POETAS 36. Catulo
Nació en Verona en el año 87 A.C., según la crónica de San Jerónimo; pasó gran parte de su vida en Roma, donde trabó buenas amistades y conoció a los grandes personajes de la época (Pompeyo, Cicerón, Catón, César, y otros); su familia era acomodada por las posesiones que tenía en Verona, Sirmión y cerca del Tíber; se convirtió en amante de una mujer casada, una de las tres hermanas del tribuno P. Clodio; acompañó al propretor C. Memio a Bitinia durante los años 57-56; su hermano falleció en Troya en fecha desconocida; compuso una colección de poesías que fueron públicas no antes del años 54; y murió en Roma, según el mismo San Jerónimo, a los treinta años, es decir, en el 57. (Esta nota biográfica, así como la traducción de los poemas que aparecen a continuación, se le debe a Antio Ramírez de Verger).
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EL PAJARITO DE LESBIA
Pajarito, delicia de mi amada,
con quien suele jugar y tener en su regazo,
y a quien, inquieto, ofrece la yema de sus dedos
para incitarle a agudos picotazos,
cuando, en su intensa nostalgia de mí,
le agrada entregarse a no sé qué pasatiempo
para consolarse, imagino, de su dolor,
cuando se calma su profunda pasión:
poder jugar conmigo, como ella hace,
y aliviar las tristes cuitas de mi alma
sería para mí tan agradable como dicen
fue para la veloz doncella la manzana de oro
que le aflojó el cinturón largo tiempo ceñido.
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UN GRAFITO
Rufa, de Bolonia, se la mama a su Rufillo,
la esposa de Memenio, ésa que veíais a menudo
en las tumbas robando comida de las piras,
mientras el sepulturero a medio afeitar, la molía
a palos cuando cogía el pan que caía del fuego.
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BESOS A LESBIA
Me preguntas, Lesbia, cuantos besos
tuyos me bastarían y sobrarían.
Cuantos infinitos granos de arena Libia
hay en Cirene, rica en laserpicio,
entre el abrasador templo de Júpiter
y la sagrada tumba del legendario Bato,
o cuantas estrellas en la noche callada
contemplan los furtivos amores de los hombres,
tantos besos tuyos bastarían
y sobrarían al loco Catulo;
así los curiosos no podrán contarlos
ni hechizarlos con malévola lengua.
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JURAMENTO DE AMOR
Mi amada dice que no preferiría para casarse a otro hombre
que no fuera yo, ni aunque se lo solicitara el mismo Júpiter.
Lo dice, pero lo que una mujer dice a un amante apasionado
hay que escribirlo en el viento y en el agua corriente.
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LUCHA INTERIOR
Si el hombre encuentra algún placer al recordar las buenas
acciones del pasado, cuando cree, haber cumplido sus obligaciones,
y no haber violado la sagrada lealtad ni en pacto alguno
haber tomado en vano el numen de los dioses para engañar a los
hombres, muchas alegrías te están reservadas, Catulo, para el resto
de tu vida de ese amor no correspondido.
Pues todo el bien que los hombres pueden hacer o decir,
tú lo has hecho y dicho.
Todo ha terminado por confiar en un corazón que no ha
correspondido. ¿Por qué, pues, atormentarte más?
¿Por qué no cobras valor y te repones tú mismo
y dejas de ser desgraciado oponiéndote a los dioses?
Difícil es romper de pronto con un amor duradero,
es difícil, pero debes lograrlo como sea.
Es la única esperanza de salvación, es la única victoría que
debes conseguir; hazlo, tanto si puedes como si no.
Oh dioses, si de vosotros es la misericordia, o si alguna vez
habéis prestado una última ayuda en el umbral de la muerte,
contemplad mi desgracia y, si he llevado una vida irreprochable,
arrancadame esta peste y perdición,
que infiltrándose en lo profundo de mi ser como una parálisis,
ha expulsado todas las alegrías de mi corazón!
Ya no pretendo que ella corresponda a mi cariño
o que, !imposible!, desee ser pudorosa:
sólo aspiro a curarme y a expulsar esta horrible enfermedad.
!Oh dioses, concededme esta gracia a cambio de mi piedad!
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NO ES POSIBLE
Hasta tal punto ha cambiado mi alma, Lesbia, por tu culpa
y de tal manera se ha perdido por su misma lealtad,
que ya no puede quererte por muy virtuosa que seas,
ni dejar de desearte por mucho mal que me hagas.