Los absolutos

Los absolutos

Todo depende de los absolutos.
Sin saber qué  son la vida es ignorancia
y las teorías una pura invención:
llámense filosofía o religión.
O moral o ética.
Sólo pautas de comportamiento
que han sobrevivido, tal vez por casualidad.
No las mejores: las que han sobrevivido
y son, por un tiempo, compatibles.
Después guerras.

Pero nada de eso le importa
a quién sabe que es un relativo,
que su plan está trazado
y en alguna parte es conocido,
y yace archivado.
En verdad para todos todo es relativo.

Las cosas diversas que «son»
y parecen afectarnos en lo más profundo,
no «son buenas» ni «son malas»…
simplemente son diferentes entre sí.

Dios no es bueno,
aunque sea la referencia de lo no-relativo.
Ni malo: es «diferente».
Por eso no le entendemos, y no le creemos,
o le adoramos.

¿Y nosotros? Gritamos.
Relativos.
Relativos en el Uno,
porque el absoluto más olvidado, por obvio,
dice que somos «unum»,
con independencia absoluta,
consecuencia del «principium individuationis».
Pero no es verdad,
la causa de nuestra unidad
no se encuentra en este mundo.
De hecho no se sabe qué es.
Ni siquiera si es cierto que ha actuado
para hacernos «individuos»,
«Ipsum»: Identidad de uno mismo
oponiéndose a los demás.
Es posible que eso que creemos ser
no lo sea en una realidad absoluta.
Que no estemos separados en el Continuo
y tras este sueño más bien amargo
encontremos la belleza, la verdad y la bondad
siendo Uno todos al unísono
con todas las historias completadas.
Sí, ese uno de Plotino.
¡Qué mejor modo de amarse!

Loading

Una respuesta a “ Los absolutos ”

  1. b. dice:

    (o Conciencia Universal)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *