Mes: octubre 2007

Operación «bolsas de basura»

Marbella la Bella,

ciudad amurallada fuiste

con tu basílica paleocristiana de Vega del Mar,

restos romanos te quedan

como las termas de Guadalmina.

En foros nacionales e internacionales

premiada fuiste.

La cordialidad de tus gentes

al turista atrae.

Cualquier rincón el alma llena.

Los que allí habéis nacido

y también los foráneos

por derecho tenéis que disfrutarla,

no dejéis que cuatro aprovechados

os dejen sin nada.

¡y menos mal que tiempo

no les ha dado

y no han podido llevarse

el mar en bolsas de basura!

Porque «Malaya» la hora

que sus pies pusieron

estos presuntos

en Marbella la Bella.

María papelotes

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Cómo los Bunyoro llegaron a tener un rey

La historia de Ishua me ha llevado a África, y he recordado la historia que me contó un viejo Bunyoro en mis tiempos de juventud, cuando exploraba el África profunda en compañía de Conrad, de la que tomé buena nota en taquigrafía. Es un cuento sobre lo exótico. A quien no le apetezca leer sobre eso, que no lo lea.

Cómo los Bunyoro llegaron a tener un rey

Los Bunyoro son un pueblo real de Uganda, en el sur este de África, y su rey se llama realmente Mukama. Esto es lo único de verdad que hay en las páginas siguientes. Esto y las verdades que el hombre sin nombre va contando. Pido excusas a los Bunyoro si su historia no se parece en nada a ésta.

A ti te contaré la verdad. Te la contaré para que cuando regreses a tu país se la cuentes a tus ancianos y así ellos sean más sabios y dirijan a tu gente de manera que no les ocurra lo mismo. Yo sé la verdad porque me la contó mi padre a quien se la había contado su padre y así hasta mil o dos mil padres de padres. Si tú no crees que sea una historia tan antigua ¿cómo puedes pensar que yo pueda creerte cuando dices que en tu pueblo viven más personas que en mil pueblos como éste? Pero no es este el caso. Te lo cuento a ti porque tengo una preocupación: no sé si se lo he dicho suficientemente a los ancianos que quedan, o si me han escuchado alguna vez los jóvenes del poblado y así alguno podrá ser el mensajero que guarde la verdad. Porque creo que todos los pocos ancianos que quedan, menos yo, están vendidos al Mukama, por un poco de comida un poco de cerveza y un poco de joo-k-anna… pero mira, ahora que lo menciono, dame aquella bolsa que está allí, colgada de aquella estaca… tu eres joven y te mueves con menos trabajo que yo que sólo espero el momento de reunirme con mis antepasados. Pero te decía que los viejos están vendidos y los jóvenes sueñan con otro mundo que a lo mejor se parece al tuyo pero que yo creo que es peor… Ves, nunca cojas mucha joo-k-anna. Como con todas las cosas, coger demasiado no solo da mala suerte, también sienta mal… lo he visto varias veces, muchas veces, siempre que ocurre una desgracia el culpable de atraerla era uno que cogía mucho. Siempre lo dijo el chamán. (más…)

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CARTA DE ISHUA. EN PRINCIPIO VA DIRIGIDA A SU MADRE, DESPUÉS NO SE SABE.

CARTA DE ISHUA. EN PRINCIPIO VA DIRIGIDA A SU MADRE, DESPUÉS NO SE SABE.

4 de Febrero de 2007.

Mamá, emprendo el viaje con ilusión y muchas expectativas , cantos de sirenas inundan mis oídos, la esperanza de una nueva vida me llena el alma. Si todo me va bien, con creces te devolveré el dinero que para pagar el viaje me has dado, con la venta de tu animal de labranza. ¡gracias mamá! Digo adiós a mi adorada África con sus paisajes de ensueño y sus atardeceres de magia, pero tan dura para sobrevivir.

