¡Ya a la venta el libro «Esto no es filosofía» escrito por Enrique (Tupacalos).

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Momento

(hypokeimenon))

(hypokeimenon))

En una fenomenología frívola quitaríamos a la palabra del título todo su sentido temporal, el momento al que me refiero no tiene nada que ver con el antes y el después, ni con la potencia y el acto, ni con otras cosas parecidas: Se refiere a ese no-temporal que no transcurre pero “esrae” entre aquellos pares de significados a los que tampoco puedo asignar un significante justo. Soledad de explorador en un universo ajeno al propio natural.

Trato de explicar o definir ingenuamente ese seudo universo al que me refiero: Imagino un punto adimensional y atemporal en un entorno en  el que, supuesta una transición “sui generis” de A a B, cómo de sujeto a objeto, no aparecen reflejadas propiedades de ninguno de los entes A o B… es decir que quizás no están presentes… pero A y B sí los admitimos como elementos del juego. Éste podría ser el comienzo de una historia cuántica, A y B no están pero su presencia sí. ¿Hay otro modo de entender?

No me cae bien Aristóteles[1] pero no podemos perderle de vista: Es el padre de la metafísica (Tal vez no):  El cuerpo real está formado, según el Hilemorfismo, en la conjunción de hýlē por “materia” y morphḗ por  “forma”, esta teoría aristotélica tuvo gran influencia en la Escolástica y  todavía produce en el presente un cierto desasosiego por no haber sido capaces de introducir[2]en el sistema una estructura  fundamental, aunque sea tan difícil de explicar cómo su porqué y su paraqué…

No están solos esos dos elementos, materia y forma: vuelve a aparecer la “Relación” como tercer actor imprescindible. Es el llamado hypokeimenon o substrato, que mantiene inalteradas (¿?) las propiedades ocultas de los actores[3] asegurando en la imaginación la forma durante el proceso y devolviéndola a la realidad sensible cuando éste finaliza. Comienzo y final hipotéticos, evidentemente e inexplicados aunque parece que el estagirita, por el camino de la filosofía, propone un modelo más atractivo.

El hupokeimenon vuelve a ser la manifestación de ese ente misterioso que ocupa, tal vez sin llenar espacio ni tiempo,  aunque sí el no tiempo y no espacio[4] que media entre el núcleo de los átomos y su corteza de electrones. Un hueco similar, pero más cercano a la materialidad puede imaginarse en las estructuras moleculares. Aristóteles lo hizo en su imaginación filosófica.

Para dar una imagen didáctica, ese centro geométrico en el que habitan A y B debe estar completado[5] con un “fluido”, real o soñado, el “éter” del XIX. Lo llamo así para diferenciarlo de un vacío inevitable e indefinible a cuyas propiedades podemos atribuir entre otras cosas la reproducción en B’ de los cambios sufridos por (en) B sin que aparezca un enlace de cualquier tipo entre ambos. Ésta es una de las particularidades asombrosas que exhiben los binomios de la mecánica cuántica (¿O no?).

El “éter” del XIX no era tan mal invento. Aunque el “fluido” tampoco calma las inquietudes de los que bucean más allá, por ejemplo dentro de la teoría de “cuerdas”, otro jardín muy lejos de lo que yo alcanzo a comprender. No parece que un desarrollo matemático, aunque sea de última generación, vaya a resolver todas las dudas cuánticas: Para seguir meditando sobre este tema deberé seguir un camino filosófico[6]… dejando en segundo plano formalidades, cómo si no fueran necesarias. Aparece la sospecha de que la Filosofía está por encima de la mecánica newtoniana y de otras cosas: ¿La lógica?, ¿La inteligencia?, ¿La intuición inmediata?, ¿La mecánica cuántica?, ¿El Dassein?, ¿La “Duración”?, ¿el “Interés desinteresado”? y más lejos o más ceca: el “Instinto”.

Intento hallar el parámetro común que liga Sujeto,   Predicado y Relación ¿Uniría también a los binomios díscolos?

Será un parámetro temporal como son: el Paso de la potencia al acto, el Tiempo, el Número…  Para seguir es imprescindible dejar volar la imaginación: filosofar y, por un momento, mirar para otro lado buscando otra verdad, suponiendo que la haya. Cómo ejemplo tenemos la desconocida ley de la gravedad.

En ese nivel “macro didáctico” podemos intuir nuestro fluido artístico, ya estabilizado, como un bloque de partículas mantenidas en sus posiciones por algo parecido a una “fuerza débil” mientras los intersticios entre ellas se han rellenado con una matriz, ni sólida ni liquida, quizás en un nuevo estado artístico de la materia… que tendría una manifestación dual: el producto resultante de la ejecución del proceso que estudiamos en cada intento y el enorme vacío intra atómico del párrafo anterior.

