POETAS 57. Blas de Otero II («Hojas de Madrid con La galerna»)

 Se deja aquí una selección de poemas de un libro inédito de Blas de Otero que acaba de editar Galaxia Gutetenberg titulado «Hojas de Madrid con La galerna». Durante diez años, después de su regreso a Madrid desde Cuba en 1968, Blas de Otero fue acumulando en una carpeta, a la que había colocado el rótulo de Hojas de Madrid, los poemas de su último libro, que fue finalmente ampliado con otro libro posterior al que dió el titulo de Galerna. A éste último libro le fue dando forma y nombre Blas de Otero respondiendo a un motivo temático: la descripción de los estados depresivos, a los que se refería bajo el nombre simbólico de «galerna» A estos estados depresivos que se le venían apareciendo ciclicamente desde su juventud, y que se le agudizaron entre los años 72 y 73, logró sacarles  provecho poético. «Algunos de estos poemas- explica Sabina de la Cruz, son muy duros, pero enfrentarse literariamente a la depresión fue la mejor medicina que pudo tomar». Este periodo viene, además, a coincidir con la larga convalencia a la que le somete un cancer de pulmón que le acabará enfrentando con la realidad de la muerte, y que se va a convertir en una constante dentro del poemario. Se trata, pues, de dos poemarios en un solo volumen, con un total de 306 poemas, de los cuales 161 habían permanecido inéditos hasta ahora.

«Diversos avatares biográficos e históricos -escribe Sabina de la Cruz, viuda de Blas de otero, y también autora de la edición de este libro- retrasaron su publicación, a pesar de la insistencia de los editores. Pero Blas de Otero, en estos diez años, tuvo que vencer una grave enfermedad, y rehacer su vida después de un penoso divorcio, luchar de nuevo con la censura que le cortó el proyecto de «poesía e historia» (1960-1968), fruto de sus últimos viajes por el mundo, y, sobre todo, quiso participar en los acontecimientos que trajeron la democracia a España. Urgente era, en aquellos momentos, editar sus libros anteriores, prohibidos durante tantos años en su tierra».

Tal como sigue refiriendo Sabina de la Cruz, «Blas de Otero escribía manualmente su poesía en cuadernos o folios sueltos, y él mismo los pasaba a máquina en varias copias con papel-carbón. Las correcciones aparecen en estas copias, y, excepcionalmente, en algunos manuscritos. Pero Blas de Otero era un poeta que nunca daba por terminada su obra, y que volvía una y otra vez sobre ella… (…) No sólo en las pruebas de imprenta, sino en los libros ya publicados, aparece en ocasiones la corrección autógrafa de un verso». «Era poco libresco, pero muy lector, -nos recuerda su amigo Mario Hernández, quien también se ha encargado de realizar el prólogo para este libro-. Tenía una memoria prodigiosa. Le gustaba jugar a citar versos y a ver quién adivinaba el autor». Su viuda, Sabina de la Cruz, lo corrobora: «Siempre ganaba él. Y eso que la profesora de literatura era yo». A través de estas páginas resuenan poetas como Machado, Becquer, Quevedo, Neruda, Fray Luis de León, León Felipe, Vallejo, Lorca, Garcilaso, Manrique, Rilke, Rimbaud y Wittman. 

 «ERGO SUM»

A los cincuenta y dos años sigo pensando lo mismo que a los siete.
Que las nubes son grandes, los monopolios enormes, los vietnamitas chiquitos
e invencibles.
A los cincuenta y dos años sigo pensando lo mismo que Carlos Marx,
con la única diferencia de que le copio un poco pero lo digo más bonito.
A los cincuenta y dos años, me planto
en medio de los hombres y les espeto que me engañaron a los siete años, a los diecisiete y casi a los veintisiete.
A los cincuenta y dos años, escribo
y no escarmiento y me dedico exclusivamente a pasear, a leer, a trasladar maletas de un país a otro, y a conspirar.
(Esto lo digo para confundir a la policía.)
A los cincuenta y dos años sigo enamorado de Carmencita, de Merche, de Carmela y de la Niña de los Peines.
A los cincuenta y dos años, Málaga.
Y escribo como un autómata, corrijo como un robot, y publico lo que pienso (es un decir).
A los cincuenta y dos años, ni tengo bicicleta, ni televisor, ni ganas de dormir, ni cuenta vulgar y corriente.
A los cincuenta y dos años, chufas.
A los cincuenta y dos años, escucho el agua de los montes, el fuego de los campos y el ruido de las batallas.
Y sigo pidiendo la paz y, de momento, me la conceden en parte; y la palabra, y me mutilan la lengua.
A los cincuenta y dos años, los caramelos son de más vivos colores y la bandera, más destñida.
Y me dedico fundamentalmente a silbar, a deambular y a pensar que existo puest
o que pienso que existo.  

