POETAS 24. Alberto Caeiro (Drama em gente I)

Alberto Caeiro nació en Lisboa en 1889 y murió en 1915, pero casi siempre vivió en el campo. No tuvo profesión, ni apenas educación. Ricardo Reis llegó a escribir sobre Caeiro lo siguiente: «En estas horas turbias, la única fuente de consolación para mi alma ha sido el manuscrito, que siempre me acompaña, de «El guardador de Rebaños (de Alberto Caeiro). Tiene toda la simplicidad, toda la grandeza, toda la posesión de las cosas que los antiguos tenían; pero, escrito ya en oposición a los tiempos modernos que lo vieron nacer, nos da como bálsamo lo que en otros era tan sólo frescura; y donde los otros nos alegran mal, como niños inexpertos, éste nos consuela y acaricia como los viejos prudentes y habituados a disculpar la vida».

*****

Soy un guardador de rebaños.
El rebaño es mis pensamientos
y todos mis pensamientos son sensaciones.
Pienso con los ojos y con los oídos
y con las manos y los pies
y con la nariz y la boca.

Pensar una flor es verla y olerla
y comerse una fruta es conocer su sentido.

Por eso cuando, en un día de calor,
me siento triste de disfrutarlo tanto,
y me acuesto estirado en la hierba,
y cierro los ojos calientes,
siento a todo mi cuerpo acostado en la realidad,
sé la verdad y soy feliz.

*****

No basta abrir la ventana

para ver los campos y el río.

No es suficiente no ser ciego

para ver los árboles y las flores.

También es necesario no tener ninguna filosofía.

Con filosofía no hay árboles: no hay más que ideas.

Sólo hay, como una cueva, cada uno de nosotros.

Hay sólo una ventana cerrada, y todo el mundo fuera;

y un sueño de lo que se podría ver si la ventana se abriese,

que nunca es lo que se ve cuando se abre la ventana.

*****

También sé hacer conjeturas

En cada cosa hay aquello que es ella y que la anima.

En la planta está fuera y es una ninfa  pequeña.

En el animal es un ser interior lejano.

En el hombre es el alma que vive con él y ya es él.

En los dioses tiene el mismo tamaño

y el mismo volumen que el cuerpo

y es lo mismo que el cuerpo.

Por eso se dice que los dioses nunca mueren.

Por eso los dioses no tienen cuerpo y alma.

Sino sólo cuerpo, y son perfectos.

Sus cuerpos son sus almas

y tienen la conciencia en la propia carne divina.

*****

Lo que vemos de las cosas son las cosas.

¿Por qué habíamos de ver una cosa si hubiese otra?

¿Por qué ver y oír sería engañarnos

si ver y oír son ver y oír?

Lo esencial es saber ver,

saber ver sin estar pensando,

saber ver cuando se ve,

y no pensar cuando se ve,

no ver cuando se piensa.

Pero esto (!tristes de nosotros que llevamos el alma vestida!),

esto exige un estudio profundo,

un aprendizaje de desaprender

 y un secuestro en la libertad de aquel convento

del que los poetas dicen que las estrellas son las monjas eternas

y las flores las penitentes convictas de un solo día

pero donde despues de todo las estrellas no son más que las estrellas

ni las flores otra cosa que flores,

y por eso es por lo que las llamamos estrellas y flores.

*****

Si a veces digo que las flores sonríen

y si dijese que los ríos cantan,

no es porque crea que hay sonrisas en las flores

y cantos en el curso de los ríos…

Es porque de esta forma hago sentir mejor a los hombres falsos

la existencia verdaderamente real de las flores y de los ríos.

Porque escribo para que me lean ellos, me sacrifico a veces

a la estupidez de los sentidos…

No esoy de acuerdo conmigo, pero me absuelvo,

porque sólo soy esa cosa seria, un intérprete de la naturaleza,

porque hay hombres que no entienden su lengua,

por no ser lengua alguna.

*****

La diligencia ha pasado por la carretera, y se ha ido;

y la carretera no se ha puesto más bonita, ni siquiera más fea.

Así es la acción humana en el mundo.

Nada quitamos ni ponemos; pasamos y olvidamos;

y el sol es puntual todos los días.

*****

Antes el vuelo del ave, que pasa y no deja rastro,

que el paso del animal, que deja un recuerdo en el suelo.

El ave pasa y olvida, y así es como debe ser.

El animal, donde ya no está, y por eso de nada sirve,

muestra que estuvo antes, lo que no sirve para nada.

El recuerdo es una traición a la Naturaleza,

porque la Naturaleza de ayer no es Naturaleza.

Lo que ha sido no es nada, y recordar es no ver.

!Pasa, ave, pasa, y enséñame a pasar!

*****

Si, después de morir, quieren escribir mi biografía,

no hay nada más sencillo.

Solo tiene dos fechas: la de mi nacimiento y la de mi muerte.

Entre una cosa y otra, todos los días son míos.

Soy fácil de definir.

he visto como un condenado.

He amado las cosas sin ningún sentimentalismo.

Nunca he tenido un deseo que no pudiese

realizar,porque nunca me he quedado ciego.

Hasta oír no ha sido nunca para mi más que un acompañamiento de ver.

He comprendido que las cosas son reales y todas diferentes unas de otras;

he comprendido esto con los ojos, nunca con el pensamiento.

comprenderlo con el pensamiento sería encontrarlas iguales a todas

Un día me entró sueño como a cualquier niño.

Cerré los ojos y me dormí.

Aparte de esto, he sido el único poeta de la Naturaleza.

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Una respuesta a “ POETAS 24. Alberto Caeiro (Drama em gente I) ”

  1. Pobrecito hablador dice:

    Se piden disculpas de nuevo porque al editar los poemas no queda respetada ninguna estrofa. No se hace ninguna separación. Es jodido, porque un poema sin estrofas es díficil de leer, y no ayuda a la divulgación de la poesía. Tiene que entrar el poema primero por la vista y así no entra. Tiene que estar el poema diciendo: «!Cómeme!» y así no se lo traga nadie. Así seguiremos hambrientos de poesía toda la vida, todo el mundo que nos queda. Tanto peor para el mundo que será menos mundo, más cojo, más tuerto, más tartamudo y hemipléjico. Más tonto y más feo.

    Tendría que andar pidiendo disculpas todas las semanas, pero creo que ésta sera la última vez. Aunque mosquear, me mosquea siempre. Quede constancia. Yo me llevo las manos a la cabeza, horrorizado. !Pero que se le va a hacer! Se continuarán editando poetas sin estrofas. Esto no me va a echar para atrás. Qué chapuza!. Pero que conste que son poetas sin estrofas y cabreados, porque me huelo que a los poetas no les gustan que les confundan con los prosistas. Si hubiesen querido escribir sin estrofas hubiesen escrito una novela. Y los novelistas, si hubiesen querido ser poetas, habrían escrito capítulos de cinco líneas.

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