Bisonte

BISONTE

El anciano se había abierto paso entre la muralla de hombres que miraban estupefactos la mancha de color almagre en la pared caliza, mientras hacía aspavientos y gritaba, “¿y para qué sirve todo eso?”, parecía preguntar enfadado el anciano arropado con la piel de un antílope. Y el hombre joven volvió a mirar, a la luz oscilante de la antorcha,  la mancha indeleble que acababa de dibujar con la sangre del último bisonte que se había cobrado con su flecha, casi podría jurar, ahora que lo miraba a través de unos ojos visionarios, que se trataba del mismo bisonte que estaba ahí pintado en la pared, el mismo bisonte macho cuyo cráneo había sido clavado en una estaca a la entrada de la cueva, podría jurar que aquel contorno que había trazado aprovechando la fisura de una roca era el mismo bisonte que él había tumbado de un disparo certero antes de que la luna comenzara a menguar, debió haberle atravesado el corazón aquella flecha que había disparado con un sentimiento piadoso, cuando su mirada conectó por un instante con la del animal en peligro, sólo así podía explicarse que sintiera como si la flecha hubiera atravesado su propio corazón al mismo tiempo, no podía contarle aquello al hechicero que ahora volvía a inquirir con rabia por la  mancha movediza en forma de bisonte que empezaba a insinuarse y a latir y a crecer, adentrándose por la pared rugosa, no conseguía encontrar  el hechicero ningún beneficio en aquel garabato que no iba a quitarles el hambre y tras el cual parecía ocultarse una hechicería nueva, no había lengua bastante para decirle todo aquello al hombre más viejo de la tribu, nunca conseguiría  hacerle entender al hechicero que aquel bisonte idéntico al que se le había estado apareciendo en sueños al hombre joven, desde que aquella mirada le lacerara el corazón, estaba atravesando ahora la pared  rupestre sólo para poder ser contemplado de nuevo tal como él lo había visto antes de tensar el arco, palpitante y lleno de poder, sólo para eso había estado exhumando con delicadeza el cadáver envuelto en la propia sangre y lo había trasladado, punto por punto, a la pared, hasta engendrarlo de nuevo en las entrañas de aquella roca propicia, aunque aquellas caricias que había estado haciendo con el dedo en el pelaje almagre del animal le llevasen a no poder disparar otra flecha contra el corazón del bisonte, aunque aquel hermoso ejemplar, ahora ya invulnerable y que parecía huir por las galerías a través de las paredes calizas de la cueva,  acabara arrollando al hechicero.

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Una respuesta a “ Bisonte ”

  1. Maria papelotes dice:

    Has dado con la flecha en el sentimiento humano. Muy bonito.

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