QUÉ HACER

La gente es mala.
Los animales son egoístas.
Yo tuve la desgracia de nacer demasiado bueno.
De no poder ser malo,
ni a la fuerza.
¿Qué hacer?, pregunta Lenin. Aquí le quisiera yo ver,
con mi ingenuidad a cuestas,
con mi delicadeza a cuestas,
con mi Rimbaud a cuestas.
Aquí quiero yo verlos. Delante de la piedra.
¿Quién tenderá la mano el primero?
Yo.
Yo, que nací para ser como he sido.
Yo, que sufrí más que César Vallejo.
Yo, que mendigué el amor y me dieron de hostías.
¿Qué hacer? Yo persisto.
Yo dejo pasar las ocasiones como si fuera hojas secas.
Yo me olvido de que existe el dinero.
Yo soy incapaz de hacer mal a una silla.
Aquí estoy con las manos vacías y la boca llena de palabras.
Aquí estoy con mi jaba.
¿Qué hacer? volver a Madrid,
divagar por el ático contemplando el Guadarrama.
Y, un buen día, volver a cruzar la frontera,
con mi ingenuidad a cuestas,
con mi delicadeza a cuestas,
con mi Rimbaud a cuestas.
  

LA MADRE DEL CORDERO

Volvamos a ocuparnos de la salud.
Cosa seria.
La salud es la base, el fundamento, el alimento, la sonrisa y la cornisa.
Yo sé mucho de esto.
Estoy perfectamente enterado de sus ventajas e inconvenientes.
Las ventajas estriban en la base; los invonvenientes, en la cornisa.
Apoyados en la salud, sonreímos con fuerza, alzamos el puño, conquistamos la Luna.
Caminamos.
Cuando la salud falta, la cornisa se desmorona, algunos se desmoralizan, otros dan palos
de ciego.
Caminamos a tientas.
Existen diversas clases de salud: la física, la espiritual, la qímica y la cuatridimensional.
La primera se arregla con radiaciones de cobalto; la segunda, escribiendo un buen poema; la tercer y la cuarta, a fuerza de cariño y de tanques delicadamente dirigidos.
Me adihero a la segunda.
Imposible despegarse del papel, apagar la palabra, arrancar la pluma de mis entrañas.
Prohibido retroceder.
Con salud  o sin salud, digo «salud» en el buen sentido de la palabra, aprieto fuertemente el puño
para retener la pluma,
y rayo el papel con mi firma prefabricada, conquistando así la salud que tanto echo de menos.
 

 VERBO CLANDESTINO

Es terrible tener que escribir. Te juro
que quisiera perder la memoria, el hilo
del pensamiento, la clave de las asociaciones
insólitas,
el absurdo teatro de la imaginación,
es preferible perder
el habla, la respiración, los dedos,
a tener que escribir recordando, volviendo
del revés el pensamiento, enredando
los hilos de las marionetas,
constituyendo asociaciones ilícitas, tal como «Más vale morir que huir de rodillas»,
«La primavera ha venido de visita», y otras majaderías por el estilo, a causa del estilo,
prefiero callarme y bostezar hasta perder la respiración,
el hábito
y la necesidad de escribir que soporto pacientemente como una de tantas calamidades de mi vida.
  

«SU ÍNTIMO SECRETO»

El soneto es el rey de los decires.
Hermoso como un príncipe encantado,
con una banda azul, cuadriculado
para que dentro de él ardas, delires.
 

