Categoría: Escritos de María Papelotes

El pasado siempre vuelve

En un lugar de España cuyo nombre debo silenciar, sucedió un hecho luctuoso. Una noche de invierno fría, el agua de los canalones sonaba sobre el empedrado de la solitaria calle. Serían aproximadamente las once de la noche, Pedro el tabernero, ante la escasez de clientes estaba recogiendo y ordenando el bar para echar el cierre. De repente, oyó un ruido que provenía de la calle, miró a través del ventanal y vio cómo un hombre estaba apuñalando a otro, por un momento se quedó sin poder reaccionar, cuando lo hizo vio cómo el asesino corría, y cuál fue su sorpresa cuando lo reconoció, era José, el de la familia de los “zurrones”.

Su primera intención fue llamar a la guardia civil, pero el miedo a una futura represalia le dejó inmovilizado.

El muerto era otro vecino del pueblo, Narciso; luto y dolor para la familia, más aún porque fue un crimen sin esclarecer.

Pasaron los años, y José y Pedro tuvieron ambos un hijo. Un día que los dos niños estaban jugando, el hijo de José le dio al hijo de Pedro con una piedra en la cabeza con tan mala fortuna que lo mató.

Entonces Pedro fue cuando delató a José, y pensó que si lo hubiera hecho antes su hijo estaría vivo.

El destino a veces es imprevisible y juega duras pasadas.

Encarni Arévalo

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Persona triste

Vivo en el vientre de mi madre y soy feliz, estoy rodeado de agua, mi cuerpo se siente relajado, las caricias que traspasaban a través de su piel y sus palabras dulces, hacen mi estancia muy agradable. Quiero vivir para siempre así, que mi madre sea siempre para mí, que nada se interponga entre nosotros.

Pero oigo conversaciones, que ha llegado el momento, que sea un parto feliz, no lo entiendo muy bien, espero con ansiedad el significado de estas palabras. De pronto, las aguas calmadas se vuelven turbulentas, aunque no veo, noto una corriente de aire, mi cuerpo se desliza hacia esa abertura – mamá no quiero salir – una idea tengo, me doy vueltas en la marea, pongo atravesadas las piernas y ya no salgo mamá. ¿Qué oigo? ¿qué ha pasado? era un parto normal, – deprisa, hay que hacer una cesárea- , el feto venía de cabeza, pero ahora está de nalgas – ¡qué lenguaje!-, cesárea, nalgas. Bueno, yo a lo mío, a resistir. Oigo –hay que hacer cesárea, no hay tiempo- . Ruido de metales, silencio, -¡mamá, háblame!-, -¿qué pasa?- Salgo por el túnel, qué frío, qué inhóspito. Veo figuras difuminadas, todas de blanco, pero no oigo la voz de mi madre, solo la palabra – ha muerto –

Las palabras en mi cabeza se me agolpan, “cesárea”, “nalgas”, “deprisa”. – He matado a mi querida mamá –

Me crié con mi abuela materna, me miraba y su rostro se cubría de lágrimas y decía – tienes los mismos ojos que tu madre –

Siempre fui un niño triste, nadie comprendía mi tristeza, colmado de cariño, juguetes.. nada me hacía feliz, en mi interior siempre era la misma respuesta – has matado a tu madre-

Debido a mi tristeza visité varios psicólogos, ninguno acertó en el diagnóstico, yo solapaba mis respuestas para que nadie entrara en mis pensamientos. No tuve apenas amigos, era triste, a nadie confesé mi tragedia.

Pasaron los años, mis estudios los encaminé hacia la medicina. Mi meta era convertirme en tocólogo y se cumplió. Me dediqué en cuerpo y alma a mi profesión, no podía consentir que ninguna madre muriera al dar a luz. Cada vez que salvaba vidas mi rostro se perlaba de sudor frío, pensando en mi madre. Mi mente me repetía, – ¿mamá, me has perdonado?- .

Sigo siendo una persona triste. Necesito ayuda psicológica, no puedo vivir así.

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Disputa entre neuronas

Según la científica Micaela Gallagher, doctora en psicología en la Universidad John Hopkins, las neuronas con el paso de los años no mueren, sino que no se relacionan entre sí.

