POETAS 46. Walt Whitman II (Calamus y otros cantos)

Walter Whitman nace en Long Island en 1819. Con 12 años trabaja como mensajero en el bufete de un abogado y como aprendiz en una imprenta. En 1836 entrar a trabajar en oficinas de imprenta en la ciudad de Nueva York. Posteriormente trabajará como maestro durante un par de años en unas pequeñas escuelas de Long Island. Entre 1941 y 1948  colaborará en varias publicaciones importantes de Nueva York. En 1849 dirige y edita el Brooklyn Freeman. En 1849 se convierte en miembro del partido Free-Soilers, opuesto a la propagación de la esclavitud en nuevos territorios. Entre 1851 y 1854 construye viviendas en Brooklyn. El 4 de julio de 1855  aparece la primera edición de “Hojas de Hierba”. Emerson le escribe su carta de felicitación. Al año siguiente lo visita, junto con Thoreau. Entre 1857 y 1859 queda desempleado y se dedica a llevar una vida bohemia. Entre 1863 y 1864 Whitman obtiene una empleo de tiempo parcial para el Ejército, como enfermero voluntario.También trabaja en hospitales de campaña. Su salud se debilita, vuelve a casa de su madre en Brooklyn por seis meses ,y en 1865 ingresa como empleado en la oficina del Fiscal general. En 1873 Whitman sufre un ataque de parálisis y se ve obligado a refugiarse al lado de su hermano George en Camden, Nueva jersey. Queda semiinválido el mismo año en que muere su madre. Durante 1879 Whitman visita el oeste estadounidense. En 1881 aparece la séptima edición de “Hojas de Hierba, pero al año siguiente la Sociedad para la Supresión del Vicio considera inmoral la edición y se censura su publicación. Otro ataque de parálisis postra a Whitman los últimos años de su vida. Muere en 1892, mientras preparaba la publicación de la novena edición de “Hojas de Hierba”.

*****

ÉPOCAS Y ÉPOCAS QUE VUELVEN A INTERVALOS
Épocas y épocas que vuelven a intervalos
Intacto, errante, inmortal,
Vigoroso, fálico, de podersoas entrañas primitivas, puro,
Yo, cantor de cánticos adánicos,
Desde el nuevo jardín de Occidente llamo a las grandes ciudades,
Deliro, aununcio a los seres procreados, ofrezco mis cantos, me ofrezco yo mismo,
Me absimo en el Sexo, abismo mis cantos en el Sexo:
Criaturas de mis entrañas.
                                                                   (De “Hijos de Adan)

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LA BASE DE TODA METAFÍSICA

 Y ahora, señores,
Pronuncio una palabra destinada a permanecer en vuestro recuerdo
y en vuestro espíritu,
como base y remate a la vez de toda metafísica.
 (Así dijo a sus alumnos el viejo profesor
Al terminar su curso numeroso.)

Después de haber estudiado los sistemas modernos y antiguos, los griegos y los germánicos
Después de haber estudiados y juzgado a Kant, a Fichte, a Schelling y a Hegel,
Después de haber juzgado la doctrina de Platón, y Sócrates, más grande que Platón,
Y Después de haber estudiado mucho tiempo -más grande que Sócrates- a Cristo divino,
Recuerdo hoy día esos sistemas griegos y germánicos,
Veo las filosofías todas, veo las iglesias y las doctrinas,
No obstante veo claramente por debajo de Sócrates, y veo por debajo de Cristo el divino,
El tierno amor del hombre a su camarada, la atracción del amigo al amigo,
El amor del esposo y la esposa mutuamente adecuados, de los hijos y de los padres,
El amor de la ciudad a la ciudad, y del país al país.