A las tres de la madrugada aparece el cayuco y entre las sombras de la noche para no ser vistos, vamos embarcando; no puedo contar los que vamos, pero me parece que somos demasiados. Emprendemos la marcha, nos deslizamos lentamente hacia la tierra prometida. Amanece, vamos llegando a alta mar, las mareos y vómitos van haciendo su aparición en ciertos pasajeros, el malestar es general, el sol llega a su punto álgido, nos abrasa la piel. Estamos en medio del océano, su inmensidad es aterradora, vamos sin rumbo. La noche se acerca, el manto negro cubierto da un ligero resplandor fantasmagórico a la barca, el frío arrecia, encogidos y apretujados unos con otros nos damos calor mutuamente, hacemos un duermevela con sueños nada halagüeños (la euforia se ha evaporado) Abrazados a nuestros pobres enseres y protegiendo sobre todo nuestra joya más preciada, la botella de agua.

Es una travesía inenarrable, los excrementos arrojados al mar en bolsas de plástico. Pero lo peor ha llegado, hay personas que no soportan las inclemencias y mueren, son igualmente arrojados al mar. Una galerna se avecina, olas gigantescas pasan por encima de nosotros, parece la barca de Caronte. Cuando amaina la tormenta ya somos algunos menos, las olas que tan poéticas quedan en la literatura se han convertido en arma mortal. Que sus almas nos esperen en el más allá. De momento calma, en la lejanía se divisa un barco, entro en una especie de sopor, las imágenes de mi vida se suceden desde la niñez, parece que mi cuerpo levita, estoy perdiendo la conciencia, una paz interior me invade, entro en el túnel, al final un resplandor, lo atravieso, ¡adiós mamá!.

Un equipo de salvamento los socorre. Ishua ha muerto, entre sus manos encontraron la carta.

¡Qué calidad de vida tan espantosa tienen que tener estas personas!, que se embarcan en un cayuco, cuatro tablas mal clavadas y emprenden una travesía en el océano, y cuando llegan qué esperanza de vida les queda.

Unidos a muchos contratiempos, el más importante es el idioma, al final para algunos la repatriación.

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Soñar despierto

Todas las mañanas me despierto con una nueva personalidad, porque muchas cosas no sé hacer, ¡pero sueños! tengo la cabeza llena. El lunes, como es un día aburrido hay que inventar algo ameno y relajante, me convierto en Brad Pitt, que a las chicas de calle lleva. El martes me pongo la escafandra y en el platillo volador me meto y llego a Marte, a mi regreso, con vítores y aclamaciones me reciben. El miércoles me convierto en profesor de filosofía, y cuando explico me convierto en Platón. El jueves, cirujano soy, mis diestras manos maravillas hacen. El viernes me convierto en pintor, pero no de brocha gorda, ¡no!, por lo menos en Van Gogh. El sábado, en un circuito corro y naturalmente soy el mejor. El domingo, agotado de tanto cambio de personalidad estoy, que me convierto en un vago que es lo que realmente soy.

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Impresiones de verano (XV)

~·~·~·~

viento remoto
centellean las hojas
soy aire y luz

~·~·~·~

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LA NATURALEZA DEL MONSTRUO

Nadie mejor que yo sabe cómo es el monstruo. Sus ojos llamean como si fuera a prender fuego a todo cuanto mira y tiene un cuerno en medio de la frente. Es más feroz cuando ríe que al ponerse furioso, pues entonces deja ver su lengua bífida y sus largos colmillos afilados. Su piel es oscura como un ascua apagada y una pelambre densa recubre todo su cuerpo. Cuando los hombres escuchan retumbar sus pasos, se apartan de su camino y huyen espantados, sin ni siquiera mirar atrás. Tratan de evitar la letal embestida de su cuerno, el rapto de los niños, el ultraje de sus mujeres. Ahora ya sé cuál fue el propósito por el que me dejó con vida, por qué no me sacrificó como hizo con los otros niños. Pero entonces, cuando yo no era más que un animalillo dócil entre sus garras, me echaba a temblar pensando que en cualquier momento moriría aplastado al mínimo aliento salido de su boca.
Todo cuanto sé me lo enseñó el monstruo. Durante un tiempo intenté resistirme, pero al fin, con infinita paciencia, fue instilándome su ración de odio diaria contra los hombres. Ahora lo sé, pero entonces no conseguía entender por qué los odiaba tanto.