Es preciso que bogues raudo y gires
entre sus olas y su muelle alzado:
quede tu pensamiento destrozado
cuando te lances de cabeza y vires.
 

Yo tengo en cada mano un buen soneto,
como dos remos de marfil y oro.
Yo conozco su íntimo secreto.

 Es un silencio pronunciado a coro
por un labio desnudo, blando, inquieto
y otro labio sereno, abril, sonoro.
  

HOY

Entre el ayer y el mañana,
está el hoy contradictorio.
Rechazo el ayer, construyo
el mañana; el hoy es otro
ayer luchando hacia el mañana.
Eso es todo
lo que puedo decir hoy:
tiempo contradictorio.
  

TAN CALLANDO

El reloj da vueltas en la noria del tiempo
estira los brazos los alza los abate
entonces encendemos la lámpara maravillosa
y cenamos
tragamos polvo y bebemos viento
viento del molino del tiempo
tiempo del molino del reloj
enjugamos los ojos y extendemos la sábana
de la vida la sábana de la muerte
y enterramos minutos niños girasoles
mientras el reloj da vueltas a la noria
de la noche…
  

 «ESCUCHO LAS PALABRAS»                                   

                                En homenaje a Vicente Aleixandre, premio Nobel.

La poesía es diálogo
de conocimiento.
Palabra viva
evidenciando el sentido último, la estructura de la emoción,
la permanencia de lo insólito.
Por las noches, escucho las palabras abrir las puertas de la casa,
andar por la sala,
salir un momento a la terraza y respirar con libertad.
Es cuando escojo los vocablos
y los pronuncio parsimoniosamente
y, tomándolos de la mano, los coloco en su sitio.
   

CONTESTEN

Destruir la palabra. Desgraciados.
Expresar nada. Pobres diablos rotos.
Víctimas, víctimas de la sociedad
que os envuelve y vuelve mudos, sordos.
 

Sea el vocablo. Esta boca es mía.
Construyamos con materiales hondos
y firmes. Si es falso el mundo, alcemos
un anuncio que diga: NO ESTOY SOLO.
 

Millones como yo mueren de sed
y hambre de palabras que contesten
al slogan manchado en sangre y oro.
 

Hoy no es ayer y ya gime el mañana
entre un montón de escombros alineados:
televisión, auncios, flash, periódicos.
   

TU SENO IZQUIERDO

Cuántos problemas tiene el mundo, el hombre, el espíritu santo.
Si no hubiera problemas habría que inventarlos a fin de resolverlos.
Es el problema por el problema -algo así como el arte por el arte.
Imagínese un mundo liso, alisado, superficial, sin problemas.
Tan aburrido como el cielo.
como una mujer junto a una estufa.
Yo amo los problemas como a tu seno izquierdo.
Sólo para acariciarlo.
 

 AVINACITHUR

Dijo alguien y luego el siguiente y después otro y otro
de dónde venimos
                             qué hacemos aquí
                                                           adónde va este avión
preguntas lo que se dice metafísicas inquietantes misteriosas casi
así que yo respondo lo único que está claro
es que provengo del vientre de mi madre
y al final descenderé bajo tierra
no os preocupéis por lo demás
el espacio es grande como el tiempo
                                                    el tiempo ancho como el espacio
sucedió que de pronto -o poco a poco según se considere-
comenzó a girar un planeta
y en ese planeta a surgir unos seres
que al cabo de millones de siglos
les dio por pensar
y preguntar
          a donde va este avión
                                    quién construyó este aeródromo
                                                                   cómo llegué hasta aquí
pensamientos inquietantes misteriosos casi metafísicos
mientras el avión cruza velozmente el espacio dejando un rastro de humo
que fugazmente desaparece
  

 EL DON

Doy a la poesía mis brazos las gracias mis viajes y mi vida.
Las alas de la paloma de picasso caída en Indochina.
Las alamedas y los almacenes y los juguetes y el primer premio de la lotería.
Las alucinaciones las asociaciones inverosímiles, los misiles y la mierda de los tratados de paz.
Las algas de largúisima cinta de la costa las olas alardeando de imprevistas simas, las alimañas y las mariposas y los volquetes y el amarillo de las autopistas.
A la poesía las alquimias del verbo el laboratorio de las palabras y las piernas con rima o sin rima,
la espaciosa y triste España el pálido rostro de Checoslovaquía y la plaza de Santa Clara en Las Villas.
Las almas de Dostoyesvski y los tropezones de Kafka y el Retrato del artista adolescente, la altura de los aviones bien avenidos la destreza de la juventud y su alegría.
A la poesía la alteración del orden y la construcción de la justicia.
A ti poesía mi compañera mi camarada de quince años mi desgracia más grande y mejor recibida.
 

