Escribir, leer poesía

Escribir poesía, leer poesía.

La poesía es algo más que un género literario. Pertenece al mundo de las cosas trascendentes e intangibles, “ingrávidas y sutiles como pompas de jabón”. Para mí siempre es un exabrupto, algo que surge repentinamente y que es un producto del mundo de la libertad kantiana, como la religión, de la que Schleiermacher dice que debe abordarse desde la intuición y el sentimiento. La poesía surge del sentimiento y la intuición la lleva al papel.
Por ejemplo un repentino sentimiento de ausencia, tal vez promovido en lo profundo por un recuerdo o tal vez por el vacío existencial, lleva a escribir algo como:

Ausencia

Miré al monte, tan lejos…
Sentí el calor de sus piedras
y oí tu respirar.

Grité muy fuerte en mi silencio,
seguro de que el eco
te hará llegar mi voz.

Pero tú no estabas en el monte,
tan lejos…

Pero nadie busca al amado a cien kilómetros con unos prismáticos, ni oye el respirar a esa distancia, ni grita fuerte en su silencio. El poema es un acorde que cuando se publica pretende generar otros sentimientos, y de ningún modo intenta contar una historia. Es más, si el mismo autor la relee puede sentir algo diverso, tal vez ampliado, porque ¿Qué ausencia promueve ese sentimiento?: Cambiaré sólo una minúscula por mayúscula y en el fondo del alma sentiré el absurdo deseo del imposible parecerme a San Juan de la Cruz: Las montañas son sagradas y Dios está en la brisa , que puede ser su respirar. El silencio de Dios es doloroso:

Miré al monte, tan lejos…
Sentí el calor de sus piedras
y oí tu respirar.

Grité muy fuerte en mi silencio,
seguro de que el eco
te hará llegar mi voz.

Pero Tú no estabas en el monte,
tan lejos…

Claro, es posible que el poema sea tan malo que no despierte sentimientos en un hipotético lector. Entonces no hay nada que hacer.

Tampoco puede surgir algo interesante si el lector no desea ponerse en el modo de “leer poesía”. Es decir, si no quiere que la lectura, como un psicotrópico, le altere el sentir, y a través de unas modestas palabras promueva en su alma sentimientos, otros, pero de la misma intensidad que los que tuvo el escritor. Es un desperdicio de tiempo tratar de encontrar tras un poema una historia, un motivo e incluso un ritmo. Lo que importa es “que el viento ha estremecido a la flor”. En consecuencia no es buena práctica fijarse en las palabras, interpretarlas, torcerlas, imaginar otro poema que el lector hubiera escrito si hubiera cambiado su papel en esta historia. Todos los lectores son mejores escritores en potencia, de poesía también, si dejan sobre el papel sus sentimientos, no un análisis ni un reflejo.

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Una respuesta a “ Escribir, leer poesía ”

  1. catóptrica dice:

    Y dijo Tupacalos:
    >>
    no es buena práctica fijarse en las palabras, interpretarlas, torcerlas, imaginar otro poema que el lector hubiera escrito si hubiera cambiado su papel en esta historia. Todos los lectores son mejores escritores en potencia, de poesía también, si dejan sobre el papel sus sentimientos, no un análisis ni un reflejo.
    >>
    De acuerdo: cogida la indirecta.
    Por lo demás, tranquiliza a mi pudor de no-literata [exhibicionistas de la subjetividad profesionales haberlos haylos, pero los que acabamos publicando cosas así –no se sabe muy bien para qué– preferimos encubrir la intimidad tras siete velos] el comprobar que el escritor-lector de mi «ausencia» no tiene la más remota idea de lo que hay detrás de esas líneas. En cualquier caso, ya que no valgo ni para demiurgo ;d me dejo de poses estéticas y versos, casi inevitablemente narcisistas; más vale la búsqueda de la Verdad, y a San Juan de la Cruz no es versificando como se le puede emular…
    Incipit vita nova!

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