POETAS 63. Mark Strand III (Tormenta de uno»)

Mark Strand nació en 1934 en Sunmerside (Canadá) y murió en Nueva York el 29 de noviembre de 2014. Aunque Mark Strand abandonó pronto Canadá, siempre conservó un vínculo con este país. Canadá representaba para Strand el país de sus primeros recuerdos, en el que sus padres vivieron sus últimos años y en el que estaban enterrados: “Era el refugio de su pena, y era tan grande y vacuo que cada día que vivieron ahí tuvieron la certeza de estar perdidos”. Su destino itinerante iba a llevarle con su familia a instalarse en Estados Unidos. Cleveland, Montreal, Nueva York y Filadelfia fueron las plazas del padre como directivo de Pepsi-cola, convirtiendo los primeros años del poeta en una mudanza continua. También vivió durante estos años en Colombia, México y Perú, donde aprendió un español suficiente que a la larga le serviría para traducir a Rafael Alberti y Octavio Paz. Pero más que de Canadá o Estados Unidos, se consideraba ciudadano de un mundo hecho de libros, cuadros o fotos y cuya nación era la nación del idioma inglés. “No creo –comentó en cierta ocasión -que las condiciones geográficas que se me impusieron por haber nacido en Canadá y vivido en los Estados Unidos me definan en absoluto. Creo que me define de manera más elocuente lo que leo, lo que miro, la gente que conozco, y lo que escribo”. Después de graduarse en Antioch College en 1957, su vocación por la pintura le llevó a Yale para estudiar con el artista Joseph Albers, graduándose como pintor en la facultad de Bellas Artes en 1959. Desde entonces la pintura iba a ser una de las constantes de Mark Strand. Se ha dicho que en sus versos surrealistas e introspectivos se proyecta la sombra de Max Ernst, Giorgio de Chirico, o Magritte. Iba a ser precisamente el surrealismo una de las influencias capitales de su obra poética, como confesaría a Rosa Pereda en una entrevista: “yo creo que la poesía tiene tanto que ver con el azar como con la causalidad, que lo irracional tiene un papel tan importante en la vida como la razón”. La pintura le enseñaría, además, el valor de la paciencia, a darse cuenta que uno siempre puede volver sobre el trabajo al día siguiente. Pero mientras estudiaba en Yale, las lecturas de poesía, especialmente Wallace Stevens y Forster, le encaminaron de forma imprevista a su segunda vocación. “Nunca fui muy bueno con el lenguaje cuando era niño. Créame –aseguró en una entrevista a “Los Angeles Times” en 1991”-, la idea de que algún día me convertiría en poeta habría sido una gran sorpresa para toda mi familia”. No menos importante para su formación como poeta fue la fascinación que “veinte poemas de amor…” de Neruda ejerció en sus inicios. Neruda era un genio –escribió en “Alfabeto de un poeta”- pero en cuya escritura se mezclan inextricablemente la belleza y la banalidad. Cuando lo leemos, nos sentimos felices porque todo ha alcanzado una condición privilegiada. El universo es bueno después de todo. La utopía verbal de Neruda, dependiendo de la credulidad de cada quién, es un antídoto inocuo contra este siglo torturante”. De Neruda también llegó a decir que era el gran demócrata de la poesía, por rebajar lo elevado y elevar lo bajo, aunque le decepcionaban sus limitaciones intelectuales. No pensaba lo mismo de Octavio Paz, a quien consideraba uno de los hombres de letras más inteligentes del siglo XX, y cuya obra poética le había conmovido especialmente. Ya resuelto en su vocación poética, en 1960 se traslada con una beca Fulbright a Florencia para estudiar a los poetas italianos del siglo XIX. En Iowa continúa sus estudios literarios en el “Iowa Writers Workshop”, graduándose en 1962. Allí se hace amigo de Philip Roth, concluye su primer libro y comienza a dar clases en un taller de literatura. Su carrera docente le iba a hacer recorrer parte de Estados Unidos: Utah, Chicago, Nueva York o Boston. Su desembarco literario tiene lugar en 1970, cuando el responsable de la editorial Athenaeum, Harry Ford, publica su segundo volumen de poesía, «Reasons for Moving». Ford continuaría publicando su poesía con otras tres colecciones durante esa década hasta que, en 1980, Strand decidió pausar su producción poética. «Ya no creía en mis poemas autobiográficos», dijo entonces. Sentarse en su escritorio cuando no tenía nada que decir se le empezó a volver un suplicio, por lo que “ya sólo escribía cada vez que tenía tiempo y ganas y estos periodos empezaron a espaciarse cada vez más, y a veces hubo periodos de silencio de dos o tres años…De cualquier manera, ya nadie lee poesía. Los poetas sí, pero el lector común ha sido abandonado por la poesía». Mark Strand se empeñó entonces en otras aventuras literarias, como libros para niños, relatos o ensayos sobre arte. Una década después volvió con nuevos bríos, con volúmenes como «A Continuous Life» (1990), «Dark Harbor» (1995) y «Blizzard of One» (1998). Mientras tanto, comenzó