 LA LEPRA

españa sin lepra mayúscula
sin lepra en los discrusos fraudulentos
en las oropéndolas condecoradas
en los consejos de administración
en la mina y en los pozos
en los pueblos abandonados
en los lazaretos y los seminarios
en los periódicos
sin lepra en la tv
en los anuncios y las estatuas
en el calendario y las fiestas de guardar
en las celdas de castigo
en su historia adulterada
en los precios y en el pan
en la paciencia de los españoles
españa sin lepra y sin remedio.
  

HISTORIA DE MI VIDA

A los cincuenta y tres años de mi vida
comienzo a caminar de otra manera:
el paso tardo y la esperanza fuera,
como un arado uncido a su manera.

A los cincuenta y tres años de mi vida
el soneto es distinto, las vocales
más anchas, los apóstrofes iguales
y los naufragios más originales.

He vivido volcándome en los días
y ascendiendo las noches destrozadas,
entre cristales rotos y alegrías.

Viviré con los ojos bien abiertos
entre golpes de olas y de azadas.
Como escuchan los hombres. como miran los muertos.
 

COMPRE O LE MATO

Hay una casa y un anuncio enfrente.
La fachada es azul y giratoria.
las letras andan sueltas por la historia,
más bien loca y cruel, del siglo XX.

Los transeúntes tropiezan de repente
igual que un muerto sin pena ni gloria.
Periódicos, gaoil, inflamatoria
atmósfera del diablo decadente.

Un niño sale de la casa. Mira
el anuncio falaz. No entiende, estira
el cuello y llora largamente y chilla.

Los hombres pasan con el gas al cuello.
El mundo es horroroso, pero bello
como un slogan en letra amarilla.
  

CON LA ESPALDA

El mundo es una inicua maravilla:
hay árboles montañas ríos valles
declinando hacia el sur plazuelas calles
pistas con largas cintas amarillas.

Hay guerras paracaídas en sombrilla
misiles tanques y, sin más detalles,
el hombre (¿el hombre? mejor que te calles)
torturas y tiranos y guerrillas.

Eso he visto: esto escribo. Letra a letra
di testimonio. Mi palabra incide
tal una bella bala que penetra.

¿El hombre? El hombre calla grita toca
la pared con la espalda duda pide
libertad paz.
                    Y le rompen la boca.
  

LA GALERNA

Campanas rojas llamaban a homicidear
yo estaba echado en la cama
cada nervio como una púa
a lo lejos ya viene la galerna
niño mío
atravesando la pasarela de la muerte en traje marinero
las esposas de los funcionarios
freían berenjenas
yo seguía angustiado con una hoja de afeitar en la oreja
la galerna invadió las paredes
me sumergí en mí mismo
                                        da lo mismo vivir
que caminar en una lancha
la galerna la galerna
se hundían mis manos en el cieno
las olas turbias tal un espejo entre humo
dios mío
el niño en traje blanco intentando llegar hasta mí mismo.
 

IRREFRENABLE

Sentado sobre los muertos
estoy cada vez más vivo
A más de vivir, escribo
con los brazos abiertos.

Bajo mis brazos cubiertos
de sangre verde, revivo
de la raíz del olivo,
no de los secos sarmientos.
 