También se incluyen en el sólido[7] acabado partes vacías (¿Vacías?) menores, usualmente llamadas “poros” y su conjunto “porosidad” que es decisiva en el comportamiento físico de los materiales. Sobre estas partículas y su no-relleno podría escribirse otra novela.

Este modelo simplificado es la traslación “artística” de un mineral natural o de una simple proposición, al espacio filosófico provisional, aderezado con unas gotas de cristalografía. Puede que los electrones se hayan ido con las variables no temporales y podamos disminuir la distancia entre núcleos atómicos[8].(¡!)Sería un punto de densidad cuasi infinita: todos los neutrones agrupados en espera del último que instaurará espacio y tiempo…

El modelo de cálculo ideal a ensayar que proponemos es un espacio, quizás volumen, N dimensional en el que intervendrían tantos parámetros como podamos imaginar, pero esto sería inmanejable, demasiadas variables independientes y no sabemos cuáles resultarán definitorias, es fundamental simplificar el algoritmo. Siendo optimistas podemos partir de un conjunto de cuatro variables: tres del espacio y el invitado tiempo. Otras no las consideramos. Menos de cuatro nos llevan a pensar escenarios divertidos. (¿Por qué no?) Tres podrían ser  es el “mesotes” aristotélico. De momento dejamos este campo para que lo pisen tantos como quieran: ¿Dos y el tiempo?

A partir de ahí, la eliminación de cualquier variable hace que todas las propiedades representadas en la superficie (¿?) correspondiente se reubiquen, como en una fotografía plana que se arruga, o el dibujo plano de la distribución de habitaciones en una casa en el que, por “plano”, ignoramos la altura… En la realidad todo lo que esté representado en el volumen (¿?) investigado aparecerá en las representaciones no modificadas del resto de dimensiones. Si esto pasara de la teoría a un suceso “normal” tendíamos, por ejemplo, una cocina cuyos muebles no sobresalen de la pared del fondo… o no tienen ancho, o alto… o están detenidas en un limbo atemporal.

Este juego de auto representación requiere un esfuerzo muy importante pero nos sirve de descanso, posibilita una sonrisa, e ilumina fugazmente el lugar al que nos puede conducir una teoría mal interpretada.

Un inciso: Salvo jugadas del destino, ¿Por qué detenerme en cuatro dimensiones o parámetros? Me gustaría hacer una regresión pseudo eidética fuerte… También sobran las dimensiones espaciales  (o alguna) si podemos sustituirlas por algo afín al tema, acudo al recuerdo del amigo Bergson (Mezclo, pero Husserl tendría que añadir algo… ) Todo el volumen fundido en uno al que se otorga el papel de generador de cuerpos tangibles pero atemporales. Los regulares no son tantos. Los no-regulares o irregulares están por definir. Por ejemplo: Los polígonos planos: ¿deberán ser “cerrados”?.

 ¿Y el tiempo? Nada mejor que un tiempo relativo al que llamamos juntos con Bergson “Duración” Aunque no se sabe exactamente cómo y dónde se mide.

La conclusión inmediata es que, entre los cuatro seleccionados,  sólo hay un parámetro asequible aunque sea inmanejable: es el “tiempo”, que hace rato que se ha colado en la meditación. Además quien lo imaginara habría definido un sistema de dos parámetros: “Volumen-Duración” que aporta una novedad al proceso… ¿Quién no siente la atracción de las coordenadas polares?

La meditación provisional sobre el volumen espacial lleno de un poco de materia  y mucho de aquel “éter” (aunque de baja densidad) resulta muy atractiva pero a la imaginación le cuesta manejar espacios rellenos de poco ser o mucho humo.

La supresión del tiempo como variable no aplasta los muebles pero conduce a una inmovilidad parmenídea. No hay cambio… pero, si esto es cierto, deberá haber un punto detenido “antes”. Merece la pena meditar un poco sobre las consecuencias que podría tener un tiempo (¿eternamente?) detenido… las moscas nunca llegarán a estrellarse contra el vaso.[9] Quizás el tiempo se detuvo antes de que se fabricara el vaso…

Hace un siglo que nos lo advirtió Bergson: mientras estemos empeñados en medir el tiempo[10] con variables espaciales no lo entenderemos. Viceversa: Los resultados de todas las medidas del tiempo, basados en determinaciones espaciales son imperfectas. Se podrá afinar el proceso hasta altos grados de pureza, pero nunca se obtendrá un elemento “absoluto”. Absoluto es también un concepto y por eso inalcanzable. La duración bergsoniana soluciona el problema[11] del tiempo en los esquemas poli vectoriales y atisba la posibilidad de usar una magnitud seudo temporal para cuantificar el tiempo:(¿O no?)…

Boecio también aparece, lanza su modelo de gloria. Schopenhauer igualmente, pero en clave pesimista, el aburrimiento es el alcance de la satisfacción a costa de asomarse a un profundo pozo vacío: el próximo objetivo. El prisionero del puente respira en acto: el bien está alcanzado. A Don Arturo le queda comenzar de nuevo su ascético vencimiento sisífico[12] de la voluntad que deseaba otra cosa y se vuelve ascética. Ambos están contaminados de temporalidad.

¿Qué tipo de purificación sería aplicable?: ¡Química artística! : filtremos de cualquier desarrollo la variable tiempo… Aunque sea extraño en principio, imaginemos uno de esos matraces de decantación agitados por la imaginación. Pasado un tiempo de reposo tendríamos dos estratos: en el fondo uno que contendría todas las variables del proceso, excepto las indisolublemente ligadas con el Tiempo. Lo imagino como un líquido (¿?) incoloro, denso, de alta viscosidad… ¿Sólido?, ¿Frio? con propiedades contradictorias… como los gases super enfriados cerca del cero absoluto… Pura invención sin base, en espera de un milagro.

Por encima  un extracto de todo lo temporal que ahora suprimimos de algún modo provisional. ¿Caliente?: Es una sensación, nada más.

Eliminado el tiempo…  cómo lapso o cómo medida de antigüedad, tiempo Absoluto o cualquier otro parámetro similar que invente un pensador atrevido. Si quitamos todo lo  tenga relación temporal con el intrínsecamente “Ser” estamos acercándonos a una fenomenología husserliana. (¿O no?) O también mezclando Ser y tiempo, tratamos de entender a Heidegger… y su ser que es más ser porque lo aprecio… intuyo que el tiempo no pertenece a la esencia del fenómeno[13] y puede ser incluido en la reducción eidética (¿?). Eliminado el tiempo, las tres dimensiones espaciales vuelven a estar solas…

Doy un salto en el vacío: ¿Qué ha sido de la Verdad al sustraer una dimensión del esquema que estábamos siguiendo?:Un misterio que no podemos imaginar porque sólo tenemos información espacial. ¿Es la mentira (la no verdad) más válida?

En el experimento, podemos jugar con el tiempo y lo demás, la Verdad con mayúsculas, no la conocemos pero podemos comprobar que cuando salimos de este mundo dos sensaciones nos ocupan: la del no-sentir de los que mueren y la sospechada pero incógnita de los que ya han salido del tiempo y están en otro universo que tampoco nos pertenece. De los no natos ni eso. ¿Sienten las almas no nacidas? ¿Qué nos diría Agustín? Probablemente que serán personas en el futuro pero… ahora en su almario: suspendemos el juicio.

Quiero decir que en un entorno atemporal cuando nazco es cuando muero. O las dos cosas en el mismo momento, que no tiene duración ni lapso.  Es primavera pero las flores ya han muerto. La estación es ya otoño o verano, o invierno, o las tres cosas… este proceso parece lento si es autoconsciente impresión… me  parece que algo ha cambiado pero es únicamente la sensación[14] de estar en otro lugar, también sin duración y sin extensión, en el que probablemente hayamos muerto y renacido, como partícula elemental o cómo polvo enamorado.

¿Y las galaxias? Parecen inmensas pero no tienen tamaño… Todas caben en el punto adimensional con el que jugaba el Demiurgo o Brahma cuando se distrajo. Todo el universo es una alucinación. ¿O no? Y vuelvo a pensar que todos los entes, supuestos, imaginados o artísticamente detectados caben en ese lugar[15] en el que coinciden la nada y el todo, lo que será real pero aún no es… ¡Y el pasado inamovible!

Y Brahma volvió la vista. Y todo se hizo luz.

Lo llamamos Big bang y ya está en el Ahora temporal.

¡Qué poder el de la imaginación del hombre! No sé explicar cómo ni qué es algo fuera del tiempo pero percibo la huella que ha dejado y me atrevo a imaginar sus efectos. ¿Alguna religión osa enumerar algunos?

Nómina desordenada y conjunta de cualesquiera religiones[16]: (No hay método ni categoría):

Dieciocho huríes esperando caricias de algún tipo: (¿ y los varones?)

La inmortalidad;

La integración en el Atman;

La ubicuidad;(estar en dos o más lugares a la  vez)

La presencia absoluta de Dios ( y si no estaba en aquel momento, visita al intelecto agente y carta a los averroístas latinos);

El vestido blanco sin tacha;

 el deseo cumplido y no agotado;

La íntima comunión con lo amado (sea cual sea su diferencia…)

(textualmente en mi “cultura”: el ciento por uno y después la “vida eterna”.

¡Ah! Y curar a los enfermos y perdonar los pecados…

Resucitar a algunos muertos…

Pueden añadirse deseos…

¿Qué ha sido del mal? El mal nunca fue un absoluto, ni siquiera un concepto. Y el “por qué” aún está más lejos que antes de comenzar.

Volveremos a los átomos y los tiempos…


[1] ¡ Qué tontería!

[2] Disculpablemente

[3] A y B están en la conciencia cuántica del experimentador.