El monstruo me llevaba a todas partes consigo y viendo cómo acechaba a sus presas, cómo colocaba sus trampas, cómo arrancaba a los cachorros de sus madres, fui aprendiendo todo lo que debe aprender un monstruo para provocar el mayor horror posible. Por allí por donde el monstruo pasaba, sembraba el dolor y el llanto. Desmoronaba casas, calcinaba con sus pisadas las plantaciones, y los animales que los hombres tenían consigo desfallecían de espanto sólo con ver su sombra. Para los hombres, el monstruo era la encarnación del mal. Para el monstruo, el mal no existía.
El mal es cosa de los hombres y de su diablo –solía repetirme. Pero el diablo no es más que un humilde siervo de la muerte. Algo en lo que siempre piensan los hombres y sin embargo nunca llegan a conocerla. Pero nosotros obramos sin disimulo y directamente les enseñamos el sabor de la muerte, para que aprendan a valorar su pobre vida. El mal con el que los hombres quieren contagiarse, los vuelve tontos y nosotros les abrimos los ojos definitivamente. Pero el miedo no les deja ver que la muerte es una liberación. Nosotros somos los heraldos de la muerte, clamaba.
Y debía ser así, porque donde el monstruo pisaba no volvía a brotar la hierba, las aguas se pudrían, descarnados esqueletos iban creciendo en torno. A sus espaldas siempre dejaba un rastro de ruinas y devastación.

Cuando ya no le quedaba al monstruo nada que enseñarme, me abandonó a las puertas de un poblado humano. Quizás para que mostrase a los hombres todos los misterios del horror con el que había sido aleccionado o tal vez para que al fin pudiese regresar por fin con los míos. Durante varios días vagué por los alrededores olvidado de mí, enloquecido por un miedo cerval a los hombres. Los años en que había estado apartado de ellos habían hecho que olvidase mi naturaleza humana. Varias veces me propuse mi regreso y otras tantas desanduve el camino. Hasta que un día en que por fin me había decidido a ingresar en el poblado, sentí que un solo cuerno empezaba a brotarme en el medio de la frente, que mis colmillos habían acabado de aguzarse, que mis garfios habían crecido en punta lo suficiente como para poder hender la carne. Entonces comprendí que mi padre me había abandonado cuando mi aprendizaje había llegado a su fin.

Aunque había sido educado como un monstruo, en mi interior había intentado comportarme como un hombre y, como tal, me sentía atraído por los otros hombres. Me fascinaban de algún modo sus modales delicados, su lenguaje zalamero, su voz sensible y aflautada. La sed y el hambre me habían al fin acorralado y el olor de la comida en la lumbre me hizo aproximarme hasta los márgenes del río que atravesaba su poblado. Mientras acudía al encuentro de los hombres, iba pensando que tal vez ellos me acogerían como a uno de sus animales domésticos. O tal vez, me dije, pueda enseñarles lo que no saben y pueda convertirme en maestro de hombres.

Cuando llegué al río observé que había una niña que estaba bañándose en la orilla. Su cuerpo desnudo, virginal aún, su larga cabellera rubia y sedosa como un penacho me dejaron petrificado en la orilla. Era la primera vez que la niña veía a alguien tan salvaje como yo y debí de parecerle hermoso. Ella se acercó a acariciarme la cabeza mientras me disponía a beber y sus labios dibujaron un gesto delicado que nunca antes había visto ni volveré a ver jamás. Por cortesía, yo le devolví aquel gesto y mis labios se crisparon hasta violentar mi naturaleza feroz. La niña me miró con ternura y curiosidad. Hasta entonces yo sólo había visto miedo y desolación en la mirada de los hombres. El brillo de alegría en la mirada de la niña me cegó y sació toda mi sed de golpe. Para cuando abrí los ojos ya todo había concluido. Pues en nuestra inocencia ni ella ni yo supimos resistirnos. ¿Cómo podíamos saber entonces que nunca se debe acariciar el cuerno de un monstruo? El río ya descendía teñido de rojos resplandores y al contemplarme en su reflejo sentí revivir el rostro de mi padre; y por primera vez no sentí miedo al verle, sino una entrañable ternura, y me vino de golpe a la memoria todo cuanto me había enseñado. Vi que mis ojos llameaban junto al cuerno que había atravesado ya mi frente. Vi que mi piel se había vuelto negra y más peluda. Mis sentidos estaban desmesuradamente abiertos, como si el hambre los hubiera desatascado, y sentía que el olor de la sangre había liberado mis instintos largo tiempo dormidos. Algo se conmovió en mi seno como si acabase de ser preñado. Lancé un mugido al aire y comencé a beber. Mientras lamía aquella sangre dulce, supe que no era el agua lo que había ido a buscar al río; supe, mientras me dirigía al poblado con el cuerno erguido y orgulloso, que aquellos gritos de horror que percibía a lo lejos iban a acompañarme para siempre como una segunda sombra.

