POETAS 42. Rainer Maria Rilke I (Primeros poemas)

Praga 1875-Val-Mont, Suiza 1926

CODA (Del poema «Requiem»)

La muerte es grande.
Somos los seres
de boca reidora.
Cuando en medio de la vida pensamos,
ella a llorar se atreve
en medio de nosotros.

*****

EL ULTIMO

Yo no tengo una casa solariega,
tampoco la he perdido;
mi madre me ha parido
echándome hacia el mundo.
Ahora estoy en el mundo y cada vez
entro al mundo más hondo,
y tengo mi dicha y tengo mi dolor,
y tengo todo, solo.
Y, sin embargo, soy un heredero.
Con tres ramas mi raza ha florecido
en los bosques en siete
castillos, y mi escudo se ha cansado,
ya demasiado viejo;
y lo que me han dejado y lo que gano
para la posición antigua, está sin patria.
En mi seno, en mis manos
tengo que conservarlo hasta que muera.
Porque lo que desplazo
metiéndolo en el mundo,
cae, está
igual que en una ola
puesto.

*****
OTOÑO

Caen las hojas, caen desde lejos,
como muriendo en parques de los cielos,
caen con ademán de negación.

Y cae en las noches la pesada tierra
desde los astros a la soledad.

Todos caemos. Esa mano cae.
Y mira a los demás: igual en todos.

Pero hay Alguien que acoge esta caída
con suavidad inmensa entre sus manos.

*****

DIA DE OTOÑO

Señor, es tiempo. Enorme fue el verano.
Pon ya sobre el reloj de sol tu sombra
y deja suelto el viento en las llanuras.

Manda a los frutos últimos henchirse,
dales dos días más de sur caliente,
a plenitud empújales, y mete
el último dulzor en vino recio.

El que hoy sin casa está, ya no la funda.
El que está solo, mucho habrá de estarlo;
velará, leerá, escribirá cartas,
y por las alamedas irá, inquieto,
mientras las hojas van a la deriva.

*****

EL LECTOR

Mucho he leído ya; toda la tarde,
a la ventana, con rumor de lluvia.
Del viento de allá fuera, no oí nada:
mi libro era muy denso.
Lo veía en las hojas, como en rostros
que se oscurecen de reminiscencia,
y en torno a mi leer se pasmó el tiempo.
Las páginas de pronto destellaron
y en vez del triste enredo de palabras
se lee «tarde», «tarde», en todas ellas.
No miro todavía fuera; estallan
las largas líneas, huyen las palabras
de sus hilos, escapan a capricho…
Ya lo sé: por encima de los plenos
jardines de esplendor, el cielo es ancho;
el sol, una vez más, habrá venido:
Y ahora, todo es noche de verano.
Se espesa en pocos grupos lo esparcido;
por largas sendas va la gente oscura,
y extraño y lejos, como si importara
más, se escucha lo poco que aún ocurre.

Si levanto los ojos de mi lilbro
nada me será extraño, y todo grande.
Fuera está lo que estoy viviendo dentro,
y es todo ilimitado aquí y allá;
sólo con que me enrede más en todo;
si se amolda a las cosas mi mirada
y a la sencillez grave de las masas,
rebosa entonces sobre sí la tierra.
Parece que la abraza el cielo entero:
el lucero es, allá, la última casa.

*****

HORA SOLEMNE

El que llora en el mundo, en cualquier sitio,
llorando sin motivo en este mundo,
llora por mí.

El que ríe en el mundo en cualquier sitio,
riendo sin motivo en este mundo,
ríe por mí.

El que va por el mundo a cualquier sitio,
marchando sin motivo en este mundo.
viene hacia mí.

El que muere en el mundo en cualquier sitio,
muriendo sin motivo en este mundo.
me mira a mí.

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