POETAS 47. José Martí

Nace en la Habana el 28 de enero de 1853, hijo de padres españoles de clase humilde radicados en Cuba. En 1869 es detenido por las autoridades españolas de la colonia acusado de traición y condenado a seis años de presidio en las canteras. Dos años después consigue un indulto y sale deportado a España. Estudia Filosofía y Letras y Derecho en Madrid y Zaragoza. Francia, Méjico y Guatemala son sus próximos destinos. En este último país es nombrado catedrático de literatura francesa, inglesa, italiana y alemana, y de historia de la filosofia en la Escuela Central de Guatemala. Vuelve a la Habana, pero enseguida es deportado de nuevo, acusado de actividades revolucionarias. España, Francia, Nueva York son sus lugares de residencia entre 1879 y 1881. En esta última ciudad residirá la mayor parte de su vida. En 1882 publica su primer volumen de versos, «Ismaelillo». Colabora en diversas revistas y periódicos de países americanos y trabaja como oficinista para Lyon y Compañia. Escribe gran parte de sus «versos libres», los cuales deja inéditos. Es nombrado cónsul de Urugay (1887) y de la Argentina (1890). Este año compone los «Versos sencillos, que edita en Nueva York. Los últimos años de su vida los va a dedicar a la organización de la guerra de Cuba. En 1892 Martí va será elegido delegado del recien nacido Partido Revoloucionario Cubano. Se hará también cargo, casi en exclusiva, de la dirección y redacción del periódico Patria, que se encarga de divulgar las ideas del Partido. Ya dedicado a la organización del partido y de la guerra, realiza viajes constantes a Florida, a Santo Domingo y a Costa Rica. Comienza a pergeñar, junto a otros lideres de la revolución, la invasión definitiva de la isla. En abril de 1895 Martí es nombrado Mayor General, pero el pueblo lo saluda con el título de presidente. Muere el 19 de mayo de 1895 al ser herido en una escaramuza con las tropas españolas.

*****

Penas, ¿quién osa decir
Que tengo yo penas?
Después del rayo, y del fuego,
Tendré tiempo de sufrir.

Yo sé de un pesar profundo
Entre las penas sin nombres
!La esclavitud de los hombres
Es la gran pena del mundo!

Hay montes, y hay que subir
Los montes altos; !después
Veremos, alma, quién es
Quien te me ha puesto al morir!

*****

AL BUEN PEDRO

Dicen, buen Pedro, que de mí murmuras
Porque tras mis orejas el cabello
En crespas ondas su caudal levanta:
Diles, !bribón!, que mientras tú en festines,
en rubios caldos y en fragantes pomas,
Entre mancebas del astuto Norte,
De tus esclavos el sudor sangriento,
Torcido en oro, lánguido bebes, –
Pensativo, febril, pálido, grave,
Mi pan rebano en solitaria mesa
Pidiendo !oh triste! al aire sordo modo
de libertar de su infortunio al siervo
!Y de tu infamia a ti!-
Y en estos lances,
Suéleme, Pedro, en la apretada bolsa
Faltar la monedilla que reclama
con sus húmedas manos el barbero.

*****

ARBOL DE MI ALMA

Como una ave que cruza el aire claro
Siento hacia mí venir tu pensamiento
Y acá en mi corazón hacer su nido.
Abrese el alma en flor: tiemblan sus ramas
Como los labios frescos de un mancebo
En su primer abrazo a una hermosura;
Cuchichean las hojas; tal parecen
Lenguaraces obreras y evidiosas,
A  la doncella de la casa rica
En preparar el tálamo ocupadas:
Ancho es mi corazón, y es todo tuyo:
Todo lo triste cabe en él, y todo
Cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere!
De hojas secas, y polvo, y derruidas
Ramas lo limpio: bruño con cuidado
Cada hoja, y los tallos: de las flores
Los gusanos y el pétalo comido
Separo: oreo el césped en contorno
Y a recibirte, oh pájaro sin mancha
Apresto el corazón enajenado!


*****

Si ves un monte de espumas,
es mi verso lo que ves:
Mi verso es un monte, y es
Un abanico de plumas.

Mi verso es como un puñal
Que por el puño echa flor:
Mi verso es un surtidor
Que da un agua de coral.

Mi verso es de un verde claro
Y de un carmín encendido:
Mi verso es un ciervo herido
Que busca en el monte amparo.

Mi verso al valiente agrada:
Mi verso, breve y sincero,
Es del vigor del acero
Con que se funde la espada.

*****

NO, MÚSICA TENAZ!

No, música tenaz, me hables del cielo!
Es morir, es temblar, es desgarrarme
Sin compasión el pecho! Si no vivo
Donde como una flor al aire puro
Abre su cáliz verde la palmera,
Si del día penoso a casa vuelvo…
¿Casa dije? no hay casa en tierra ajena!…
Roto vuelvo en pedazos encendidos!
Me recojo del suelo: alzo y amaso
Los restos de mí mismo; ávido y triste,
como un estatuador un Cristo roto:
Trabajo, siempre en pie, por fuera un hombre,
Venid a ver, venid a ver por dentro!
Pero tomad a que Virgilio os guíe…
Si no, estáos afuera: el fuego rueda
Por la cueva humeante: como flores
De un jardín infernal se abren las llagas:
Y boqueantes por la tierra seca
Queman los pies los escaldados leños!
Toda fue flor la aterradora tumba!
No, música tenaz, me hables del cielo!

*****

¿Del tirano? Del tirano
Di todo, !di más!: y clava
Con furia de mano esclava
sobre su oprobio al tirano.

¿Del error? Pues del error
Di el antro, di las veredas
Oscuras: di cuanto puedas
Del tirano y del error.

¿De mujer? Pues puede ser
Que mueras de su mordida;
Pero no empañes tu vida
Diciendo mal de mujer!

*****

Vierte corazón, tu pena
Donde no se llegue a ver,
Por soberbia, y por no ser
Motivo de pena ajena.

Yo te quiero, verso amigo,
Porque cuando siento el pecho
Ya muy cargado y deshecho,
Parto la carga contigo.

Tu me sufres, tú aposentas
En tu regazo amoroso,
Todo mi amor doloroso,
Todas mis ansias y afrentas.

Tu, porque yo pueda en calma
Amar y hacer bien, consientes
En enturbiar tus corrientes
Con cuanto me agobia el alma.

Tú, porque yo cruce fiero
La tierra, y sin odio, y puro,
Te arrastras, pálido y duro,
Mi amoroso compañero.

Mi vida así se encamina
Al cielo limpia y serena,
y tu me cargas mi pena
con tu paciencia divina.

Y porque mi cruel costumbre
De echarme en ti te desvía
De tu dichosa armonía
Y natural mansedumbre;

Porque mis penas arrojo
Sobre tu seno, y lo azotan,
Y tu corriente alborotan,
Y acá lívido, allá rojo,

Blanco allá como la muerte,
Ora arremetes y ruges,
Ora con el peso crujes
De un dolor más que tú fuerte,

¿Habré, como me aconseja
Un corazón mal nacido,
De dejar en el olvido
A aquel que nunca me deja?

!Verso, nos hablan de un Dios
A donde van los difuntos:
Verso, o nos condenan juntos,
O nos salvamos los dos!

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