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Impresiones de verano (XIV)

~·~·~·~

lejos del hogar
trémulos faroles
marcan un rumbo

~·~·~·~

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Tiempo, espacio y vida

Aunque es antiguo, creo que algunos lectores del blog no lo conocen. Es un juguete filosófico-matemático sin pretensiones, espero que os guste. 

Desde fuera del mundo de las matemáticas, un observador poco experto debe tener un concepto algo extraño de la visión que la filosofía exacta nos ofrece del mundo real. Simplemente por falta de pericia.

Asumiendo que esta es mi propia situación ya dejo claro que lo siguiente no es más que un divertimento, un juego que ni siquiera aspira a parecerse de lejos a un juego matemático…

Pero supongamos que somos un fenómeno matemático, el resultado de una función de T, en un entorno creciente. Es decir, como variables dependientes no podemos hacer otra cosa que adquirir los valores que nos manda T: Arrugas, achaques, distancias…

Podría considerarse el Big Bang como la irrupción de la existencia en un entorno matemático temporal en el que se comienza, además, en un periodo de valores crecientes de la variable independiente.

Esta visualización a modo de una circunstancia matemática me resulta especialmente atractiva, primero porque después de aquello de las paredes que hacían cuantos hombres en tantos días si en siertres metros cuadrados catorince hombres han tardado tropebuntas horas, es la primera realidad seria que se me ocurre. Luego por lo vistoso del fenómeno: Esto último no se puede negar: Maravillosos fuegos artificiales: Galaxias y galaxias llenas de agujeros negros, novas y supernovas, moviéndose a velocidades inimaginables alejándose de un punto que… por cierto: ¿Donde está?

Debo detenerme. Creo que muchos hipotéticos lectores deben estar absolutamente despistados porque he ofrecido una visión completamente subjetiva y deformada del universo en tres párrafos escritos en clave de … ligereza?

Primero explicaré que entiendo por “entorno”: Un entorno es una parte del todo en la que se dan ciertas características especiales. Por ejemplo una pecera. Podría hacer dicho una botella, pero la pecera es un entorno que permite por sus especiales cualidades que en ella vivan peces. Como en nuestro entorno pueden vivir seres temporales.

Pensemos en nuestro espacio vital como si fuera una pecera, vacía. Estamos, “antes” del Big Bang, fuera del tiempo. El que nosotros necesitemos una pecera y no podamos ver fuera de ella, no excluye que haya otras. Ni intento imaginar como podrían ser, no dispongo de los conceptos necesarios para asociarlos y crear una idea nueva.

Condicionado por el leguaje temporal debo decir “en un determinado momento” algo, que poéticamente se me ocurre llamar “realidad”, perfora la superficie exterior de nuestra pecera y se produce el Big bang. Es como si una bala hubiera acertado en el cacharro de cristal. Y la pecera se puebla de fenómenos temporales entre los que nos encontramos nosotros.

Si algún día los astros que se alejan comenzaran a acercarse, lo cual dicen que es función de la cantidad de masa que haya en el Universo, podría decirse que la variable “espacio ocupado” ha entrado en un periodo decreciente. Pero ¿Será para valores de T crecientes o será que estamos volviendo atrás en los valores del tiempo…? Y, si esto ocurriera: ¿que pasaría cuando toda la masa del universo coincida en el punto de que partió? ¿Habrá un Gnab Gib hacia la zona no espacio – temporal de los entornos?

