Viaje al fondo de la tierra

VIAJE AL FONDO DE LA TIERRA
Como puedes ver, mirando en el dorso la foto de esta postal, durante los últimos días la grieta en los Urales se ha estado ahondando y ensanchando mucho más que lo que anunciaron por televisión –creo que nos queda, incluso, menos tiempo del que habían calculado en el Instituto de Ontorio- Antes de iniciar el viaje teníamos cuatro o cinco grietas para elegir, además de varias decenas de volcanes que se habían ido despertando en los últimos meses, y es una pena que no se pueda prever con bastante anticipación donde va a tener lugar el siguiente temblor de tierra. Ahora mismo, si te digo la verdad, este planeta me esta pareciendo más fantástico que nunca; de hecho, estaba empezando a pensar que la vida en esta tierra era demasiado aburrida para que valiera la pena vivir en ella. Sin embargo, ha sido en este viaje donde me he dado cuenta que en este planeta todavía quedan muchos fenómenos prodigiosos por manifestarse y tengo que decir que la expedición ha sido todo un acierto; de todas las grietas que teníamos para elegir, ésta grieta en los Urales era, sin duda, la más extraordinaria. La raja, desde luego, era descomunal: uno se sentía diminuto e impotente ante ese crujir de la tierra. Lástima que por aquel agujero todo se viese tan negro. Creo que puedes recomendar, con toda confianza, la agencia de viajes que se ha encargado de organizar nuestra expedición: todas las promesas que se anunciaban en el cartel publicitario y en los folletos de mano acabaron cumpliéndose. El viaje no pudo ser más emocionante. Llegamos a sentir un vértigo de montaña rusa; la tierra no paraba de conmoverse y abrirse debajo de nuestros pies, expeliendo de vez en cuando alguna fumarola que parecía como si fuese a abrirse la misma boca del infierno, y de las doce personas que iniciamos el viaje, no hemos regresado más que cuatro. Ahora que tengo que volver a Madrid me siento de verdad vacío. ¿Podrías mirarme si han vuelto a anunciar más viajes de esos tan espectaculares? Aquí no hemos podido todavía asomarnos a la televisión. El guía nos ha contado, sin embargo, que una maravillosa lluvia amarilla está empapando el desierto de Sonora y que un éxodo de americanos ha empezado a extenderse tras la frontera mejicana. ¿Nos estaremos volviendo, precisamente ahora, todos nómadas y mestizos? Antes de partir, la misma agencia estaba anunciando viajes de saldo para ver los bosques de sequoias gigantes del National Park de California, tal como están saliendo estos días en televisión, envueltos en llamas, con sus enormes pies en ascuas y sus verdes hojas de butano crepitando contra los cielos. Debe sentirse, en fin, algo espectacular, como si nos cayese encima una lluvia de cometas encendidos. Es una lástima que en estos momentos especialmente delicados, cuando es necesario tomar tantas decisiones impostergables, vengan las agencias de viajes a ponérnoslo tan difícil. Parece como si el planeta se hubiera vuelto loco de repente y no diera abasto con tanto corrimiento de tierra. De hecho, la oferta de viajes es tan ingente que nosotros mismos estuvimos vacilando durante varios días entre bañarnos en las aguas sulfurosas del Cráter Lake en Oregon o llegar hasta la ribera del lago Nicaragua para contemplar desde lejos como ruge y espolvorea nieve roja el volcán del Momotombu; y es que resulta que ahora mismo no sé que voy a hacer con todo el dinero que he ido ahorrando de una manera tan guardosa en la libreta. Tú me entiendes, ¿verdad? Nada me molestaría más que el fin del mundo me acabase pillando medio dormido en la chaise-longe mientras veo por la televisión “Adivina quién gana esta noche”.

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2 respuestas a “ Viaje al fondo de la tierra ”

  1. Tupacalos dice:

    Un guiño a la mentira en que vivimos. La grieta del tiempo se ensancha sin parar, y nuestro apocalipsis privado se acerca como un meteorito. Y, cerrando los ojos a lo evidente, nos vamos a una agencia de viajes a que nos ponga fácil anular la distancia.
    Me he puesto trascendente, pero no triste, porque, en el fondo, creo que mi tiempo no se acaba, aunque sepa que esta creencia, como casi todas, es una mentira.

  2. Pobrecito hablador dice:

    Sólo una apreciación. La mentira es no creer. Quien cree está animado por un espíritu creativo, está creando ese espacio donde hace posible esa creencia, un espacio que tiene la luz, el calor y la vitalidad de la fe que ha depositado en él. Detrás del que no cree, se extiende un yermo; delante del que cree, se extiende un oasis, y da lo mismo que sea originado por un espejismo. A veces los espejismos provocan los mismos efectos que lo que simulan.

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