Diálogo de la neurona Mª Fe con la neurona Carlota, que con la convivencia de los años se llevan fatal.

– Desde luego Mª Fe no tienes perdón, tienes a esta pobre mujer que todo se le olvida.

– Habló la solidaria.

– Yo pongo todo lo que puedo de mi parte, eres tú que eres irascible.

– Mira Carlota, como esta cabeza se demencie, tú tendrás la culpa.

– Vamos a dormir, a ver si nos calmamos.

– Eso, mandona, serías perfecta para regentar la mente de un gran dictador.

– Mª Fe, he pensado que ya que tenemos que vivir en el mismo cerebro y no nos podemos obviar, que la relación vuelva a ser como antaño.

– Un poco difícil será, el paso de los años todo lo desgasta, pero por mi parte de acuerdo, vamos a intentarlo.

La señora volvió a tener memoria de elefante.

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CUENTO URBANO

Pedrito sale del colegio y se dirige a su casa con su carrito lleno de libros, y piensa, luego dirán que no estudiamos pero… ¡ peso sí que llevamos! Y como la ciudad está llena de obras todo son socavones que tengo que sortear, ¡ caramba que mi carrito no es un ferrari!, giro a la derecha, ahora a la izquierda, parece que de frente está más lisito; por fin después de tanta fatiga llego a mi casa. Hola mamá, hola Pedrito, ¿qué tal la escuela? Muy bien (por decir algo), ten cuidado hijo si pasas al baño pues acabo de fregar el suelo, ¡qué barbaridad!, ni en tu propia casa puedes caminar recto, hay que seguir haciendo malabarismos. Rendido de tanto contratiempo se sienta en el sillón a esperar la merienda, pero tan cansado estaba que se queda dormido, y sueña que sale volando por la ventana, con su carrito, a una velocidad supersónica y llega a la luna, ¡qué silencio!, ¡pero horror!, está llena de cráteres, ¡Dios mío me voy a quedar atrapado en uno de ellos!, qué angustia, aquí no hay quien me rescate…pero sorpresa, sigo volando con mi carrito, recorro mil sitios misteriosos, ¡qué felicidad!, floto y me elevo como Mary Poppins, pero sin paraguas. Pedrito ¡despierta que ya te he preparado la merienda!, ¡pero mamá ahora que era tan feliz me despiertas! Soñaba que no tenía que evitar tantos socavones. Hijo mío, los sueños, sueños son, como dijo el poeta, pero no te preocupes que el alcalde ha dicho que se acabaron las obras urbanas, ya veremos si es verdad; todo será que salga una compañía nueva de teléfonos o electricidad y volvamos a lo mismo. Bueno mamá pues mirándolo así, voy a merendar .¡caramba, para remate mortadela, con lo poco que me gusta! No hay felicidad completa.

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Romance del siglo XX

Era Florinda la Cata

la chica ye-ye del barrio,

y de cabeza llevaba

a Rodrigo y Arnaldo,

y por ella vientos bebían

desde Sol hasta Portazgo,

y ella les daba cuerda

de pita y también de esparto.

Con lo que nadie contaba,

con su padre Don Juliano

pues malas pulgas tenía,

y un genio de mil diablos.

A su retoño quería, casada

pero casada

no con unos mequetrefes

de 3 y 2 al cuarto.

Mucho cuidado Rodrigo, también

te lo digo a ti, Arnaldo.

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A Sandra Palo

Sandra, de los campos

eras una alegre margarita,

arrancaron tus pétalos, uno a uno,

te dejaron tirada y maltrecha,

y quemaron tu cuerpo.

Pero la mala hierba ahí queda,

sigue creciendo en los campos, pero,

y aunque la savia le injerten

sigue igual de rastrojo,

no os esforcéis con ella, siempre será mala hierba.

Sandra, que desde el espacio celestial

si es que existe, tu alma

goce de un eterno descanso.

María papelotes

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Operación «bolsas de basura»

Marbella la Bella,

ciudad amurallada fuiste

con tu basílica paleocristiana de Vega del Mar,

restos romanos te quedan

como las termas de Guadalmina.

En foros nacionales e internacionales

premiada fuiste.

La cordialidad de tus gentes

al turista atrae.

