Pérdida
Se agota la vida
En alguna parte olvidé
mis gafas de poeta,
y ahora no puedo leer poesía
ni veo el mundo en renglones cortos.
¿Dónde están aquellos interiores
preciosos e inteligibles
que llenaban de colores y sonidos
las horas, insulsas, planas,
que componen el existir real?
¿Te las has llevado tú?
¿Me las has escondido
con un gesto inesperado?
¿No quieres ver las cosas
deformadas por mi ideal
por si acaso te enamoran?
Ni siquiera puedo, mirando sólo para mí,
ver con claridad aquel universo
que quería contener en los poemas.
Y, en la ataraxia,
me limito a contemplar cómo,
poco a poco, se agota la vida.