POETAS 25. Ricardo Reis (Drama em gente II

Ricardo Reis nació en Oporto en 1887. Se educó en un colegio de jesuitas, se hizo médico y, en 1919 emigró al Brasil. Monárquico hasta los huesos, no aguantó a la república portuguesa y por eso se fue a América. Su poesía se halla recogida en un solo libro de odas, en el que recrea espléndidamente las viejas formas romanas del género.

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!Tan pronto pasa todo cuanto pasa!

!Tan joven muere ante los dioses cuanto

        muere! !Todo es tan poco!

Nada se sabe, todo se imagina.

circúndate de rosas, ama, bebe,

       y calla. El resto es nada.

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Si recuerdo quien fui, me veo otro,

y el pasado es presente en el recuerdo,

       quien fui es alguien que amo

       aunque en sueños tan sólo.

Y la añoranza que a mi mente aflije

mía no es ni del pasado visto,

        sino de quien habito

        tras de los ojos ciegos.

Nada, sino el instante, me conoce.

Nada es recuerdo de mí mismo, y siento

       que quien soy y quien fui

       son sueños diferentes.

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Nunca la ajena voluntad, aun grata,

cumplas por propia. Manda en lo que haces,

       ni de ti mismo siervo.

Nadie te da quien eres. Tú, no cambies.

Tu íntimo destino involuntario

cumple alto. Sé hijo tuyo.

*****

Si a cada cosa que hay un dios compete,

de mí mismo ¿por qué no haber un dios?

¿Por qué yo no he de serlo?

El dios alienta en mí

porque yo siento.

El mundo externo claramente veo:

cosas, hombres, sin alma.

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Para ser grande, sé entero: nada

       tuyo exageres o excluyas.

Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres

       en lo mínimo que hagas.

Así la luna entera en cada lago

brilla, porque alta vive.

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A los dioses las cosas son más cosas.

No ellos más lejos ven, sino más claro

en la Naturaleza

y perfilada vida…

No en lo vago que apenas ven que orla

a los seres de modo misterioso,

sino en claros detalles

se detienen sus ojos.

Naturaleza es sólo superficie,

pero en su superficie ella es profunda

y mucho en todo tiene,

si bien miran los ojos.

Aprende, pues, de la cristiana angustia,

oh traidor a la múltiple presencia

de los dioses, a no tener ya nunca

velos ante los ojos o ante el alma.

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