto:
bajo tu pie,
no hay otro suelo firme,
sino él.

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Vientos

Vientos

Levante en calma, verano.
Un poco de frescor.
Levante de verdad:
¡Cuidado al volver la esquina!
Las palmeras aplauden con rabia.
Aguas turbias y templadas.
Rociones en la escollera:
¡Que juguete el temporal!

Poniente, verano, calor.
Agua fría y clara.
Hay fuego en la sierra, ¡que dolor!
Mucho, mucho calor.

Norte de Enero.
Gafas de sol.
Mediodía delicioso.
Domingo de paseo,
terrazas con calor.
Haría falta un sombrero,
pero no se estila.
¡Qué tonta la costumbre
de comer a las dos!

Sureste en marzo:
Preocupación.
Los hombres están en la mar.
Este viento es el peor.
Cada año deja alguna casa
sin patrón.
Las mujeres a servir.
Y pensar.
¿Cómo estará Cabo Jubi?
O tan lejos no habrá maror.

Y así pasa el año
sin que pasen por aquí el Lebeche,
el garbí, el Xaloc,
el mistral, la Tramontana,
y otros más,
yo no los echo de menos
Pero sí al viento sin nombre.
Viento, viento.
!Qué amor!

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POEMA DE NAVIDAD

Y así nos llega el milagro cada año
derribando la rutina de los días
también bajo la nieve blanca y fría
que todo lo hiela en el invierno
hay un brote de vida y primavera
pulso a pulso el tranochado astro
nos guía seguro hacia la luz
que va emergiendo de la larga noche
y florece humano el verbo en el tintero
mana un dios bajo la lengua común
hace sonar el canto que gira y danza
quien escucha el son de las estrellas
y entonces llora el que siempre ríe
ríe al fin el cejijunto y el huraño
retornan a la casa el hijo pródigo
el padre avaro la madre lujuriosa
el traidor o el envidioso hermano
se aparean los panes con los peces
rompen el voto de silencio en los cenobios
deponen las milicias sus granadas
regresan sus botines los banqueros
cuecen su pan con sudor los holgazanes
se oxida la piqueta al pie de los deshaucios
llora el exilio del reino y del becerro
el que escapó con su dinero al paraíso
comienza a darse el despiadado juez
en su togada cabeza martillazos
se limpia el agua y se baña hasta el roñoso
se hace liviana y común la enfermedad
para que nadie se quede sin consuelo
se muere la muerte y nace el nacimiento
dan en las puertas las manos de los muertos
para cobrarse su mendrugo de amor
se cubren de rocío los zapatos
se pinta de hollín el que nos da regalos
para que ningún pie quede descalzo
y no se deja el carbón ni a los mineros
ni se deja el pecado ni al cordero
ni al camello se le deja la tarea
de enhebrarse al ojo de la aguja
ni se encarama nadie hacia la gloria
cargando el peso en las vigas de lo ajeno
ni se trueca el poso del año que se va
por los cientos volando del que viene.

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Viento

Viento

Me gusta el viento.
Me gusta el sol.
Si algo queda de mí
ponedlo en Tarifa, allí
donde combatan poniente
y levante
y mi sombra oscurezca
las piedras de la escollera
salpicadas de sal.
Que vea el mar.
Mi alma, ya más allá del tiempo,
os lo agradecerá
aunque no sepáis oírla.

Y no me digáis adiós,
que no me aparto de vosotros.

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Fatum, Destino, Karma

Fatum, destino, Karma

A veces el anuncio,
la última llamada,
es un estridente silencio.
Atruena la ausencia de razón,
no de pensamiento: de motivo,
de causa, de remedio.
Sólo el cumplimiento del fatum
demuestra que no hubo libertad.

¿Debo decir adiós ya, sin querer,
porque mi alma se desprende
de aquí, poco a poco,
dejando una carcasa que respira?

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Verdad inalcanzable

Verdad inalcanzable

En esta suave ceremonia de la confusión
es la ilusión
que cada paso hacia la frontera
nos da una oportunidad de elegir.
Podemos escoger
ser humildes o soberbios,
alegres o tristes, amables o iracundos.
Y creer que el mérito está, sarcasmo,
en la elección correcta:
en el hallazgo
de la verdad inalcanzable.

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Mi conciencia

Mi conciencia

¿No cansa mi queja?
Mis pecados suben a la luz
como aceite en agua
¿Pero es que pude obrar de otro modo?
Mi conciencia grita, pero:
¿Quién ha forjado mi conciencia?

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POETAS 2. José Angel Valente II

(Orense, 25 de abril de 1929-Ginebra, 18 de julio de 2000)

*****

SERÁN CENIZA

Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre.
El corazón
Tiene la sequedad de la piedra
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.

Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.

Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo
y aunque sea ceniza lo proclamo; ceniza.
Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.

(«A modo de esperanza», 1953-1954) 

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