a ganar terreno su pasión por la pintura. Escribió ensayos sobre Edwar Hopper o William Bailey, al mismo tiempo que en un taller en Hell’s Kitchen producía sus papeles pintados, mezclando pulpas de colores secos. A partir de 2011 se trasladó a Madrid de la mano la marchante de arte Mari Cruz Bilbao, quien se convirtió en su pareja. Trasladó cuadros, libros y gran parte de su mobiliario a un piso de Chamberí donde seguía recortando y pegando esos papeles pintados para convertirlos en collages que este mismo otoño expuso en una galería de Nueva York. El final de su carrera como poeta estuvo jalonado de números reconocimientos. Fue nombrado Poeta Laureado de Estados Unidos, ganador de la beca MacArthur en 1987, del premio Bollingen en 1993 y del Pullitzer de poesía en 1999 por “Tormenta de Uno”. Este mismo otoño estaba nominado al National Book Award por sus Collected poems. Su traductor, Dámaso López García, a quien se debe la traducción de los poemas aquí seleccionados, ha señalado como rasgos característicos de su poesía el que su mundo no tenga rasgos diferenciales propios. Los lugares no tienen nombre, los personajes son anónimos: “comparten los rasgos comunes de todos los paisajes y de toda la humanidad”. La presunta oscuridad de sus poemas no se relaciona tanto con la dificultad del lector ante un lenguaje oscuro como con la ausencia de referencias a un universo familiar. Las manifestaciones de temor ante un mundo maligno, el valor de la poesía ante una naturaleza apática y el deseo de gozar de un “momento perfecto” han sido también rasgos señalados por la crítica. Pero el propio Mark Strand nos ha dejado en diversas entrevistas una visión personal sobre su poesía. Mark Strand se consideraba un poeta metafórico. A diferencia de los poetas metonímicos, que representan fielmente el mundo de la experiencia, el poeta metafórico cree en un mundo alternativo con sus propias reglas y regulaciones. “Lo que me importa –dijo- es la integridad del mundo que creo, y no lo que estoy revelando sobre el mundo en el que viven los demás.” Mark Strand no se consideraba un poeta de la naturaleza, sino un poeta que ahonda en el comportamiento de las cosas. “Mis poemas describen actividades, a veces de carácter nervioso o absurdo, a veces muy pacífico, pero eso es lo que les da vida”. Era un poeta al que le gustaba mezclar la melancolía y lo elegíaco, que nunca desdeñaba el humor, interesado en las sintaxis complejas pero amante de las palabras sencillas como “piedra” o “cielo” o “mar”. Para Mark Strand los poemas no tienen por qué tener sentido: “son en primer lugar, y sobre todo, una experiencia, no un vehículo para un significado”. Por eso creía que la musicalidad verbal era un elemento imprescindible y confiaba esa musicalidad al ritmo que aporta la escritura a mano. “La gente que escribe en la computadora se olvida de escuchar el poema, creo que establecen un contrato visual con la computadora. En primer lugar, los poemas llegan tan rápido a imprenta que parecen mucho más terminados de lo que realmente están.” Puesto que la métrica es lo que distingue la poesía de la prosa, era fundamental para Strand que el poeta educase su propio oído escuchando el ritmo y la cadencia que otros poetas han imprimido a sus versos. También consideraba importante la tarea de reescritura de los poemas: “Los poemas no son estáticos. Cobran una vida propia y van hacia donde quieren. Pueden volverse estériles o resistirse. Si no mejoran, los odias” Por eso solían tener muchísimos borradores de cada poemas, a veces treinta o cuarenta. Escribía a mano varias versiones y después los pasaba a la computadora. Trataba de postergar lo más posible el momento de ponerlos en limpio. “Más que leer mis poemas, me interesa escucharlos, y cuando están escritos a mano me parece que los estoy escuchando”. Dos cosas consideraba importantes en su poesía: el misterio y la muerte. “La vida me parece misteriosa, mi presencia en la Tierra me parece misteriosa. Muchas veces, cuando termino un poema, no estoy muy seguro, aunque generalmente estoy seguro de lo que he dicho, siempre hay un elemento inexplicable”. Respecto a la muerte, llegó a escribir en “Alfabeto de un poeta” que había sido la influencia medular de su escritura. Pero también la preocupación central de la poesía lírica: “La poesía lírica nos recuerda que vivimos en el tiempo. Nos recuerda que somos mortales. Celebra o reconoce estados de ánimo, ideas e incluso acontecimientos para recordarnos que existen sólo en su forma transitoria. Pues ¿qué habría que tuviera significado fuera del tiempo? La poesía es un prolongado epitafio, un recuerdo de nuestra estancia aquí en la tierra”. También comentó: “Buena parte de lo que amamos en los poemas, sin considerar su tema, es que nos dejan con una sensación de novedad de vida agregada. La vida, por otra parte, nos prepara para nada y nos deja sin dónde ir. Sólo se detiene”.

