LOS UTOPISTAS (Aristóteles y Gandhi)

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2 respuestas a “ LOS UTOPISTAS (Aristóteles y Gandhi) ”

  1. Pobrecito hablador dice:

    El título me pareció tan original que me daba pena empañarlo con un texto, no fuera que a los lectores se les ocurriese seguir leyendo y se pasasen por alto el título. De todas formas, me gustaría hacer un breve comentario de título ya tan pasado de moda.

    No sé si lo dijo ya Parménides, pero está claro que no sólo el ser y el pensar y el decir son una y la misma cosa, sino que todas estas cosas ya están implicando un hacer. Pensar y decir ya son una manera de actuar, hay en ellos implícita una praxis. Así que e cuando se insinúa que existe en el hombre una funesta escisión entre el pensar y el decir, entre el filósofo y el poeta, se está obviando que la escisión se da en un terreno todavía más esencial, una escisión que se da entre el pensar y el obrar, entre el obrar y el decir.

    Uno de los candidatos a lograr aunar de una manera virtuosa estos tres actos cardinales del ser humano es el político. Pero alguien podría pensar, echando un vistazo a quienes nos dirigen el mundo, que los políticos actuales han perdido todo norte y brújula, y aúnan estos tres actos de una manera defectuosa, por no decir desastrosa y hasta grotesca. Piensan mal, hablan peor y sólo saben actuar a tontas y a locas. Excepciones las hay, pero cada vez cuesta más encontrarlas, y entre los políticos la estupidez se ha convertido en la verdadera ley.

    Y digo esto porque me entero por el periódico de hoy que se ha producido un gran acto político por parte de uno de los dos grandes partidos de España, y allí, entre vítores y rebuznos, empujones y codazos por salir en la foto, se ha presentado un gran vídeo hagiográfico sobre el líder de ese partido en el que se le presenta y define con una frase tomada de Aristóteles: “Piensa como piensan los sabios, pero habla como la gente sencilla”. Este es su retrato robot. Un robot o títere magnífico que nos gobernaría a todos con mano sabia. No voy a dar ningún nombre, porque me consta que el otro gran partido hace o podría hacer exactamente lo mismo y ha conseguido que su líder se convierta en el negativo exacto del líder del partido rival. Y es que ya se sabe que los extremos se acaban juntando en ese infinito donde hasta la estupidez tiene cabida.

    No sé muy bien lo que quiso decir Aristóteles. Incluso me sorprende que tuviera palabras de elogio para ciertos políticos de España. Tal vez esa frase nunca salió de su boca, aunque me consta que aparece como frase en muchos diccionarios y páginas web dedicadas a frases celebres. Tal vez lo que esté ocurriendo es que su asesor de imagen quiso buscar una frase brillante y agarró la primera que encontró, pues debía ser tarea formidable leerse todas las frases celebres que ha escrito la humanidad de la A a la Z. A mi no me consta que Aristóteles haya dicho algo así, pero Aristóteles era muy célebre y sólo decía frases célebres y ese partido político ha aprovechado la celebridad de Aristóteles para celebrar a su líder , que también debe estar hecho un Aristóteles.

    Porque en definitiva, lo que nos quieren decir los dirigentes de ese partido político es que su líder está hecho un Aristóteles; es tan sabio como Aristóteles. Pero Además, tiene una ventaja que no tiene Aristóteles y es que mientras a Aristóteles no le entendía ni Dios a este le entiende hasta la gente sencilla. Forma parte también de un viejo tópico de elogio a los soberanos, el ideal de “imperator literatus”-y perdón por el latinajo. Pero aquí se ha fundido con un atributo nuevo, como corresponde a los lideres democráticos. Es sabio, pero además un sabio democrático porque le entiende todo el mundo, ya que habla con el sencillo lenguaje con el que habla todo el mundo, con el degradado lenguaje con el que hablamos todos últimamente. Mientras Aristóteles sabía latín y no le entendían ni los griegos, resulta que este nuevo Aristóteles habla la lengua del pueblo y le entienden hasta los animales, incluidos los burros. La frase no es más que un burdo slogan publicitario con el que nos intentan vender a un político huero. Y lo peor es que los creativos de la publicidad consiguen vendernos siempre sus productos vacíos bajo un envoltorio con lentejuelas.