[4] Permítaseme la repetición de términos por la novedad de la       

propuesta… no hay más entes físicos que los que hay.

[5] Si suponemos menos válida la teoría del vacío imperfecto.

[6] ¿Artístico?, ¿Informal?.

[7] O un líquido, o un gas… en su caso. Los artísticos estados de la materia, incluyendo el plasma, a los que me refiero, no tienen por qué coincidir en propiedades con los “naturales”. Son figuraciones provisionales…

[8] Todos los escritores de Ciencia Ficción han investigado en este enorme espacio vacío.

[9] Ver en el apéndice.

[10] Tratar cómo otra variable más. O expresarlo matemáticamente.

[11]

[12] Cómo el de Sísifo.

[13] O “cómo sí”…

[14] El sentimiento.

[15] Lugar sin espacio y sin tiempo.

[16] Todas son bastante parceidas.

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Meditaciones provisionales

Pasión

10/06/2021

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  1. Principio del prólogo de El Quijote.

  2. O un plano o un volumen. Divertido considerar a un conjunto imaginado poseedor de una entidad geométrica.

  3. Si es que lo tuvo.

  4. 4 Nascitūrus: En latín, participio de futuro :“el que va a nacer”.

  5. (¿Es la “muerte del animal”? ¿Pasaba Hegel por allí?)

  6. “Dar a la vida” en español, tiene un matiz en inglés que no sé

    explicar … pasar una barrera o desprenderse de algo.(¿?)

  7. Anamnesis al fin…

  8. Todas las no aprovechables para los fines del escritor.

  9. Desaparecer de un conjunto… ¿queda detenido en el (un) pasado o simplemente deja de ser, de existir, de presentarse como parte de la historia?

  10. Como conjunto de lo que pertenece a universos asequibles.

  11. En vez de…

  12. ¿Ipsum?

  13. Conviene repasar 1984 de Orwell.

  14. Los pirrónicos, escépticos por otro nombre, con Menekles de artista invitado, pasaron su vida intentando enseñar el camino de la ataraxia… todo es equivalente, como decía él que era todo cuanto conoció desde que tuvo uso de la razón. La consecuencia es Suspender el juicio…

  15. Como “ser” o de otro modo incógnito.

  16. Y otros universales si los hubiera.

  17. Epistemológica, claro.

  18. Parece que “exraer” es mejor grafía.

  19. Como pasa en esos conventos de monjas, sin espejos, para que pierdan la propia estima en la amorfa colectividad…

  20. Soy y existo ambos en el “acto”

  21. Formal?

  22. Et céterum: por lo demás…

  23. Mundo espiritual, por ejemplo.

  24. Preguntar a Heisenberg

  25. ¿Cambiando los nombres?

  26. Hace muchos muchos años fui químico.

  27. Creo que no.

  28. Una ocurrencia…

  29. ¿La Realitat?

  30. Y no-mundos.

  31. Por cierto que me he tomado libertades al asignar a la indeterminación un significado distinto de la imposibilidad de conocer simultáneamente la posición y la velocidad de un elemento. Recordad que todo es un juego.

  32. Romanos 8;26

  33. Anatema: Condena moral de una persona o de una cosa (actitud, ideología, etc.) que se considera perjudicial.

  34. Siempre hay excepciones. ¿Son posibles otras sendas?

  35. Mesotes: Término medio, armónico o virtuoso entre conductas extremas, desmedidas. El ideal de la mesotés o armonía del alma confluye con el idealismo doctrina de Platón.

  36. Suponiendo que el Universo tenga límites, idea de la finitud que choca con una amplitud de miras. Y partes: una y las demás.

  37. Frase de Paul Claudel

  38. Henri Bergson.-“La evolución creadora”(Aproximadamente de 1907?)

  39. Patología viene de “pathos”, claro.

  40. Si hubo un creador, es difícil adivinar que pretendía con la complejidad de nuestro mundo: aquí no hay nada puro.

  41. Son las excepciones que confirman la regla o eslabones perdidos de cadenas agotadas.

  42. Con mayúscula porque es otra y mayor.

  43. No puedo imaginar una confluencia de Energía taumatúrgica y sopa de partículas de la que, con efectos especiales de luz y humo, surja una gallina. No es serio. No es fácil pero un huevo unicelular, trocado en viviente por el espíritu, es más imaginable.

  44. Si lo hubiera.

  45. Esta “duración” no es la de Bergson sino algo más simple. Sería el “algo” entre dos nadas. El continente de nuestro Universo.