Se deja aquí una selección de poemas de su libro “Tormenta de uno”, libro que recibió el premio Pulitzer y que compuso mientras trabajaba como profesor durante el periodo que pasó en Chicago y Baltimore entre 1993 y 1998.

 

ME VA A ENCANTAR EL SIGLO XXI

La cena se enfriaba. Los invitados, con la esperanza de los habituales

Encuentros rápidos, fríos y caprichosos, estaban echados

En los dormitorios. Las patatas estaban duras; las alubias, blandas; la carne…

No había carne. El sol de invierno había vuelto amarillos los olmos y las casas,

Los ciervos bajaban por la carretera como si fueran refugiados; en el camino unos gatos

Se calentaban sobre el motor de un automóvil. Luego un hombre se dio la vuelta

Y me dijo: “Aunque amo el pasado, su oscuridad,

Su peso que nada nos enseña, su pérdida, su todo

Que no pide nada, me va a encantar aún más el siglo XXI,

Pues veo en él a alguien en albornoz y zapatillas, con ojos castaños y pobre,

Que camina sobre la nieve sin dejar tras de sí ni siquiera una huella”.

“Ah”, dije mientras me ponía el sombrero, “ah”.

 

I WILL LOVE THE TWENTY-FIRST CENTURY

Dinner was gettin cold. The guests, hoping for quick,

Impersonal, random encounters of the usual sort, were sprawled

in the beadroms. The potatoes were hard, the beans soft, the meat-

there was no meat. The Winter sun had turned the elms and houses yellow;

Deer were moving down the road like refugees; and in the driveway cats

Were warming themselves on the Hood of a car. Then a man turned

And said to me: “Although I love the past, the dark of it,

The weight of it teaching us nothing, the loss of it, the all

Of it asking for nothing. I will love the twenty-first century more,

For in it I see someone in bathrobe and slippers, Brown-eyed and por,

Walking through snow without leaving so much as a footprint behind”

               “Oh,” I said, putting my hat on, “Oh.”