    Ahora pensaba seguir desmontando la famosa frase de Aristóteles y ensañarme con ese político tan sabio, por lo menos, como Aristóteles, pero no vale la pena. Porque la culpa no la tienen nuestros políticos, puesto que ellos son esos profesionales a quienes hemos dejado que nos representen. Y nos deben representar a la perfección. Representan nuestra apatía y desinterés. Al ocupar nuestro espacio, por delegación, nos han desocupado a nosotros. Ellos están ahí en la palestra porque no estamos nosotros, ellos dicen tonterías porque se las dejamos decir nosotros, ellos se han colocado en la escala más baja sólo para colocarse a nuestra misma altura. Porque son demócratas y quieren hablar la misma lengua del pueblo. Es curioso como sibilinamente han ido desplazando y borrando a todos aquellos otros políticos que pensaron la política de verdad, incluido aquél que definió al hombre como un animal político. Nos han hurtado a Marx y a Bakunin y a al principie Kropotkin y a Fourier y a Campanella y a Tolstoy y a Gandhí y a todos los otros utopistas. Habrían que preguntarse de qué manera nos han escamoteado nuestros politicastros de hoy a los grandes utopistas de ayer, para guillotinar de raíz cualquier posibilidad de que surjan los utopistas de mañana.

    Aunque supongo que no es una bitácora literaria el lugar más adecuado, me atrevo, con cierta vergüenza, a hacer una nueva propuesta para una sección: una sección que contenga textos o frases políticas de verdad –aunque sus autores no fueran políticos profesionales, pues los citados arriba eran más bien agitadores- para contrarrestar la intoxicación diaria a la que nos están sometiendo continuamente los políticos de mentira con sus palabras necias. Palabras sensatas de hombres que en algún momento vislumbraron el modo para acceder a una sociedad futura más justa, es decir, a un grado de dignidad humana acorde con sus más altos ideales de vida. Utopía significa lugar que no existe. Habría que añadir: que no existe todavía. A veces parece que nuestros políticos emplean todas sus energías en hacer que no exista nunca ese lugar en el que los mejores hombres han colocado sus ideales. Al final, los filósofos han acabado siendo expulsados de la república y han triunfado los sofistas.

    Mi propuesta la componen unas frases de Gandhi. Dejo algunas de las que me más me gustan. De Gandhi es esa frase conocida de “no hay caminos para la paz; la paz es el camino”. La frase parece sencilla, la sencillez con la que piensan los sabios. Y es que todo es sencillo cuando se ha visto; pero antes hay que verlo y eso sí que no es nada sencillo. Por que verlo significa también hacerlo, hacer de la paz un camino, en cada instante. Nuestros políticos no pueden pensar como los sabios por la sencilla razón de que no consiguen ver aquello que es sencillo. Y no lo consiguen porque nuestros políticos están ciegos. Y la razón de su ceguera reside también en su parálisis. Porque están atados de pies y manos. Nuestros políticos pueden ser sabios que hablan con la sencillez de nuestros slóganes publicitarios, pero están ciegos y paralíticos, y si acaso tienen oídos, es sólo para escuchar esas palabras que les dicta un asesor después de haber buscado a Aristóteles en un diccionario de citas. Tal vez el problema de estos políticos radica en esa falta de rectitud de conciencia a la que hace alusión Gandhi en la primera frase seleccionada. Como esta es una bitácora literaria, he dejado seleccionada también alguna reflexión sobre el arte.

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    “Si hay tanta falsedad en este azorado mundo es porque en la actualidad todos exigen rectitud de conciencia sin ser capaces de someterse a la menor disciplina.”

    «La vida es superior a cualquier arte. Iría aún más lejos, para afirmar que el hombre cuya vida se acerca más a la perfección es el mayor artista. Porque, ¿qué es el arte sin el fundamento de una vida noble?»

    «Para un verdadero artista, sólo es bello aquel rostro en el que, aparte de su aspecto exterior, brilla la verdad del alma.»

    «La regla de oro es… rechazar con determinación lo que millones de otros no son capaces de rechazar. Esta facultad de renuncia no nos caerá del cielo, sin embargo. El primer paso está en cultivar una actitud mental que nos prohíba aceptar bienes y comodidades negados a millones de otros seres humanos, y el siguiente paso es reestructurar nuestra vida, tan rápido como nos sea posible, de acuerdo con ese criterio.»

    «No creo… que un individuo pueda crecer espiritualmente cuando quienes le rodea están sufriendo. Creo, sí , en el advaita, creo en la unidad esencial del hombre y de todo lo viviente. Por eso sostengo que si un hombre crece espiritualmente, el mundo crece con él; y que si un hombre cae, el mundo entero cae en igual medida.»

    «El hombre se convierte muchas veces en lo que cree que es. Si me repito una y otra vez que no soy capaz de hacer determinada cosa, es muy probable que termine siendo incapaz de hacerla. Y, por el contrario, si tengo el convencimiento de que puedo llevarla a cabo, seguramente obtendré la capacidad de hacerlo, aun cuando no la tuviera en principio.»

  2. Maria papelotes dice:

    Me ha encantado este comentario. He tenido que consultar ciertos pasajes con mi hija porque yo sólo sé filosofía de la vida. Tú, como filósofo, crees aún en ideales, yo soy más escéptica.

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