PENSAMIENTOS 9. Esquilo

Esquilo fue hijo de un distinguido hacendado y  nació en Eleusis, cerca de Atenas, hacia el año 525 A.C. En esta última ciudad pasó su infancia y adolescencia bajo el poder de los tiranos Pisístrato e Hipias, hasta que en el año 510 acabó restaurándose la democracia en Atenas. La acción de estos tiranos fue trasladada más tarde a sus tragedias en las figuras de un Agamenón o un Eteocles, por ejemplo. También de estas mudanzas de la política surgió parte de los temas que nutrieron sus tragedias, y que giran en torno a las luchas por el poder: la grandeza y caída, la relación del tirano con sus súbditos o la expulsión de personajes abominables. Esquilo participó como soldado en la guerras médicas que se libraron ante el invasor persa -luchó en la batalla de Maratón y en la de Salamina-, y esto también halló eco en obras como «Los persas». La posterior instauración de la democracia por obra de Clístenes tuvo su correspondencia en la trilogía de la «Orestiada» o en su «Prometeo encadenado», donde puede observarse el dominio de un nuevo orden divino y humano. Sobre Esquilo nos ha llegado la noticia, no suficientemente demostrada, de que fue absuelto en un proceso de impiedad por violar el secreto de los Misterios. También se sabe que viajó varias veces a Sicilia para representar alguna de sus obras, y que, finalmente, en uno de estos viajes, hálló la muerte hacia el año 456 A. C., convirtiéndose su tumba en Gela en un santuario visitado por poetas. En el epitafio que dejó inscrito se gloriaba de haber sido soldado, sin hacer ninguna mención a su labor de poeta trágico, a pesar de que ya desde muy joven se había llevado el primer premio en los concursos de tragedias, llegando a competir con su sucesor Sófocles, que en el año 468 lo desbancó con una de sus obras. Esquilo fue el fundador de la tragedia griega, llegando a componer cerca de 90 obras, de las que sólo se conservan 7. Usando  los mitos como materia poética, Esquilo centra gran parte de sus tragedias en la antigua creencia de que existen maldiciones que causan la ruina de una familia, transmitiéndose de padres a hijos, de generación en generación, y de culpables a inocentes. El acento de la tragedia no recae tanto en las figuras humanas individuales como en las fuerzas sobrehumanas, que confunden  la conducta del hombre por medio de la «Ate», le impulsan a obrar con desmesura, atacado de hybris, teniendo luego que expiar su culpa. Para Albin Lesky (Historia de la literatura Griega) las obras de Esquilo ponen en escena el drama consustancial al hombre, que ha de vivir constantemente bajo el imperativo de obrar, lo que le expone a un peligro continuo y a un callejón sin salida: su acción significa necesidad, deber y mérito, pero al mismo tiempo conlleva la mayor culpa. Para Werner Jaeger toda la fuerza de la tragedia se halla en el hecho de que la inexorable causalidad de la antigua culpa arrastra a la ruina a un hombre que hubiera merecido otro destino por su alta virtud como señor». Pero para Jaeger la tragedia griega es más bien expresión de un sufrimiento que de una acción, y coincide con Lesky en que uno de los «leitmotivs» de la obra de Esquilo -tal como aparece en una de las citas aquí elegidas- es el aprendizaje por medio del sufrimiento: «El camino del hombre atravesando el crimen y el sufrimiento es el camino que lo lleva a la comprensión de la ley», dice Lesky. Al final, lo que se representa en las tragedias griegas de Esquilo es la ineluctable ejecución del destino, basado en la creencia de que la divinidad siempre actúa con arreglo a una justicia (dike) última fundada  en el orden del mundo. Y la fuerza de esta ley, tal como nos hace saber Esquilo en su «Agamenón» , sólo puede ser presentida mediante el sufrimiento que promueve cada acción humana: Zeus ha abierto el camino al conocimiento de los mortales,  «cuando estableció con fuerza de ley que se adquiera la sabiduría por medio del sufrimiento». (Las citas seleccionadas siguen la traducción realizada por Bernardo Perea Morales)

– «Zeus puso a los mortales en el camino del saber, cuando estableció con fuerza de ley que se adquiera la sabiduría por el sufrimiento».

– «De los vanos pensamientos que tienen los hombres es su propia lengua un verdadero acusador».

– «En cualquier empresa no hay nada peor que tener mala compañía: no puede obtenerse buen fruto. La tierra sembrada de error, como fruto, produce la muerte.»

– «Todo lo divino no precisa esfuerzo».

– «Todo el mundo está siempre dispuesto a censurar a quien es extranjero.»

– «Zeus puso a los mortales en el camino del saber, cuando estableció con fuerza de ley que se adquiera la sabiduría con el sufrimiento.»

– «Al pasar un largo tiempo, de unos mismos sucesos puede decir alguno que fueron venturosos, y otro, a su vez, que fueron motivo de aflicción. ¿Quién, excepto los dioses, está libre de dolor todo el tiempo a través de los años?»

– «Cuando la presoperidad de un ser humano llega a ser grande, engendra hijos, no muere sin ellos, y de esa buena fortuna le brota a la estirpe insaciable miseria.»

– «Muchos mortales estiman las apariencias con preferencia a la realidad, y así la justicia conculcan.»

– «El tener sentimientos sensatos es el máximo don de la deidad.»

– «Hay que estimar hombre dichoso sólo al que ha acabado su vida con una grata prosperidad.»

– «No es afortunado aquel a quien nadie envidia.»

– «Es de importancia primordial el último día de una vida.»

– «Más dulce es la muerte que la tiranía.»

– «No elogies la vida sin control ni la sometida a tiranía. La deidad otorga victoria siempre al término medio»

– «Un voto que falte constituye un gran daño, porque un solo voto derriba o levanta una casa.»

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3 respuestas a “ PENSAMIENTOS 9. Esquilo ”

  1. Tupacalos dice:

    No es que yo sea Catón el censor, o el corrector de pruebas, pero hay un acto fallido freudiano en la primera cita, Esquilo añadía algo a la obviedad…
    Así te entretienes.
    Tupa

  2. Pobrecito hablador dice:

    Perdón, un lapsus freudiano muy gordo: Ahí donde la primera cita seleccionada dice «la sabiduría por el conocimiento», debe decir «la sabiduría por el sufrimiento», creo. Soy un mal copista, menos mal que quedan atentos lectores. Gracias por la observación.

    Los masoquistas todavía tienen esperanza de hacerse sabios y obtener un gran placer con su conocimiento. Mi lapsus freudiano revela que a mi no me gusta sufrir y eso me convierte en un gran ignorante y un mal copista.

  3. Tupacalos dice:

    ¡Vivan los copistas que nos dan oportunidad de culturizarnos a los que una pereza (tal vez incapacidad) primigenia nos impide beber directamente en las fuentes.

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