No debemos vivir estresados por este pensamiento, parece que personas más sensatas que yo han determinado que los cuerpos celestes se alejan a velocidades crecientes, con lo que no creo que pasemos a una situación atemporal en un futuro inmediato, al menos por este procedimiento del Gnabgib.

Mi teoría es que la regresión se produciría por disminución de los valores de T, que T y espacio están ligados. Tal vez la gravedad es la consecuencia de esa relación tan particular: cuando la gravedad haga revertir el desplazamiento de los cuerpos celestes, el tiempo también revertirá. ¿Tendrá esto que ver con la resurrección de los muertos?. Claro que también sería la disolución – no encuentro otra palabra – de los preexistentes. Seria una sensación: cada rato un poquito más joven… niños, bebes, y de repente, ¡Zas!, dentro de la tripa de tu madre… Supongo que la gente no querría rejuvenecer, como ahora no quiere envejecer, y que habría pensiones de juventud y los despartos serían como las defunciones y en lugar de acabar en un horno crematorio acabaríamos en un tristísimo desorgasmo de nuestros progenitores…

Digo yo que a que extremos puede conducir el uso inapropiado de la filosofía matemática.

Pero volviendo al espacio y al tiempo, o mejor, imaginando un entorno en el que no haya tiempo, no caeríamos en un “espacio” en sentido estricto, con su anchura, su altura, su longitud, su camisita y su canesú. Porque: ¿Que sentido tiene la distancia sin el tiempo? Si estoy al mismo tiempo aquí y allí: ¿Cual es la distancia entre los dos citados puntos?

Y sin el tiempo tampoco hay olvido, y como el olvido es la distancia, pues eso.

Mi última disquisición, antes de que alguien me pregunte que qué es lo que estoy leyendo ahora y deba confesar que la edición americana del Playboy…

Nuestra cultura nos enseña que hay otras formas de salirse del tiempo: por ejemplo, morirse.

Lo que no me explico todavía muy bien es por qué si al morirnos nos salimos del tiempo no perdemos también la corporeidad. ¿Será verdad que el “Yo” no está unido a la mera realidad tangible y que el cadáver no es más que el modo de reciclar la materia que tiene el Demiurgo?

La apreciación de la vida como una función espacio – temporal tiene sus pequeños corolarios:

la muerte temporal puede ser el punto de intersección de la función que es nuestra vida con la “superficie” exterior del entorno. Como todas las funciones serias, la vida no será fácilmente determinable sino que deberemos parir una función de probabilidad para los hechos, a semejanza de la ecuación de Schrödinger para los electrones, siendo el libre albedrío el que nos haga estar en un punto determinado de la banda de fluctuación posible y la fatalidad, el Karma, el destino quien fije la amplitud de la banda completa.

En general creo que casi todas las culturas serias enseñan que si te mueres, para ti todo se te hace como un burruño o un tojunto, de modo que toda tu vida, y otras más, pasan por tu mente en un segundo. Esto es, claramente, una consecuencia de la desaparición del tiempo como variable independiente

Digo yo que matemáticamente hablando, los recuerdos y las experiencias deben quedarse ahí, como un holograma, que contiene toda esa información que apenas podemos intuir haciendo incidir a la luz con ángulos distintos en la tarjeta Visa. Por eso, cuando yo me muera quisiera que alguien me mirara con mucho cariño, a ver si desde cierto ángulo se ve toda mi vida

Los acostumbrados a leer filosofía perdonan las licencias ortográficas y continúan la lectura aunque no entiendan nada. Espero que este hecho les haya permitido llegar hasta aquí.

La consecuencia seria de este juguete temporal es el asombro que produce el constatar que podemos imaginar cosas tan diferentes de nuestra realidad como la vida después del Anti Big Bang, sin tiempo. Supongo que tendrá sus encantos pero creo que echaré de menos las sonatas de piano de Mozart.

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Impresiones de verano (XIII)

~·~·~·~

hay nubes, noche
en vano has esperado
la luna de Agosto

~·~·~·~

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Impresiones de verano (XII)

~·~·~·~

la noche crepita
efímera y eterna
buye la vida

~·~·~·~

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