(De “Calamus”)

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!CAED, GOTAS! !Caed, gotas! !Abandonad mis venas azules!
!Oh, gotas mías! Caed, lentas gotas,
Desprendeos de mí ingenuamente, caed, gotas sangrantes,
De las heridas hechas para libertaros de vuestra prisión,
De mi rostros, de mi frente y de mis labios,
De mi pecho, del escondite donde yo estaba oculto, salid, gotas rojas, gotas de confesión,
Teñid todas las páginas, teñid todas las canciones que canto, todas las palabras que pronuncio, gotas sangrientas,
Que conozcan vuestro color rojo, que brillen,
Saturadlas de vuestra esencia, avergonzadlas y humedecedlas,
Resplandeced sobre todo lo que he escrito y escribiré, gotas sangrantes,
Que todas las cosas sean vistas a vuestra luz, gotas ruborosas.
                                                                        (De “Calamus”)

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No caen sobre ti las manchas de sombra,
También sobre mí han dejado las sombras caer sus manchas,
Lo mejor que yo había hecho se me figuraba vacío y sospechoso,
Mis grandes pensamientos -como yo los creía- ¿no eran harto pobres en realidad?
No eres tú el único que sabe lo que es ser malvado,
Soy yo quien sabía lo que es ser malvado,
Yo había también entretejido el antiguo nudo de los contrarios,
Yo había hablado, me había ruborizado, me había sentido ofendido,
Había mentido, había robado, había codiciado,
He sido astuto, colérico, concupiscente, he sentido deseos que no me he atrevido a expresar,
He sido caprhichoso; vano, glotón, superficial, taimado, cobarde, perverso,
Ha habido en mí del lobo, de la serpiente, del cerdo,
La mirada engañosa, la palabra frívola, el deseo adúltero, no han faltado en mí,
Negativas, odios, dilaciones, mezquindad, pereza, nada de esto ha faltado en mí,
He sido solidario con los otros, he sido los días y los acontecimientos de los otros,
Me ha llamado por mi nombre la voz alta y clara de los jóvenes que me han visto aproximarme o pasar junto a ellos,
He sentido sus brazos alrededor de mi cuello, estando en pie, o el contacto negligente de su carne, estando sentado,
He visto en la calle, o en la barca, o en los parajes públicos, a muchas personas a quienes he amado, y no les he hablado,
He vivido la misma vida que los demás, el mismo viejo reír, comer y dormir,
He representado el papel que nos hace recordar al actor o a la actriz,
El mismo viejo papel, el papel que es lo que nosotros hacemos de él,
Tan importante o tan insgnificante como nos plaza, o importante e insignificante a la vez.
                                              (De “En la barca de Brooklyn)

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A pie, alegre, salgo al camino real,
Soy sano, soy libre, el mundo se extiende ante mí;
El largo camino pardo me conducirá adonde yo quiera.
Ya no llamo a la fortuna: yo soy la fortuna;
Ya no lloriqueo, no difiero mis actos, no necesito nada,
 He acabado con las quejas domésticas, con las bibliotecas, con las críticas querellosas,
Vigoroso y contento, recorro el camino real.
La tierra, ella me basta,
Yo no exijo que las constelaciones se aproximen,
Sé que están muy bien donde están,
Sé que bastan para aquellos que les pertenecen.
(Sin embargo, llevo aquí mis viejos fardos deliciosos,
Los llevo, hombres y mujeres, los llevo conmigo a todas partes,
Juro que no puedo deshacerme de ellos,
Estoy lleno de ellos, y los llenaré a mi vez.)

                                                   (De “Cantos del camino Real”

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LLENO DE VIDA AHORA

Lleno de vida, ahora, compacto, visible,
Yo, de cuarenta años de edad en el año octogésimo tercero de los Estados,
A quien viva dentro de un siglo o dentro de cualquier número de siglos,
A ti, que aún no naces, a ti te buscan estos cantos.
 Cuando leas estos cantos, yo, que fui visible, me habré hecho invisible,
Entonces serás tú compacto, visible, penetrarás el sentido de mis poemas, me buscarás,
Imaginarás qué feliz serías si yo estuviese contigo y fuese tu camarada;
Piensa, pues, que estoy contigo. (No des por demasiado seguro que no esté yo contigo ahora.)

                                                                                  (De “Calamus”)

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