Mes: julio 2012

Canto de soledad

Canto de soledad

IV

¿Por qué gritas a la montaña
si son sólo piedras?
¿O es que quieres que el espíritu
se convierta en carne
para poder hundirte en ella?

Tan lejos.

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Despertar

Despertar

¡Cuantos ríos de poesía
se han perdido en los desiertos
de mi duermevela solitario!

Despertar es olvidar un mundo
Y amanecer a otro, rutinario.
Recorro cada día mi tedio,
deprisa,
por alcanzar en sueños
el placer tan profundo
que es sentirse comprendido,
esperado, todo uno contigo,
en los breves segundos,
plenos de ilusión y mentira,
que median entre la vida,
despreciable,
y la muerte consentida
que es el sueño.

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Sosiego

Sosiego

Sosiego.
Es la perfección de la ataraxia
pues tiene tras sí el cimiento
del ser sosegado
sobre quien se construyen
esos sentimientos imprecisos,
como de duda,
que levantan las novedades
sean buenas o malas.

Casi detenerse, mirar sin turbar,
esperar.
Pero no es un no hacer,
Vivir con sosiego es cumplir
con el trozo de vida
del que se es deudor
sin alterar la calma de los calmos,
y contemplando la ira de los iracundos
sin intentar comprenderla.
Amar sin decirlo,
si decirlo fuera indiscreto.
y dejar de amar cuando toca,
sin publicar un poema.
(Aunque se escriba)
Echar de menos las mismas cosas
sin que eso enturbie la mirada.
Volver siempre a pensar
lo repensado sin que nos azore
el conocer ya el resultado.
Y afrontar la decadencia
con una profunda ironía
pues cuando todo enseña su final
lo perdido muestra
que eran sentimientos sin valor.

Sosiego.
Una de esas bonitas palabras
tan cargadas de paz
que su grafía sola
en un pliego de papel
sirve para llenarlo.

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Amiga enmudecida

A una amiga enmudecida

¡Qué belleza contiene la pasión con objeto!
¡Qué dichoso el mortal que logra asirla!
Doble dicha si los dioses le concedieron
el don de llevarla a lo escrito.

Ojalá que ese hierro al rojo blanco,
capaz de quemar las entrañas,
se moldee solo, para siempre,
que el martillo del herrero sea inútil,
que el objeto de la pasión
sea infinitamente hermoso.

Y que seas muy feliz, aunque,
ya sabes, la felicidad no exista,
y de la abundancia de tu corazón
hable tu verso y los otros mortales,
los de hierro gris y duro,
superemos nuestra envidia y
disfrutemos de tus palabras
sin término.

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Sólo alguna escapa

Sólo alguna escapa

Hierve el caldero de las ideas,
son miles,
y sólo alguna escapa
de vez en cuando
y pide para su consuelo
un poema o una melodía.
Esa idea es la huella
de una pena, o un recuerdo,
o un amor,
algo que rompe la membrana
que contiene y retiene todos
los pensamientos de la vida diaria:
Comían y bebían y se casaban… [Lucas 17:27]

Sin aviso, la verdad se muestra
como un dolor o una arruga.
O la apariencia entera
que ya no me gusta.
O una ausencia real,
el hueco de un amor
que debía estar y no es,
porque estuvo y se fue
o nunca se mostró
más acá de los sueños.

Soñar:
¿Quién no ha soñado
una presencia amiga?
Una mano que nos ampara,
el calor de otro cuerpo
que no se separa,
la paz que da la confianza
en quién nos vela.

Y debo decirlo
por si alguien lo oyera,
y, movido a sentir cariño,
de ese amor que le sobra
diera un poco a aquél otro
que no sabe escribir poemas.