 

 

EL HOTEL DE LA PLAYA

Ah, mira, ¡ya navega el barco sin nosotros!, y el viento

Sopla de poniente, el siguiente barco zarpará dentro de un año.

Volvamos al hotel de la playa donde siempre llueve,

Donde el jardín, verde y sombrío, dice, con el más raro

De los susurros: “Prohibido el paso”. Podemos pasear, visitar

A los muertos, engalanados con sus cenicientos pijamas, y después de viajar

Entre los abedules podemos echarnos sobre la cama deshecha, mientras miramos

Cómo repta por el suelo la vieja luz de la luna. Los cristales de las ventanas

Temblarán y nos cubrirán olas de fría, innecesaria,

Sombría oscuridad. Y caeremos en las catacumbas estrechas y llenas de espejos

Del sueño y allí en la degradada luz descubriremos los huesos,

El polvo, los amargos restos de quien pudiera haber sido

                             Si no hubiéramos ocupado su lugar.

 

THE BEACH HOTEL

Oh, look, the sihp is sailing without us! And the wind

Is from the east, and the next ship leaves in a year.

Let’s go back to the beach hotel where the rain never stops,

Where the garden, Green and shadow-filled, says, in the rarest

Of whispers, “Beware of encroachment. “We can stroll, can visit

The dead decked out in their ashen pajamas, and after a tour

Of the birches, can lie on the rumpled bed, watchin

The ancient moonlight creep across the floor. The window panes

Will shake, and waves of darkness, cold, uncalled-for, grim

Will cover us. And into the close and mirrored catacombs of sleep

We’ll fall, and there in the faded light discover the bones,

The dust, the bitter remains of someone who mmight have been

                                 Had we not taken his place.

 

 

 

EL REGRESO DEL GRAN POETA

Cuando la luz se vertía por un claro de las nubes,

Supimos que iba a aparecer el gran poeta. Y así fue.

Se bajó de una limusina con neumáticos blancos y

Vidrieras en las ventanas. Luego, con locuacidad clara y silenciosa

Avanzó por el vestíbulo. Se hizo el silencio. Las alas eran grandes.

El corte del traje y el ancho de la corbata estaban pasados de moda.

Cuando hablaba, el aire parecía blanco a causa de los gritos imaginados.

El gusano del deseo horadaba el corazón de todos los que allí estaban.

Tenían los ojos llenos de lágrimas. Estuvo mejor que nunca el gran hombre.

“No hay prisa –dijo al finalizar la lectura-, el fin del mundo

Sólo es el fin del mundo tal y como lo conocéis”.

Típico de él, pensaron todos. Luego se fue

Y el mundo se quedó vacío. Hacía frío y no se movía el aire.

Ustedes que están ahí, díganme, ¿qué es la poesía?

           ¿Puede morirse alguien sin un poco tan siquiera?

 

THE GREAT POET RETURNS

When the light pured down through a hole in the clouds,

We knew the great poet was going to show. And he did.

A limousine with all White tires and stained-glass Windows

Dropped him off. And then, with a clear and soundless fluency,

He strode into the hall. There was a hush. Hi swings were big.

The cut of his suit, the width of his tie, were out of date.

When he spoke, the air seemed whitened by imagined cries.

The worm of desire bore into the heart of everyone there.

There were tears in their eyes. The great one was better than ever.

“No need to rush, “he said at the close of the reading, “the end

Of the world is only the end of the world as you know it.”

How like him, everyone thought. Then he was gone,

And the world was a blank. It was cold and the air was still.

Tell me, you people out ther, what is poetry anyway?

               Can anyone die without even a Little?

 

 

UN TROZO DE LA TORMENTA

Desde la sombra de las cúpulas en la ciudad de las cúpulas,

Un copo de nieve, una tormenta de uno, ingrávido, entró en tu habitación

Y se abrió camino hasta el brazo del sillón donde tú, al levantar la mirada

Del libro, lo viste cuando aterrizó. Eso fue

Lo que ocurrió. Nada más que un solemne despertar

A la brevedad, al subir y bajar de la atención, rápidamente,

Un tiempo entre tiempos, un funeral sin flores. Nada más que eso

Excepto por la sensación de que este trozo de la tormenta,

Que se convirtió en nada ante tus ojos, volverá;

Que alguien dentro de muchos años, sentado como tú ahora, dirá:

“ha llegado la hora. El aire está preparado. Hay un claro en el cielo”.

