POETAS 18. Eliseo Diego

La nota biográfica que acompaña a los poemas seleccionados está confeccionada por el propio poeta.

TESTAMENTO

Habiendo llegado el tiempo en que

la penumbra no me consuela más

y me apocan los presagios pequeños

Habiendo llegado a este tiempo;

y como las heces del café

abren de pronto ahora para mí

sus redondas bocas amargas;

habiendo llegado a este tiempo;

Y perdida ya toda esperanza de

algún merecido ascenso, de

ver el manar sereno de la sombra;

y no poseyendo más que este tiempo;

no poseyendo más, en fin,

que mi memoria de las noches y

su vibrante delicadeza enorme;

no poseyendo más

entre cielo y tierra

que mi memoria, que este tiempo;

decido hacer mi testamento.

Es

éste: les dejo

el tiempo, todo el tiempo

***** 

FRENTE AL ESPEJO

En un abrir y cerrar de ojos

ya no estarás en donde estabas:

un triste viejo está mirándote

con qué terror desde tu cara.

Mirándote ávido y mirándote

mientras la luz te da en su cara:

en un abrir y cerrar de ojos,

ni tú, ni él, ni nada.

*****

LA CASA ABANDONADA

Hacia el final de la escalera

te has dado vuelta: en el vacío de abajo

el viento solitario hace

las veces del trajín, y la penumbra

está sucia de olvido. Pero arriba,

en el piso de arriba, el cúmulo

del inútil sueño aguarda. ¿Vas

a entrar en él, a sumergirte? Con la mano

puesta en el balaústre, acariciándolo

te quedas. Poco a poco,

no vas así a bajar la vista: escucha

el torvo zumbido de la mosca que se afana

contra el ciego cristal: hay alguien

en el primer peldaño. Espera.

Mira:

tú estás en el primer peldaño. Lívido

te estás mirando a tí con toda el alma

como si fuese para siempre.

Y ya

no estás arriba, ni

tampoco abajo.

Zumba

sola por fin la torva prisionera.

*****

ARQUEOLOGÍA

Dirán entonces: aquí estuvo

la sala, y más allá,

donde encontramos los fragmentos

de levísimo barro, el sitio

del calor y la dicha.

Luego

vendrá una pausa, mientras

el viento alisa los hierbajos

inconsolables; pero

ni un soplo habrá que les evoque

la risa, el buenas tardes,

el adiós.

*****

EL LUGAR DONDE VIVO

El lugar donde vivo no es el mío.

Quizas haya en Asturias una aldea

que se ajuste a mi bien, o quizás sea

un pueblito de Rusia, blanco y frío.

Tal vez porque de todo desconfío

por más que familiar siempre lo vea,

no es que en mi propia palma yo no crea:

es que me extraña como el arce umbrío

que vi una vez y me volvió remoto

no de mi casa, sino tan adentro

de mí que fue el terror. Pues la belleza

será sólo el fragmento de algo roto

que tuvo en cada sitio su áureo centro

y hoy es fuga y nostalgia y extrañeza.

*****

Y QUÉ VA A SER DE TUS RECUERDOS

¿Y qué va a ser de tus recuerdos cuando

no tengan ya donde encontrar abrigo?

¿El aroma feliz de aquellas cajas

con guerreros minúsculos, herméticos,

y el eco de la voz que en la penumbra

te farfulla el secreto de las frondas?

¿Y qué va a ser de tus recuerdos, dime?

De aquella niña que llegaba siempre

más pronto que la luz a tus razones

y del menudo perro que consigo

llevó a su noche el ser de la ternura.

Tu juventud es más que mi memoria,

muchacha eterna de la eterna vía:

ella perdure cuando el resto acabe.

*****

COMIENZA UN LUNES

La eternidad por fin comienza un lunes

y el día siguiente apenas tiene nombre

y el otro es el oscuro, el abolido.

Y en él se apagan todos los murmullos

y aquel rostro que amábamos se esfuma

y en vano es ya la espera, nadie viene.

La eternidad ignora las costumbres,

le da lo mismo rojo que azul tierno,

se inclina al gris, al humo, a la ceniza.

Nombre y fecha tú grabas en un mármol,

los rozas displicente con el hombro,

ni un montoncillo de amargura deja.

Y sin embargo, ves, me aferro al lunes

y al día siguiente doy el nombre tuyo

y con la punta del cigarro escribo

en plena oscuridad: aquí he vivido.

*****

SOBRE UNA MINÚSCULA PALABRA

LEER ES como vivir: corre uno el peligro de llegar  al fin y no enterarse.

Así sucede ante todo con la poesía -esencia de los mejores momentos y palabras-. Esta mañana me deslumbra la sorpresa de hallar en una sola el secreto de cierto poema de Bécquer cuya desolación me ha acompañado siempre.

El primer verso -¿quién no lo recuerda?- dice: «Cerraron sus ojos…» Y en seguida avanza, con cuánta engañosa naturalidad. «Que aún tenía abiertos…»

Luego el poema adquiere la extensión maestra destinada sólo a engarzar el melancólico estribillo donde, hasta hoy, creí escondida la arrasadora tristeza que acompaña porque, al obligársenos a compartirla, es como si se negase a sí misma:

Y pensé: !Qué solos

se quedan los muertos!