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POETAS 98. Gottfried Benn

Gottfried Benn nació el 2 de mayo de 1886 en Mansfeld, un pequeño pueblo del nordeste de Alemania. Procedente de una familia de pastores protestantes, fue educado en los ambientes de la pequeña burguesía. Benn se quejará más tarde de que su padre no había leído un libro en su vida. Después de acabar el bachillerato en 1903, y debido a las presiones de su familia, se va a matricular en la facultad de Teología de la ciudad de Marburgo. En 1904 se muda a la Universidad de Berlín, donde comienza a satisfacer su incipiente interés filosófico -se matriculará en los seminarios que el profesor Meyer imparte sobre la obra de Nietzsche. Finalmente, acaba encontrando  su verdadera vocación por la medicina cuando logra matricularse en la  Kaiser-Wilhelm Akademie, recibiendo formación gratuita a cambio de convertirse en un médico mililtar. En 1912 obtiene el título de doctor en medicina, pero debido a problemas de salud pronto va a ser declarado no apto para el servicio militar. En 1914 entra a trabajar como médico jefe en un sanatorio antituberculoso en Bayreuth. Durante este tiempo comienza a ser conocido por sus primeros poemas, que iba a publicar bajo el título de «Morgue y otros poemas», y en los que se puede apreciar la huella de Rilke. 1914 es también el año en que es destinado a Belgica -hasta el verano de 1917- formando parte, en tareas sanitarias, de las campañas de ocupación, llegando a ser condecorado con la cruz de hierro por el valor mostrado. En 1922, a causa de una operacíón, muere la esposa del poeta, y se ve obligado a separarse de sus hijos, lo que a larga le acarreará una depresión, agudizada por problemas financieros. De las diversas relaciones que el poeta mantuvo con el sexo femenino, destacan sus amoríos con la  actriz Lili Brede, que a la postre su suiucidará arrojándose desde un quinto piso, después de haber mantenido con el poeta una conversación teléfonica llena de reproches. A pesar de su apartamiento del mundo cultural, su prestigio como escritor va creciendo y es nombrado en 1928 miembro del Pen Club Berlinés. En 1933, con la llegada de Hitler al poder, Benn obtiene un cargo de importancia dentro de la Academia, mientras la mayoría de los miembros más relevantes toman el camino del exilio en señal de protesta. En una charla radiofónica proclama la «renuncia de la libertad de pensamiento en favor del nuevo estado totalitario» y saludaba a los nacionalsocialistas como representantes de un nuevo tipo biológico de una heroica generación de los jóvenes del futuro, lo que provocó numerosas protestas de los escritores emigrados, incluida una airada carta de Klaus Mann pidiéndole explicaciones por su actitud. En 1937 es destinado a Hannover y allí conoce a su segunda esposa, Herta von Wedemeyer, con la que se casa en enero de 1938. A pesar de sus simpatías por el régimen nazi, su posición independiente le iba a granjear las hotilidades de los intelectuales y escritores afectos al nacionalsocialismo, siéndole prohibido, en marzo de 1938, la publicación de sus obras. En 1942 publica por su cuenta «Veintidós poemas», muchos de ellos llevan implícita la denuncia de la barbarie del régimen nacionalsocialista. En 1945, justo después de la derrota alemana, la esposa del poeta, que había sido alejada de Berlín por su expreso deseo, muere voluntariamente -mediante inyección de morfina- mientras trataba infructuosamente de huir de los soldados del ejército ruso. Después de un periodo de postergamiento por parte del público y de la crítica, Benn va a ir poco a poco recobrando su puesto preminente en la lírica alemana: «cuando uno ha sido calificado públicamente de cerdo por los nazis, de imbécil por los comunistas, de prostituto espiritual por los demócratas, de renegado por los emigrantes, de nihilista patológico por los creyentes, no se tiene demasiada gana de volver a entrar en ésa vida pública.». Durante los años posteriores a la segunda guerra mundial va publicando sus libros de poemas. De especial relevancia es su último libro «Aprèslude» (1955), que se centra en torno a la melancolía, a la soledad, a la vanidad de la vida y la decrepitud. También subraya la importancia del silencio y la inutilidad de la poesía.  Coronado en sus últimos días por el éxito y por el favor de la crítica, gozó de numerosas distinciones y premios literarios. El día 7 de julio de 1956 falleció en el hospital, tras ser internado unos días antes a consecuencia de un cáncer en la columna vertebral.

*****

PEQUEÑO AMELO

Pusieron sobre la mesa a un repartido de cerveza ahogado.
Alguien le había incrustado entre los dientes
un amelo lila claroscuro.
Cuando, desde el pecho,
con un corte subcutáneo,
le extirpé
la lengua y el paladar,
con un largo cuchillo,
he debido rozarlo, puesto que se escurrió
hasta el cerebro, justamente al lado.
Se lo coloqué, entre virutas,
en la cavidad torácica,
cuando la cosían,
!Bebe hasta la saciedad en tu jarrón!
!Descansa blandamente,
pequeño amelo!

(1912)

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Veo pasar la vida II

Veo pasar la vida II

No me da un pensamiento, ni dos,
para describir cómo me siento,
si es que hay un sentimiento único
que abarque todo el momento.

Veo pasar, e intuyo o fantaseo,
el sentir de aquellos objetos
cuyas sombras,
reflejadas en el
fondo de la cueva,
juegan a ser parte de mi vida.

Y apoyado en la barandilla
de los pensamientos locos
añado al paisaje, como la sal,
mi estado de ánimo,
ora triste, ora ataráxico,
como olas que rompen,
indiferentes,
en las playas de mis añoranzas.

Y todo compone un decorado
instantáneo, dibujado sin querer,
sobre el fondo de mis recuerdos.
Y, enseguida, se quema en el olvido
porque nace otro, también efímero,
con otro personaje, objeto o sujeto,
sobre el que se detuvo mi mirada.

Sólo cuando me preguntan ¿Cómo estás?
Puedo responder con todo el instante:
-"Aquí, viendo pasar la vida".
Sin saber decir si es placentero el negocio.

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