El pasado siempre vuelve

En un lugar de España cuyo nombre debo silenciar, sucedió un hecho luctuoso. Una noche de invierno fría, el agua de los canalones sonaba sobre el empedrado de la solitaria calle. Serían aproximadamente las once de la noche, Pedro el tabernero, ante la escasez de clientes estaba recogiendo y ordenando el bar para echar el cierre. De repente, oyó un ruido que provenía de la calle, miró a través del ventanal y vio cómo un hombre estaba apuñalando a otro, por un momento se quedó sin poder reaccionar, cuando lo hizo vio cómo el asesino corría, y cuál fue su sorpresa cuando lo reconoció, era José, el de la familia de los “zurrones”.

Su primera intención fue llamar a la guardia civil, pero el miedo a una futura represalia le dejó inmovilizado.

El muerto era otro vecino del pueblo, Narciso; luto y dolor para la familia, más aún porque fue un crimen sin esclarecer.

Pasaron los años, y José y Pedro tuvieron ambos un hijo. Un día que los dos niños estaban jugando, el hijo de José le dio al hijo de Pedro con una piedra en la cabeza con tan mala fortuna que lo mató.

Entonces Pedro fue cuando delató a José, y pensó que si lo hubiera hecho antes su hijo estaría vivo.

El destino a veces es imprevisible y juega duras pasadas.

Encarni Arévalo

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