POETAS 33. José Antonio Muñoz Rojas
José Antonio Muñoz Rojas murio el día 29 de septiembre de 2009. Esta frase por sí sola podría formar una elegante esquela. Podría dar motivo también para que empezasen a dispararse los obituarios. Si yo fuese escritor de obituarios de poetas exigiría tal vez al director del periódico que exibiese dentro de la esquela algún mínimo poema más o menos representativo. Si yo fuese director de televisión eleboraría el cierre de los telediarios con algún pequeño recitado. Si algún tonto me nombrase ministro de cultura, yo hablaría con el ministerio de defensa y propondría a Celaya para que les vendiera todo su armamento. La mayor expresión de nuestra impotencia radica en la impresión de que el mundo se puede mejorar a cada instante, y sin embargo dejamos para el siguiente instante la ocasión de mejorarlo. Pero casi siempre acabo pensando lo mismo. Uno de los signos más visibles de que el mundo está empeorando a marchas forzadas es ver como a los poetas se les amordaza y se les quita la palabra, y como a la poesía se le da la espalda.
Capital + Técnica = FUNERAL DE LOS POETAS. Existen mil razones por las que los poetas andan cada vez más callados. Yo doy una: la primera que se me ocurre. El silencio de los poetas es inversamente proporcional a la bullaranga de la publicidad. La profundidad de los poetas es inversamente proporcional a la frivolidad de los medios de comunicación. El lirismo y delicadeza de los poetas es inversamente proporcional al prosaismo y la vulgaridad de nuestros protagonistas medíaticos. Viene esto a cuento de los obituarios de los poetas en los periódicos. De los mal hechos que están. Porque si se quisiese honrar de verdad a un poeta bastaría un obituario tan simple y directo como un poema elevado encima de su nombre. No necesita nada más un poeta. Ni siquiera necesita su nombre. Muchos de ellos lo eliminarían de su epitafio sin resquicio de vanidad alguna. Pero un soneto ocupa demasiado espacio. Hay que dejar espacio a las otras palabras huecas e hinchadas de la gente, al chismorreo, al retintín del dinero en las páginas salmón de los domingoS y a la espantosa cháchara del futbol…En fin, que los periódicos no se dignan a dejarnos algún poema de los poetas muertos. Prefieren dejarnos las temperaturas de todos los pueblos de la provincia, el índice de valores bursátiles y las tablas clasificatorias de todos los pichichis.
Dice Muñoz Rojas en uno de los poemas seleccionado aquí-le faltaban unos días para hacerse centenario- que los poetas «estamos para eso: para darles tránsito a los demás». No conozco pues mejor oficio que el de dar tránsito y ofrecerse como camino para otros caminantes. No sería entonces el de poeta el oficio más injustificado del mundo sino el más justificado y necesario. Tránsito para sus poemas. Eso es lo que se le ofrece aquí. Lo que se les niega a los poetas en las páginas de los periódicos el día de su obituario. El día que se muera Di Stefano nos machacarán los ojos con cada uno de esos goles que ya nos sabemos de memoria. Tristes tiempos, tristes…
Descanse en paz.
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Hay palabras que se unen y crean.
Su unión siempre es fecunda. Quien las tenga
de huéspedes en el alma será salvo.
Decirlas es perderlas. Viven dentro.
Sus nombres son silencio y soledad.
Y su fruto la paz. A veces nuestra.
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TU OFICIO, POETA
Tu oficio, poeta…
Para que algo quede de este latir,
para que, si alguien quiere mirarse, pueda;
para calmar quizas alguna sed, y que alguien diga:
«a mí me pasó algo semejante».
Los poetas estamos para eso:
para ofrecerles tránsito a los demás,
para que se encaramen sobre nuestros latidos, y que divisen
un poco más allá, en medio de tanta
oscuridad como nos circunda.
A veces nada tiene sentido, ni siquiera
que me des la mano o ese
limón redondo tan bello en la vereda.
A veces lo que tiene sentido no tiene sangre,
ese poco de sangre por la cual se muere.
Todo es ganas de morir de otra manera,
ganas de imitar a los ríos y que la tierra vea,
que hay otras aguas y otras penas, y los cielos
contemplen misericordiosamente
nuestras peregrinaciones.
Tu oficio, poeta, es contemplar,
que todo se te escriba dentro; luego,
quizás leer allí mismo, quizás decir a los otros
lo que allí mismo, escrito, tu lees.
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SIEMPRE ESTÁ LO INEXPRESABLE
Siempre está lo inexpresable
en su pugna con la palabra
ofrecida inútilmente,
rumor de ola insistiendo
en la orilla. Como quiera
que lo que es, es, lo dejamos
por si acaso quedara
en la mano alguna vez
ese grano de sal
que queda oculto.
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JUGANDO CON PALABRAS SIEMPRE ESTOY
Jugando con palabras siempre estoy
sin saber donde terminan por llevarme,
sabiendo que no son nada y en nada quedan,
salvo que la verdad, que es suya, la pronuncien.
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SIEMPRE ESPERO QUE SE ABRA UNA VENTANA
Siempre espero que se abra una ventana,
como si abriéndose se abriera
a un fulgor completo, como si
la ventana no fuera sólo
sino iluminación total
de la explosión de la esperanza
que llevamos dentro y que por fin
nos inunda, la inundamos,
y cesamos de ser lo que somos para ser
lo que es y por siempre será dentro.
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Dejo a continuación dos vínculos. A un obituario y a una antología poética en la biblióteca virtual Cervantes.
www.elmundo.es/elmundo/2009/09/30/opinion/19536119.html
www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01604307092363989670035/index.htm