POETAS 67. Konstantino Kavafis I (Meditaciones)

Además de los temas sobre la historia, el amor, la sensualidad y el arte que nutren la poesía de Kavafis, se encuentran al principio de su obra una serie de meditaciones sobre la vida en tono pesimista. No deja de resultar chocante que uno de los temas favoritos del Kavafis joven fuera el de la meditación sobre la la vejez y la muerte, teniendo en cuenta que a medida que Kavafis evoluciona y se va haciendo viejo, va apartando la mirada de estas preocupaciones para centrarse en la juventud y la voluptuosidad de los cuerpos por medio de su recreación en la memoria.  También se puede observar esta misma evolución en el tono pesimista que acompaña a estos primeros poemas, que se va atemperando a medida que desarrolla su obra. En su segunda época, Kavafis se va volviendo más complaciente y optimista con el envejecimiento. La luz de la memoria puede iluminar con su vitalidad la nostalgia de los días perdidos. Kavafis se caracteriza en su primera época por tener una idea sombria respecto al futuro que le aguarda. Sofocado por una ciudad provinciana de la que le gustaría escapar, amargado por haber perdido la ciudadanía inglesa, hipersensible al paso del tiempo y el marchitamiento de los cuerpos, quisiera que el tiempo no pasase tan velozmente, pero a la vez se queja de la monotonía de una vida donde este tiempo parece detenerse sin que asome el futuro que anhelaba. Esta sensación pesimista de no poder escapar del propio destino, que nos ha encadenado a un único tiempo y lugar geográfico, se condensa de forma ejemplar en el poema «La Ciudad». El mundo se vuelve pequeño, y con su estrechez ahoga las ansias del espíritu. No sólo el tiempo parece no pasar, con sus días monótonos e iguales, sino que además el hombre no puede escapar a ningun lugar de la tierra, ya que su destino personal se cumple inexorablemente. El hombre siempre lleva consigo la maldición de la que trata de huir, y la lucha contra el destino acaba en destrucción y derrota, pues todo intento de cambiarlo sucumbe ante la certeza de que no existe nada nuevo bajo el sol. Pero esta visión pesimista de la vida también se va optimizando con el paso de los años. El hombre puede intervenir en su propia vida por medio de la nobleza de su pensamiento y la emoción de su espíritu, y ensanchar así su horizonte, a la vez que es capaz de extraer de su contacto con el mundo una experiencia llena de sabiduría. Kafavis comienza a proponer la actitud del sabio como un ejemplo para el hombre que busca percibir el sentido oculto de las cosas y de su propia vida. A partir de la segunda década del siglo XX, comienzan a desaparecer estas angustiosas meditaciones sobre una vida que no espera encontrar sentido del presente ni del futuro que le aguarda, para centrar su reflexión en las enseñanzas que le deparan los comportamientos ejemplares o censurables de personajes pretéritos, célebres o anónimos, que con su vida  fueron haciendo la Historia.

Las traducciones y notas de los poemas de Konstantino Kavafis (Alejandría 1867-1933) que aquí se presentan se deben a José María Álvarez.

ÍTACA

(1911)

Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallaras tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones y a Cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ambar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.

Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino;
sin esperar que Ítaca te enriquezca.

Itaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.

Aunque pobre la encuentres, no te engañara Ítaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Ítacas.

*****

ANCIANO

¿1897?

En el interior de un ruidoso café
un anciano se apoya sobre un velador;
un periódico ante él, iluminado por la soledad.

Y en el desprecio de su miserable vejez
piensa qué poco gozó de los años
cuando tuvo vigor, y elocuencia, y belleza.

Ha envejecido tanto; lo siente, lo ve.
El tiempo de su juventud, como si hubiera sido ayer,
pasó. Qué velozmente, qué velozmente.

Medita en cómo ahora se ríe de él la Sabiduría;
y cómo fió siempre -!qué locura!-
de esa embustera que le decía: «Mañana. Tienes mucho tiempo».

Recuerda impusos que contuvo; y el sacrificio
de su felicidad. De su insensata prudencia
se burla hoy cada ocasión perdida.

…Hasta que de tanto evocar el pasado
se adormece. Hundido
sobre el valador solitario.

 *****

VELAS

(¿1899?)

Los días del futuro se alzan ante nosotros
como una hilera de velas encendidas-
doradas, vivaces, cálidas velas.

Los días del pasado quedaron tan atrás,
fúnebre hilera consumida
donde las más cercanas aún humean,
velas frías, torcidas y deshechas.

