Morir

Morir

Hoy ya puedo hablar de la muerte,
que no me alcanza de repente
sino que se anuncia y
no como un fin de soledad.

La muerte no es un segundo,
es la suma de todos los adioses,
de todas las mínimas sabidurías
que ya han desaparecido.

Cada vez que un amor se me muere
mi yo muere un poco.

Y no es un segundo: es todo
cuanto no será posible preguntar tras el adiós.

Es la inmensidad de las caricias no dadas
de las palabras no dichas,
de los abrazos con que no me fundí
con mis amores muertos,
desperdicio de felicidad involuntario,
que son lo que más añoro.

Y mis amores imperecederos también
extrañarán mi tacto, mientras aguardan.

La muerte no es un segundo,
porque no es un suceso, algo que ocurre,
es parte de mi esencia,
que está siendo desde que soy.

Y hago recuento, en soledad, de mi ser
y lo que más he hecho ha sido morir.

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