Cuentos

Escribir es una especie de psicoanálisis vergonzoso. Una búsqueda del inconsciente freudiano sin poner de manifiesto a los demás, los probables lectores, los descubrimientos que hallamos en ese bucear en el oscuro mar del yo que no conocemos.

Releyendo lo escrito pueden encontrarse motivos para escribir que el escritor no sabía que estuvieran allí.

Leyendo lo escrito por otro puede caerse en la tentación de suponer aquellos motivos, de creer que el autor se desnuda. Por eso es peligroso publicar entre amigos, pueden pensar que conocen al autor mejor que él mismo. Malo es que te lo digan: tu vida se presenta como una foto en color sepia, medio borrada y tan envejecida que en la figura que aparece allí no te reconoces. Y cuando dices:

“-No, yo no soy así” No te creen.

Peor es que no te lo digan. Seguramente es porque creen haber descubierto algo malo.

Y lo horrible, lo más horrible, que no te lean.

A pesar de todo hay desgraciados que escriben compulsivamente, lo hagan bien o mal. Y publican aunque nadie los lea. Es la ventaja del Blog.

Por algún motivo que no confesaré he escrito algunos cuentos con protagonistas entre la infancia y la adolescencia. Son historietas sin más pretensión que entretener un rato. Adjunto uno de ellos con la esperanza de que alguien lo lea y, sin pensar que me conoce mejor, me diga que le gustó un poco.

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