 

A PIECE OF THE STORM

Form the shadow of domes in the city of domes,

A snowflake, a blizzard of one, weightless, entered your room

And made its way to the arm of the chair where you, looking up

From your book, saw it the momento it landed. That’s all

There was to it. No more than a solemn waking

The brevity to the lifting and falling away of attention, swiftly,

A time between times, a flowerless funeral. No more than that

Except for the feeling that this piece of the storm,

Which turned into nothing before you eyes, would come back,

That someone years hence, sitting as you are now, might say:

“it’s time. The air is ready. The sky has an opening.”

 

 

NUESTRA OBRA MAESTRA ES LA VIDA PRIVADA

I

¿Hay algo ahí abajo en el agua que nos elude,

Algún tímido acontecimiento, algún secreto de la luz que cae sobre lo hondo,

Alguna fuente de dolor que no desea que la descubran todavía?

 

¿Por qué debe importarnos? ¿No proyecta el deseo sus arcos iris sobre la tosca porcelana

De la piel del mundo y llena el aire con sus compases? ¿Para qué buscar más?

 

II

Y ahora, mientras los defensores del horror y de la tristeza

Empujan de un lado a otro de la playa la barca llena de agua, comamos

El rodaballo con este exquisito beaune blanco.

 

Cierto la luz es artificial y no vamos bien vestidos.

¿y qué? Nos gusta esto. Nos gustan los bueyes en el campo de al lado,

Nos gusta el ruido del viento sobre la hierba. Tu forma de hablar,

 

En voz baja, las confesiones a media noche… ¿para qué vivir

Por otra cosa? Nuestra obra maestra es la vida privada.

 

III

De pie en el muelle, entre El Cisne Errante y la Estrella Inmaculada,

Respirando el aire de la noche mientras el momento del goce que viene

De los goces fugitivos parece crecer la belleza

 

Que se mancha a sí misma, que sólo puede ser lo que fue, que se sostiene a sí mmisma

Un poco más en su marcha, pienso en nuestro cómodo paso

Entre las divisiones graduales, las crisis que se desangran

 

En los ordinario, dejándonos cada vez un poco más cansados,

Un poco más lejos de las experiencias, que, en los días de antaño,

Nos cautivaban durante horas. El paseo por la carretera llena de curvas

 

De regreso a casa, el mar golpeando en los acantilados,

El vaso de whiskey en la mesa, el libro abierto, las preguntas,

Todas las recompensas del día esperando a las puertas del sueño…

 

OUR MASTERPIECE IS THE PRIVATE LIFE

Is there something down by the wáter keeping itself from us,

Some shy event, some secret of the light that falls upon the deep,

Some source of sorrow that does not wish to be discovered yet?

 

Why should we care? Doesn’t desire cast its rainbows over the coarse porcelain?

Of the world’s skin and with its measures fill the air? Why look for more?

 

II

And now, while the advocates of awfulness and sorrow

Push their dripping barge up and down the beach, let’s eat

Our brill, and sip this beautiful White Beaune.

 

True, the light is artificial, and we are not well-dressed.

So what. We like it here. We like the bullocks in the field next door,

We lke the sound of wind passing over grass. The way you speak,

 

In that low voice, our late night disclosures… whi live

For anything else? Our masterpiece is the private life.