 ELOGIO DE LA HIPOCRESÍA

El envenenamiento de la verdad
nada hay más amargo que una verdad a medias
dije el cielo está vacío
dije mi perro es triste a la madrugada
dije la historia camina en zig-zag
dije dame un trozo de página para ocultar la nostalgia
una llamada telefónica
                                    un vendaval en las olas
también mentira las palabras
verdades a medias
quién soportaría el peso de un soneto de Quevedo
la maldición de una niña
una palabra en mitad de la cara
la verdad desnuda
su cadáver envenenado
 

salgamos de este mundo a la alta claridad de las estrellas  

CON NOSOTROS
                              (Glorieta de Bilbao)

En este Café
se sentaba don Antonio
Machado.
                Silencioso
y misterioso, se incorporó
al pueblo,
blandió la pluma,
sacudió
la ceniza
y se fue…

(Este poema pertenece a un libro anterior: «Pido la paz y la palabra»)  

ELEGÍA A MACHADO

Hoy que la juventud te olvida, te escribiré bajo este título vulgar,
pues vulgar y sublime fue tu poesía,
y hoy sólo, si se escucha,
es en voz de Serrat, que te sube a la superficie
como un agua añeja de pozo
dándola nuevo temblor,
                                      por esta acequia orquestada
llegas a mí, a ti, y a tí,
pero no vemos
los montes violeta
ni tu tierra
                 árida y triste,
sólo un trozo de España
que fue y no ha sido, como la niña Leonor,
dime ahora, Antonio,
cuál es la melodía verdadera,
yo te confieso que prefiero
ésta, la de Joan,
así es la vida, los tiempos cambian
pero tu posía permanece.
                                                                    
 

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2 respuestas a “ POETAS 57. Blas de Otero II («Hojas de Madrid con La galerna») ”

  1. Pobrecito hablador dice:

    Disculpas. Me ha salido algo mal en la edición de los poemas seleccionados. Es una pena. afortunadamente queda la pena compartida con la pena que sentiría el pobre Blas Otero si pudiera todavía apenarse por esto que tanto me apena a mí, y por lo que pido disculpas, solamente disculpas, ya que de momento esto queda así, a ver si puede ser arreglado. De momento no puedo ponerme a copiar otra vez los poemas que tanto tiempo me han llevado copiar. Disculpas por el desaguisado. Que pronto tendrá arreglo.

  2. Pobrecito hablador dice:

    Pido que se olvide el anterior comentario. Ya ha sido arreglado el desaguisado editorial que ahora ya no se ve.
    Aprovecho ya para decir que me daba un poco de pena que los poemas de Blas de Otero quedasen todo jencadenados como una sarta de chorizos, sin respetar estrofas ni separaciones de títulos. En principio me enteré por el periódico hace un mes de la existencia y publicación de este libro. Algún poema había recogido Blas de Otero en posteriores recopilaciones y antologías, y algunos habían sido ya publicados. Mientras iba leyendo el largo libro no dejaba de sentir que la enfermedad le había podido como poeta; justo lo que no habían conseguido la grisura de una época ni la violencia y estupidez de un régimen -habrá que recordarlo otra vez ahora que empiezan a oirse estupidas voces nostálgicas de otras épocas infames-, lo había conseguido la enfermedad y lo había empequeñecido. Sentía que en comparación con lo que conocía de su poesía, los poemas de «Hojas de Madrid con galerna», valían bastante menos. Algunos poetas se deprecían con el paso del tiempo, pensé, no todos se mantienen, unos mejoran y otros empeoran, es una pena que Blas de Otero fuera de los que empeoraron. Había decidido dedicarle una segunda entrega y al leer este poemario, pensaba que tal vez no daba para tanto, no daba para una segunda entrega. Me daba pena que pasase con un poeta para mí tan querido como Blas de Otero. Me doy cuenta ahora que era una falsa perspectiva que venía dada porque muchas veces, en nuestro contacto con los poetas, nos dedicamos a manejar meramente antologías. En la antología está lo mejor de un poeta. Y, en cambio, en cada libro suelto de poemas somos nosotros los que tenemos que cribar lo mejor de ese poeta. Creo que en este libro, en gran parte inédito, hay mucho bueno de Blas de Otero. Mejor recordar lo bueno y olvidar lo malo. Aquí he intentado dejar lo bueno y cribar lo malo. Algo de lo malo habrá entrado y algo de lo bueno se habrá quedado. Por algo no hay que fiarse de las antologías. Lo ideal sería que cada uno juzgase por su cuenta y llevase a cabo su propia antología. Lo ideal es muy arduo, sin embargo.

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