  46. Entendimiento de lo ajeno.

  47. Sexto Empírico. Esbozos pirrónicos.- Gredos 1993.-pag- 55

  48. Lucas (16, 19-31) .

  49. Pensadores, no filósofos. Y el resultado del pensar no está garantizado como “bueno”.

  50. Son más que están, con voluntad de permanencia.

  51. Freud. Espíritu apolíneo.

  52. La felicidad…

  53. Valga el concepto. Resultado de “conceptualizar”.

  54. Ironía: Me lo ha hecho saber.

  55. Típicos, de libro.

  56. Kant.- Crítica de la razón práctica.- Trad. Aramayo.- Alianza 2004.- pag. 294 [A289]

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La mosca en el vaso

La mosca en el vaso
Meditación provisional de Enrique Gippini
Agosto 2017 (2)
 

Seguramente todas las personas son capaces de imaginar la escena en la que una mosca atrapada bajo un vaso vuelto del revés intenta salir de su encierro y choca con las paredes una y otra vez sin alcanzar la libertad. Es un experimento tan sencillo que no es necesario haberlo realizado alguna vez para sacar conclusiones, cada cual las que le parezcan útiles. Lo que se ve es un drama, seguro, a no ser que, deus ex maquina, un demiurgo levante el vaso: Al final, la mosca muere.

Es curioso como a partir de un pensamiento tan simple se puede generar un torrente de ideas acerca de los vasos y las moscas, en este caso, pero también es sorprendente como la observación de un hecho simple nos lleva a encontrar un modo de ilustrar pensamientos mucho más profundos.

El caso es que, puesto en el límite inferior de la experimentación, es difícil resistir el impulso de profundizar más en la situación, de la mosca, se entiende, y, aunque se eviten las desviaciones sádicas sobre el comportamiento de los humanos con las moscas españolas, el experimento da más de sí: por ejemplo podría calificarse a la mosca por su comportamiento frente a un posible orificio en el vaso, así le cabría la posibilidad de huir de su destino, pero… ¿Es esto lo que ocurre? Claro que depende del tamaño del orificio pero aunque tenga una cierta entidad, por ejemplo que sea diez veces el tamaño de la mosca, la estadística de huidas nos mostrará un descorazonador resultado: la mayor parte de las moscas muere antes de encontrar la salida.

¿Sois moscas atrapadas bajo el manto de Maya buscando esa salida que, tal vez, no existe?

Saco conclusiones demasiado pronto. Es posible mejorar el experimento. Pongamos una luz en un punto indiferenciado del vaso. Desilusión, la mosca sigue el mismo patrón estadístico 99 por ciento. Pongamos la luz frente al orificio: Sorpresa: El modelo estadístico no cambia: Conclusión primera: La mosca no es atraída por la luz.

No sé si es cierta la conclusión pero: ¿Es la religión una luz que no nos ayuda?

Los pensadores son incansables, y algunos traviesos. También los hay como abejas: introduzcamos una abeja en el vaso. ¡Ah la estadística! Esté o no esté la mosca la estadística de las huidas de abejas son estadísticamente iguales. Ninguna huye: Otro drama. El orificio 10 tampoco supone un gran cambio. Casualmente alguna escapa. ¿Y la luz puesta frente al orificio?… ¡Sorpresa agradable! Las abejas son sensibles a la luz. Muchas (estadísticamente) abejas encuentran en esa iluminación el camino de la salvación. (Suponiendo que la Salvación exista y sea definible.)

Sin querer, la pequeña historia me ha arrastrado al terreno de lo impensable: la Salvación.

Hoy mi amor por la estadística se manifiesta con particular intensidad, estaba pensando en hacer una encuesta en una esquina cualquiera: de mil aleatorios sujetos consultados ¿Cuántos creen en la Salvación? Y digo Salvación, no un ente de razón en el que los trabajos sean estables y los salarios y las pensiones dignas. Ahora los veo, veo a los encuestados como moscas debajo del vaso. Ya en disposición de hacer encuestas falsas podemos dar un resultado… Ninguno cree.

El sujeto que encontraba un objeto digno de llamarse así diluía su intensidad tratando de definir un par de caracteres típicos en el objeto definido, y, desgraciadamente, una gran mayoría anclaba la Salvación en un reclamo económico.

Si esto fuera un relato, que podría titularse “El ejército de las moscas”, podríamos presentar a un grupo de moscas idealistas que en vez de lanzarse ferozmente contra las paredes del vaso intentando perforarlas formara un conjunto ordenado en el centro de su espacio formando otra esfera más pequeña. El micromundo del vaso descrito es una esfera de cristal impenetrable, que contiene otra esfera interior, concéntrica, formada por un pequeño  grupo de moscas que se niegan a separarse del conjunto, rebeldía que como viento divino,[1] o cayendo mansa del cielo, sin mecha al parecer[2], rompen la lógica estadística, rota, aunque sea con un imposible y hermoso resultado estético. Los idealistas siempre acaban destrozando lo útil.

