Sandra, de los campos
eras una alegre margarita,
arrancaron tus pétalos, uno a uno,
te dejaron tirada y maltrecha,
y quemaron tu cuerpo.
Pero la mala hierba ahí queda,
sigue creciendo en los campos, pero,
y aunque la savia le injerten
sigue igual de rastrojo,
no os esforcéis con ella, siempre será mala hierba.
Sandra, que desde el espacio celestial
si es que existe, tu alma
goce de un eterno descanso.
María papelotes