 

III

Standing on the quay between the Roving Swan and the Star Inmaculate

Breathing the night air as the momento of pleasurre taken

In pleasure vanishing seem to grow its self-soiling

 

Beauty, which can only be what it was, sustaining itself

A Little longer in its going. I think of our own smooth passage

Through the graded partitions, the crises that bleed

 

Into the ordinary, deaving us a Little more tired each time,

A Little more distant from the experiences, which, in the old days,

Held us captive for hours. The drive along the winding road

 

Back to the house, the sea pounding against the cliffs,

The glass of whiskey on the table, the open book, the questions,

All the day’s rewards waiting at the doors of sleep…

 

 

UN VIEJO SE VA DE FIESTA

Estaba claro, cuando me fui de la fiesta,

que, aunque tenía más de ochenta años, tenía todavía

un cuerpo bello. La luna brillaba sobre nosotros como suele hacer

en momentos de profunda introspección. El viento contuvo el aliento.

Y, mira, alguien dejó un espejo apoyado contra un árbol.

Tras asegurarme de que me hallaba solo, me quité la camisa.

Las flores de la yuca asintieron con sus cabezas bañadas por la luz de la luna.

Me quité los pantalones y las urracas dieron vueltas en torno a las secuoyas.

Al fondo del valle, el crepitante río fluía de nuevo.

Qué extraño que estuviera en medio de un lugar virgen solo y con mi cuerpo.

Sé en qué estas pensando. Yo también fui como tú. Pero ahora,

con tanto ante mí, tantos árboles de color verde esmeralda, y

Campos blanquecinos de hierbas, lagos y montañas, ¿cómo podría yo

No ser sólo yo mismo, este sueño de la carne, sin tardanza?

 

OLD MAN LEAVES PARTY

It was clear when I left the party

That though I was over eighty I still had

A beautiful body. The moon shone down as it will

On moments of Deep introspection. The wind held its breath.

And look, somebody left a mmirror leaning against a tree.

Making sure that I was alone, I took off my shirt.

The flowers of bear grass nodded their moonwashed heads.

I took off my pants and the magpies circled the redwoods.

Dopwn in the walley the creaking river was flowing once more.

How strange that I should stand in the wilds alone with my body.

I know what tyou are thinking. I was like you once. But now

With so much before me, so many emerald tres, and

Weed-whitened fields, mountains and lakes, how could I not

Be only myself, this dream of flesh, from moment to momento?

 

 

 

ALGUNAS ÚLTIMAS PALABRAS

1

Es más fácil para una aguja pasar por un camello

Que para un hombre pobre entrar en una mujer rica.

Simplemente, vete al cementerio a preguntar.

2

Finalmente, te vas y dejas que la puerta

Se cierre de golpe tras tu último pensamiento, pero ¿cuál era?

Simplemente, vete al cementerio a preguntar.

3

“Negligencia”, este perfume es el que me encanta.

Ah, Fedora. Fedora. Si lo quieres,

Simplemente, vete al cementerio a preguntar.

4.

Si piensas que vienen cosas buenas

Y que el mundo mejorará, no aguantes la respiración.

Simplemente, vete al cementerio a preguntar.

6

Tú, el de ahí, ¿por qué preguntas si éste es el valle

Del ilimitado azul y si somos sus prisioneros?

Simplemente, vete al cementerio a preguntar.

7

La vida es un sueño que el que duerme jamás puede recordar al despertar.

Si esto no está a tu alcance, Oh Magnífico,

Simplemente, vete al cementerio a preguntar.

 

SOME LAST WORDS

1

It is easier for a needle to pass through a camel

Than for a por man to enter a woman of means.

Just go to the graveyard and ask around.

2

Eventually, you slip outside, letting the door

Band shut on your latest thought. What was it anyway?

Just go to the graveyard and ask around.

3

“Negligence” is the perfume I love.

O fedora. Fedora. If you want any,

Just go to the graveyard and ask around.

4

The bones of the buffalo, the rabbit at sunset,

The wind and its doublé, the tree, the town…

Just go to the graveyard and ask around.

5

If you think good things are on their way

And the world will improve, don’t hold your breath.

Just go to the graveyard and ask around.

6

You over there, why do you ask if this is the valley

Of limitless blue, and if we are its prisoners?

Just go to the graveyard and ask around.

7

Life is a dream that is never recalled when the sleeper awakes.

If this is beyond you. Magnificent One,

Just go to the graveyard and ask around.

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