Ni el orificio de salida, ni la luz, ni siquiera la diferencia de las especies, pues alguna abeja se ha colado, bastan para llevarlas a la considerada normalidad: todas las rebeldes forman un precioso sólido esférico, irisado, así es mi pensamiento. ¡Qué valor el de esos pocos que dejan de luchar! y construyen un mundo indetectable: la violencia siempre es evitable. Esa mayoría silenciosa no reclama los derechos obvios, que ya veremos cuales son, se limitan a contemplar como la vida pasa a través de ellos, rompiendo y manchando ese cristal que debía llegar impoluto hasta el final de los tiempos, es decir hasta siempre, pero no es así.

Moscas escépticas, desesperadas, convencidas de su inanidad respecto a la Salvación, un poco luteranas, que no reclaman nada (¿A quién reclamar?) pero saben que tienen el mayor Derecho a equivocarse, a hacer las cosas mal, a mantener opiniones malolientes, a ser feo… etc. y no sólo “derechos pasivos”, como funcionarios que son de la vida duramente real, tienen derecho a usar el mal, a ser enemigos activos, asesinos, monstruos como los que llenan las crónicas negras de los noticiosos, que hacen daño sin motivo, sólo porque ya estaba escrito en su predeterminada biografía y, como el escorpión de la charca no pueden hacer otra cosa. Así es el Mundo: unos pocos enfrentados a la lógica por la estética, luchando por alcanzar ese círculo interior bello, y muchos volando como locas moscas hacia el cristal que los encierra y que los mata -la muerte es el final seguro- sin ni siquiera intentar inventar un porqué que les sirva como razón y pretexto de su loco vuelo.

Y un demiurgo levantó el vaso y las moscas se dispersaron.

Y fuera todo era oscuridad.

[1] (Hara Kiri 腹切 o 腹切り, ‘ «corte del vientre»)

[2] Permitida la colaboración de otros clásicos desesperados.

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Estopines y microcuentos

Estopines y microcuentos

 

Casi nadie sabe lo que es un estopín. Pues es como un fulminante, pero a lo bestia. Creo que bastante gente sabrá qué es un fulminante, otros no. Un fulminante es un accesorio que se usa para iniciar un proceso explosivo, como la acción de una bomba, un disparo de rifle o pistola, o un cañonazo. El fulminante de los cañones se llama estopín.

En sí los estopines son como un pequeño petardo que explota por percusión. Si no está colocado en un cañón dispuesto para disparar es casi inofensivo. A nadie se le ocurriría hacer una guerra sólo con estopines. Pero hay que reconocer que como los “cebadores” o iniciadores de las bombas, tienen un papel importante. Sin estopín no habría cañonazo. Otro tema es si lo que interesa es que se dispare el cañón o hacer un poco de ruido.

Todo esto fue una ocurrencia atribuible a que yo hice la mili en artillería, disparé 262 cañonazos, es decir usé 262 estopines. Y también en que, una noche, cuando me acosté empecé a pensar en la tontería de los microcuentos. Los microcuentos son despreciables, como los estopines. Espero que no haya una sociedad de amigos de los estopines que se tome esto a mal. Los estopines son despreciables para hacer la guerra, aunque su colaboración en el crimen sea necesaria, si hay cañones por medio. Ya sé que hay una sociedad de amigos de los microcuentos, por lo que no diré nada de su despreciabilidad para hacer literatura: Es una sociedad poderosa, con poderosos socios y mi opinión podría hacer que nunca me dieran el Premio Nacional de Literatura, suponiendo que alguna vez me diera por escribir literatura… en fin, y lo peor, es que hay intereses económicos por medio. Mejor callar.

Volviendo a mi historia: O sea, que los microcuentos y los estopines cumplen una función si se desea disparar un cañón o la imaginación del inadvertido lector. Pero si ese no es el fin, y el lector o el cañón no están cargados lo más que hacen es un ruido como el de un petardo. Se me nota que esa noche no estaba a favor de los microcuentos. Y alguno pensará que es porque me siento incapaz de escribir uno, y que por eso he escrito todo lo anterior. Alguno pensará que más bien que “sentirme” es que soy realmente incapaz de escribir algo en menos de 10 o 12 páginas.

Pues para demostrar lo falso de esa apreciación voy a escribir un microcuento:

Como un guía profesional que, ante la belleza más asombrosa, repite su excelencia con una cantinela monótona mientras su pensamiento está ausente…

Ya está. ¿Qué parece? ¿Parece un microcuento?

Es que no me atrevo a repetir algún microescrito de autor conocido, no me atrevo aunque no sea famoso, porque seguro que lo hizo con ilusión y lo publicó pensando que era literatura de la buena… ¡y a lo mejor lo es! pero aquella noche yo no lo apreciaba, y de aquellas ensoñaciones vienen estas opiniones. Y, además: ¿Por qué iba a quitarle la ilusión a un escritor con lo caras que están las ilusiones de los escribientes?

Pues el párrafo que he escrito antes puede valer para mis fines, como si fuera un microcuento.