 

Pero realmente el secreto está en esa minúscula palabra sobre la que nuestra atención pasa tan rápido, que, ocultándose, desgarra terrible desde adentro.

 

Es, claro, la palabra aún: esos ojos aún abiertos, último asidero, ya roto, con las frágiles cosas de este mundo, de esta vida:

Cerraron sus ojos,

que aún tenía abiertos…

 *****

 

BIOGRAFÍA

De mil novecientos veinte a mil

novecientos tantos

                                  (aquí

pondrán la fecha exacta los

que vivan siquiera un poco más

que la simple suma de mis años)

                                 y

 

a un lado y otro el resto es

el mismo abismo de no sé qué

 

donde no entiendo cómo ya no estoy,

                              no fui,

                              no soy.

 

 

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4 respuestas a “ POETAS 18. Eliseo Diego ”

  1. Pobrecito hablador dice:

    Hago notar, a quien corresponda -el arreglarlo-, que un poema al que no se le respetan las estrofas es una chapuza, un remedo, una caricatura. Un poema tiene que estar bien declamado y, si no se respetan las estrofas, el poema tartamudea. Farfulla. Un poema es un pensamiento pictórico. La filosofía se puede pasar sin pintura y renegar, como Platón, de la poesía y de las bellas artes, pero el poema necesita la gracia de la pintura. Tiene su propio ritmo y su propio silencio. Y si no se respetan las estrofas el poema se ahoga en su propia farfullería.

    Hay versos que se despeñan para caer más fuerte sobre nuestras cabeza.
    Necesitan el vacío para hacer
    GONG.

    Yo no sabía que las estrofas tenían tanta importancia. Pero la tienen. Y mucha.

    El caso es que a pesar de que mecanografío directamente los versos -nada de cortar y pegar, que no me fío-, la edición me sale una chapuza, toda una retahila de versos, como un poema dicho por un idiota que además es ciego y se cree que la poesía puede editarse como se edita el BOE.

    Pero el caso es que he caído en la cuenta de que la estrofa es muy importante.

    LA ESTROFA ES MUY IMPORTANTE.

    LA ESTROFA ES MUY IMPORTANTE.
    LA ESTROFA ES MUY IMPORTANTE. LA ESTROFA ES MUY IMPORTANTE.

    SÍ. SÍ.

    LA ESTROFA ES DE LO MÁS

    I
    M
    P
    O
    R
    T

    ANTE

    LA IMPORTANCIA

    DE LA ESTROFA el verso

    SOBRA

    No digo que los versos no sean importantes. LOS VERSOS TAMBIÉN SON MUY IMPORTANTES. Pero así, de uno en uno, todos mezclados, como el salmorejo en una batidora, son un poupurrí intragable. ¿Alguién que entienda de estas cosas puede decir en dónde está el fallo, puede hacer algo para que ese salmorejo intragable se vuelve el delicado manjar que nadie puede catar aquí?

    Imaginense una selección de Haikus, de un haiku interminable que durase ciento cincuenta versos, por ejemplo.

    (Ya de paso digo, pues todos los días me pongo nostálgico de otros días, que echo de menos aquel verano en que se hacían pasear elegantemente por aquí algunos de aquellos haikus que nunca más volvieron. ¿Qué fue de aquellos haikus? ¿qué fue de las nieves de antaño?)

    Por favor, ECHÉNME UNA MANO, que estoy ya viendo a los poetas seleccionados como revuelven los danzarines esqueletos desde sus epitafios…

    (Y ya de paso digo que me gustaría contestar a Tupacalos como se merece, pero que no se como se merece Tupacalos que se le conteste, ni si merezco yo contestar a tupacalos. Pero para abreviar: aunque no le conteste, tendría algo que contestarm y leo sus comentarios como se merecen. Es decir, como se merece Tupacalos. Es que no puedo escribir más claro, Tupacalos, pero cuando quieras: A TU DISPOSICIÓN (En el mundo real y con un cafe con leche)

  2. Pobrecito hablador dice:

    !Qué cabrón es el editor!. Había improvisado un caligrama y no me lo ha respetado.

    Borrénme de apeiron, por favor. Anulénme la suscripción.

    Pero lean por favor a Eliseo Diego.

  3. Tupacalos dice:

    Ya le gustaría al que esto escribe tener lo que hay que tener para seleccionar poesía y ofrecérsela al respetable de modo tan atractivo. Tengo que confesar que no conocía a Eliseo Diego, así que el esfuerzo está premiado por haber sacado de la incultura en este punto concreto al que comenta. Y lo más importante, que no es la estrofa sino haber estremecido la conciencia estética de, supongo, muchos humanos, de los que sólo soy un muón en el universo.
    No sólo lo leí con gusto, me encontré con la poesía que me hubiera gustado escribir, casi que me parece haberla escrito, aunque, en verdad, de torpe modo.
    Sigue Pobrecito, sigue, y no te importe no comentarme el comentarío.

  4. Tupacalos dice:

    Ya me gustaría volver a leer esos cuentos terribles de personajes que pierden las gafas de cerca o la dirección de la panadería…

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