No quiero verlas; su aspecto me aflige,
me aflige recordar su luz primera.
Miro ante mí las velas encendidas.

No quiero volverme, y estremecerme al contemplar
qué rápidamente se alarga la hilera sombría,
qué rápidamente crece con sus velas ya consumidas.

***** 

CHE FECE… IL GRAN RIFIUTO

(1901)

A cada uno le llega el día
de pronunciar el gran Sí o el gran
No. Quien dispuesto lo lleva
Sí manifiesta, y diciéndolo

progresa en el camino de la estima y la seguridad.
El que rehúsa no se arrepiente. Si de nuevo lo interrogasen
diría no de nuevo. Pero ese
no -legítimo- lo arruina para siempre.

(El título proviene de Dante. INFERNO III, 60, en su referencia a Celestino V y su renuncia al papado. Pueden admitirse más cercanas y personales connotciones: la actitud del patriarca Ioachin III frente al posible trono episcopal de Alejandría en 1899 y el lamentable asunto de la ciudadanía inglesa del Propio Kavafis)

*****

LAS ALMAS DE LOS VIEJOS

(¿1901?)

En sus viejos cuerpos ya gastados
moran las almas de los viejos.
Cuánta lástima inspiran
y qué monótona la vida miserable que arrastran.
Más como tiemblan ante la idea de perderla y cómo idolatran
a esas contradictorias y confusas
almas, que sostienen -tragicómicas-
bajo su piel correosa.

*****

VENTANAS

(¿1897?)

En esas habitaciones oscuras donde vivo
pesados días, con qué anhelo contemplo a veces
las ventanas. -Cuándo se abrirá
una de ellas y qué ha de traerme-
Pero esa ventana no se encuentra, o yo no sé
hallarla. Y quizás mejor sea así.
Quizá esa luz fuese para mí otra tortura.
Quién sabe cuántas cosas nuevas mostraría.

*****

MONOTONÍA

(¿1908?)

Sigue un día monótono a otro día igualmente
monótono, idéntico. Las mismas
cosas sucederán de nuevo, una y otra vez-
las mismas circunstancias nos toman y nos dejan.

A un mes sigue otro mes igual.
Lo que vendrá fácilmente se adivina;
serán las mismas cosas de ayer.
Y el mañana nunca parece ese mañana.

*****

MURALLAS

(1896)

Sin consideración, sin piedad, sin pudor
en torno mío han levantado altas y sólidas murallas.

Y ahora permanezco aquí en mi soledad.
Meditando en mi destino: la suerte roe mi espíritu:

tánto como tenía que hacer.
Cómo no advertí que levantaban esos muros.

No escuché trabajar a los obreros ni sus voces.
Silenciosamente me tapiaron el mundo.

*****

LA CIUDAD

(1909 – 1ª versión, 1894)

Dices «Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamiento en esta desolada languidez.
Donde vuelvo mis ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí.
No hallarás otra tierra ni otra mar.
La ciudad irá
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí».
No hallarás otra tierra ni otra mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques
                              -no la hay-,
ni caminos ni barco para tí.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.

*****

FIN

(1911)

En medio del terror y de la sospecha,
con la mente agitada y los ojos asustados,
buscamos soluciones y planeamos qué hacer
para escapar de la segura
amenaza que tan espantosamente nos acecha.
Y sin embargo nos equivocamos, ése no es nuestro camino;
las noticias eran falsas
(o no escuchamos, no comprendimo bien):
Otro desastre, otro que nunca habíamos pensado,
súbita, tempestuosamente cae sobre nosotros,
y sin darnos tiempo -sin prepararnos- nos arreba.

*****

CUANTO PUEDAS

(1913)

Si imposible es hacer tu vida como quieres,
por lo menos esfuérzate
cuanto puedas en esto: no la envilezcan nunca
en contacto excesivo con el mundo,
con una excesiva frivolidad.

No la envilezcas
en el tráfago inútil
o en el necio vacío
de la estupidez cotidiana,
y al cabo te resulte un huésped inoportuno.

*****

LOS SABIOS CONOCEN EL FUTURO

(1915)

Los hombres conocen las cosas del presente.
Las cosas del futuro son secreto de los dioses,
únicos poseedores de todas las luces.
Mas de lo que el futuro traiga, los sabios
pueden conocer. Su oído

a veces en horas de profunda meditación
se alarma. Y de los extraños acontecmientos en marcha
perciben el sentido oculto.
Y lo escuchan piadosos. Mientras en la calle
sordo permanece el vulgo.
 
 

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