Como Sócrates con la cabeza cubierta, diré que lo leído suscita mis emociones, y excita mis recuerdos. Puedo revivir aquel momento en el que me di cuenta de que nuestra relación había acabado, y que seguíamos juntos por rutina. Tu me hablabas como el guía del microcuento.

Ahora me pongo a recordar y, como todo el mundo, encuentro en mi vida un amor romántico no correspondido. Y me acuerdo de un nombre: Beatriz. Y, si estoy un poco deprimido, revivo el sabor amargo de la decepción, agudo y presente. Aunque el recuerdo sea muy viejo, de la primera juventud o de la adolescencia, veo de nuevo aquella mirada perdida, las respuestas vagas y la indiferencia ante mi pasión, esa actitud que me lleva a romper, por orgullo, sin darme cuenta de que es mejor la vida de un esclavo enamorado que la de un liberto solitario, o unido por lo razonable a alguien que nunca podrá aspirar a ser una “fiametta”. Una llamita en lo físico un incendio devastador en el alma.

Todo podría haber pasado frente al “campanile” florentino en vez de en el rincón oscuro de un bar, o en una esquina cualquiera, ella no estaba allí. Sus ojos no se hundían en los míos, no saltaban entre los rincones de mi cara buscando los rasgos conocidos; perdidos en el infinito inmediato desmentían el significado de sus palabras: “Sí… es verdad que te quiero…” Cuando yo ya sabía pero no quería admitir que todo…

Si suponemos que Sócrates es un personaje distinto de mí, resulta que todo lo que ha deducido de la lectura de esa frase inconexa, que hemos llamado microcuento, no es mérito mío, que la escribí, sino de los recuerdos de Sócrates y de su habilidad, grande o pequeña, para ponerlos sobre el papel o, simplemente para resufrirlos. El lector es el que pone todo. Podría argumentarse que hay frases más afortunadas que otras, que evocan más. Incluso que lo hacen con una fuerza terrible… yo no he visto ninguna pero debo admitir que hay estopines mejores que otros.

Ahora descubro mi cabeza, dice Sócrates.

La verdad es que yo no, pero un escritor de verdad casi podría escribir una historia, basándose en la frasecita, si la explosión del estopín le hallara de un humor apropiado. Realmente muchas historias se escriben a partir de un título o de una frase imaginada. Pero es mérito del que escribe explotar las sugerencias. En el pretendido microcuento no me transmite nada del personaje, ni del autor. Es el lector el que pone todo, entonces, si la literatura es el arte de transmitir por escrito, de un modo u otro, los pensamientos-sentimientos del escritor al lector y el plural no es irrelevante, una frase inconexa, o tres frases aisladas de un contexto extenso, eso no es literatura, eso son estopines.

En cambio una buena novela, una de esas que, cuando llegas a la página mil, lloras porque te queda poco para terminar su lectura, esas si que suponen una transmisión de sentimientos, pensamientos, posturas vitales… esas enseñan el punto de vista del genio, enseñan: nos indican una faceta de la realidad, nos ayudan a descubrir nuestro propio punto de vista, ese relámpago de comprensión de la vida que, como una visión fugaz del mundo, nos deja la esperanza de comprenderlo.

La polémica está servida. ¿Es que el Sócrates lúcido e independiente está contra Gracián?

 

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Ser objeto ser sujeto

Ser objeto ser sujeto

Medito:
El objeto lo es,
aunque no sea observado,
pues su esencia es ser.

El sujeto sin objeto
no es más que objeto en sí,
pues su esencia es observar.
De entonces, que no vive si no observa,
y el no vivir es sólo ser objeto.

El objeto es un espejo en
el que el sujeto se refleja
y ese reflejarse es interacción.
Antes de contar el tiempo
sujeto percibe al objeto,
y objeto se siente observado:
¿Sería amor?

Objeto observado:
¿Sería, como el polvo, enamorado?

Antes de contar el tiempo
sujeto ha extendido su red.
Y su red era interacción,
y ahora son tres.
Tres ausencias,
porque, sin la presencia,
ninguno es.

Pendientes unos de otros
ni objetos primigenios,
ni objetos subjetivables,
se manifiestan.

Sólo cuando el temblor
de la presencia interacciona,
todos aparecen en la escena,
todos menos el tiempo,
que en «ahora» está ausente.
Tal vez porque no era necesario.
Al fin sólo era una probabilidad.

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Sin tiempo II

Ser o no ser: la suma de los dos es el Todo.

Pero sigo sin saber que significa el término. No sé qué soy en el tiempo y, menos imaginable, que seré, si se cumple el destino y pierden su valor los significados: El tiempo detenido. El espacio, sólido sin tamaño. La materia, un absurdo. El Yo revivible, intangible, sutil como las ideas que también dejan de ser, son o no son, sin saber. Alguien grita el viejo proverbio: El amor verdadero del infinito apoderado. Pregunto por el “Alguien” y el infinito también estaba vacío.

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Ángel mio

Angel mío
¿Es que un dios te engañó?
O quizás no eres como yo pienso,
blanco, puro, sin pecado y sin libertad.

En el todo, confundido para mí,
que sólo puedo ver las cosas una a una,
es pobreza que acompaña a mi saber,
puede que tu amistad sea algo más
que una silente compañía de no ver,
y no tocar.
¿Por qué no pensar en amar?

¡Amigo, amigo!
Amigo mío que no necesitas amar
¡arrástrame con tu amistad!
y llévame dónde Eckart me espera
en esa nada inextensa, innecesaria,
en la que no puedo soñar.
¡Vamos, vamos!
que nos espera la verdad.
¿Tú me entiendes?
¿Comprendes que no puedo
evitar vivir en el mal
y espero morir?

Mi ángel amigo:
Dos pasos más y te tocaré
como presencia amada
y te veré como guía que llama
Y me olvidaré de los pasos ciegos
que fueron y son la vida.
Amigo mío que estás más allá.

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Instrucciones para comunicar con un extraterrestre

Instrucciones para comunicarse con un extraterrestre

Primero debe el comunicante asegurarse de la posibilidad de existencia del o de los extraterrestres. Basta una certeza moral, pero, al menos esta, es necesaria para obtener los beneficios de una comunicación.

Considérese que cada personalidad con la que deseemos comunicarnos es un mundo distinto. Todos son extraterrestres. Debemos comprender y aceptar esto. Como ejemplo esclarecedor podemos mirar alrededor y darnos cuenta de lo distintos, y cambiantes, que somos nosotros. Y cuando seamos extraterrestres, nosotros mismos también tendremos nuestro mundo, que será el mismo que usamos cada día más o menos algunos detalles.

Algunos mundos los percibiremos como intangibles, por ejemplo como sentimientos o como silencios. Otros mundos se esconden en cosas pequeñas como una bagatela, una carta, un recuerdo de un viaje…Otros, al fin, pueden ocultarse tras la presencia silente de un amado, amigo, familiar… No se ven, pero son.

Si las cosas hablan sin sonidos, los mundos percibidos a través seres vivientes tienen una fuerza especial; no debe confundirse la oscura o nula manifestación de un mundo, profundamente enterrado en la presencia física, con el vacío o la nada de su movimiento que, en el mundo extraterrestre, puede estar manteniendo una actividad febril. De hecho religiones y filosofías hablan de esos mundos que no cesan de cantar y cantar a lo inefable puede ser la única y más alta acción posible. Ajenos, frágiles, sensibles, cantores de himnos, atentos a nuestros deseos pero incapaces de cumplirnos, así son esos mundos posibles.

Ya dispuestos dentro de la posibilidad debemos basar nuestro mensaje en aquellas cosas que conocemos del destinatario. Por ejemplo, si era un deportista acompañémosle en sus paseos en bicicleta o en sus carreras a campo través. En esfuerzos de este estilo, cuando el ejercicio se hace automático, suele crearse una atmósfera propicia para el envío de pensamientos genéricos, sin significado concreto pero con un contenido pleno de emociones. Y, por supuesto, la actividad física enérgica no debe descuidarse. Los mundos deben ser agitados en su reposo para ser algo.

Ausencia de sentimientos puede ser el fruto de una meditación seria, pero la meditación se realiza siempre con un hilo que la vincula a lo humano y muchos de los mundos que intuyo se acercan más a la nada que a una técnica cerebral. Nuestra acción no es la de la meditación sino en la de un diálogo en el que los ecos de nuestra expresión son sutiles.

Se pueden enviar mensajes con la mirada, con el recuerdo de un estribillo tarareado o con un contacto débil. Tocar, como una descarga eléctrica positiva, suave, y sentir que el significado del mensaje fluye, como el amor. Hay combinaciones especialmente potentes como las que incluyen actos como tocar una mano, dar un beso puro, sonreír al aire. Sin pedir respuesta.

Y después de un momento intenso, a veces el receptor, que estaba en plena comunicación se aleja, la sensación se extingue. Es normal, hay actividades que exigen atención a otro mundo en el que no tenemos cabida; todos tenemos nuestra intimidad. A pesar de la sentida ausencia, debemos seguir enviando nuestra manifestación. Así como lo importante no es llegar sino el hecho de estar caminando, lo valioso no es la respuesta sino el hecho de estar enviando ese exceso de ternura que llena el mensaje. Aunque no se obtenga nunca una certeza, debemos estar seguros de que nuestros mensajes han servido para construir un mundo de mundos, intangible, como un ovillo de fantasías reales, aparentemente despreciables que son la esencia de cuanto verdadero, bello y bueno hay en el Todo.

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Sin tiempo

En un mundo sin tiempo el espacio sería un continuo sin fisuras. Un sólido infinito, a menos que se elidan las tres dimensiones espaciales: un mundo sin espacio estaría íntegramente contenido en un punto geométrico, como era antes del Big Bang.

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