Cualquier rincón el alma llena.

Los que allí habéis nacido

y también los foráneos

por derecho tenéis que disfrutarla,

no dejéis que cuatro aprovechados

os dejen sin nada.

¡y menos mal que tiempo

no les ha dado

y no han podido llevarse

el mar en bolsas de basura!

Porque «Malaya» la hora

que sus pies pusieron

estos presuntos

en Marbella la Bella.

María papelotes

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CARTA DE ISHUA. EN PRINCIPIO VA DIRIGIDA A SU MADRE, DESPUÉS NO SE SABE.

CARTA DE ISHUA. EN PRINCIPIO VA DIRIGIDA A SU MADRE, DESPUÉS NO SE SABE.

4 de Febrero de 2007.

Mamá, emprendo el viaje con ilusión y muchas expectativas , cantos de sirenas inundan mis oídos, la esperanza de una nueva vida me llena el alma. Si todo me va bien, con creces te devolveré el dinero que para pagar el viaje me has dado, con la venta de tu animal de labranza. ¡gracias mamá! Digo adiós a mi adorada África con sus paisajes de ensueño y sus atardeceres de magia, pero tan dura para sobrevivir.

A las tres de la madrugada aparece el cayuco y entre las sombras de la noche para no ser vistos, vamos embarcando; no puedo contar los que vamos, pero me parece que somos demasiados. Emprendemos la marcha, nos deslizamos lentamente hacia la tierra prometida. Amanece, vamos llegando a alta mar, las mareos y vómitos van haciendo su aparición en ciertos pasajeros, el malestar es general, el sol llega a su punto álgido, nos abrasa la piel. Estamos en medio del océano, su inmensidad es aterradora, vamos sin rumbo. La noche se acerca, el manto negro cubierto da un ligero resplandor fantasmagórico a la barca, el frío arrecia, encogidos y apretujados unos con otros nos damos calor mutuamente, hacemos un duermevela con sueños nada halagüeños (la euforia se ha evaporado) Abrazados a nuestros pobres enseres y protegiendo sobre todo nuestra joya más preciada, la botella de agua.

Es una travesía inenarrable, los excrementos arrojados al mar en bolsas de plástico. Pero lo peor ha llegado, hay personas que no soportan las inclemencias y mueren, son igualmente arrojados al mar. Una galerna se avecina, olas gigantescas pasan por encima de nosotros, parece la barca de Caronte. Cuando amaina la tormenta ya somos algunos menos, las olas que tan poéticas quedan en la literatura se han convertido en arma mortal. Que sus almas nos esperen en el más allá. De momento calma, en la lejanía se divisa un barco, entro en una especie de sopor, las imágenes de mi vida se suceden desde la niñez, parece que mi cuerpo levita, estoy perdiendo la conciencia, una paz interior me invade, entro en el túnel, al final un resplandor, lo atravieso, ¡adiós mamá!.

Un equipo de salvamento los socorre. Ishua ha muerto, entre sus manos encontraron la carta.

¡Qué calidad de vida tan espantosa tienen que tener estas personas!, que se embarcan en un cayuco, cuatro tablas mal clavadas y emprenden una travesía en el océano, y cuando llegan qué esperanza de vida les queda.

Unidos a muchos contratiempos, el más importante es el idioma, al final para algunos la repatriación.

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Soñar despierto

Todas las mañanas me despierto con una nueva personalidad, porque muchas cosas no sé hacer, ¡pero sueños! tengo la cabeza llena. El lunes, como es un día aburrido hay que inventar algo ameno y relajante, me convierto en Brad Pitt, que a las chicas de calle lleva. El martes me pongo la escafandra y en el platillo volador me meto y llego a Marte, a mi regreso, con vítores y aclamaciones me reciben. El miércoles me convierto en profesor de filosofía, y cuando explico me convierto en Platón. El jueves, cirujano soy, mis diestras manos maravillas hacen. El viernes me convierto en pintor, pero no de brocha gorda, ¡no!, por lo menos en Van Gogh. El sábado, en un circuito corro y naturalmente soy el mejor. El domingo, agotado de tanto cambio de personalidad estoy, que me convierto en un vago que es lo que realmente soy.

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