POETAS 73. Aleksandr Pushkin I

(Rusia (Moscú, 1799-San Petesburgo, 1837). Descendiente de una de las familias más aristocráticas de la antigua Rusia y lector incansable desde temprana edad, se convertirá en poeta nacional de su país y genio inventor de toda una literatura, hasta el punto de que el influyente crítico Belinski lo define como el primer poeta-artista de Rusia. En 1820 consigue un cómodo puesto en el Ministerio de Asuntos Exteriores que le permite vivir una vida bohemia, se implica en movimientos reformistas y escribe composiciones subversivas que provocan el destierro por parte del Zar Alejandro I a las regiones meridionales del imperio. Es en este periodo de alejamiento cuando toma contacto con la poesía de Byron e inicia los primeros cantos de su obra maestra, Yevgueni Onieguin (1823-1831), historia de amoríos y desplantes de un héroe muy al estilo del Don Juan Byroniano. Durante su ausencia de la capital tuvo lugar el alzamiento decembrista que provocó una dura represión entre amigos del propio poeta, a los que dedicará sentidas composiciones. Poco después de su regreso a la corte, el poeta contrae matrimonio con una célebre belleza de 16 años, Natalia Goncharova, admirada hasta por el mismo Zar, quien para evitar su alejamiento nombra a su marido “gentilhombre” de cámara. Durante los últimos años de su vida, a Pushkin le cercan las deudas, le persiguen las intrigas, y se siente espiado y vigilado, hasta el punto de que las cartas que dirige a su mujer son abiertas por la policía y leídas por el Zar. Sus últimos años resultan amargos; su final dramático. Decepcionado de la vida –“aunque la vida es una dulce costumbre, hay en ella tanta amargura que a la larga se hace repugnante”- y con dificultades para encontrar su inspiración creativa, unos meses antes de su muerte llega a escribir a su mujer: “El diablo dispuso que naciera en Rusia con espíritu y talento”. En 1836 el repetido asedio de su mujer por parte de un diplomático francés, Georges d’Anthès, provoca un desafío a duelo. La manipulación del arma del poeta hace que la primera bala le alcance el pecho sin  opción a defenderse. Cuando el médico que le atendió en su larga agonía le preguntó si no quería despedirse de sus allegados, Puskhin sólo fue capaz de responder caústicamente, no sin antes volverse hacia sus libros: “Adios, amigos”. Puskhin fue un prosista afortunado –“La hija del capitán”- que preludió los rasgos del realismo ruso posterior caracterizado por una gran elevación poética, y todo ello logrado mediante un lenguaje rico, vivo y palpitante –“quisiera dejar en nuestra lengua cierta obscenidad bíblica”, escribirá en cierta ocasión-. Para Puskhin cualquier aspecto de la existencia es digno de tratamiento literario, siempre que se enfoque de manera apropiada. A juicio del traductor de los poemas que se presentan a continuación, Víctor Gallego Ballesteros, el principal protagonista de toda su producción es la vida: “insertó en el clasicismo el hálito de vida y el lenguaje de los hombres” Belinski trató de sintetizar el carácter de sus versos señalando que: “en la poesía de Puskhin hay cielo, pero está siempre impregnado de tierra”.

*****

EL PAJARILLO

En tierras extrañas, con respeto,
observo una ancestral tradición:
suelto al aire un pajarillo
en la luminosa fiesta de la primavera.

Y ya puedo sentirme consolado:
¿por qué murmurar contra Dios
cuando al menos a una criatura
he podido donar la libertad?

                                              (1823)

   

Si la vida te engaña,
no te aflijas, no te enfades.
Acepta resignado los pesares:
la alegría, créelo, pronto llegará.

El corazón vive en el futuro,
no en el desolado presente:
todo es fugaz, todo se pierde,
y se hace precioso en el recuerdo.

                                                   (1825)

   

EL PROFETA

Atormentado por la sed espiritual,
por un sombrío desierto me arrastraba.
Un serafín de seis alas
se apareció ante mí en una encrucijada.
Con sus dedos suaves como sueño
rozó mis pupilas.
Mis ojos proféticos se abrieron
como los de un águila asustada.
Mis oídos rozó
y llenó de sonidos y rumores.
Y escuché el estremecimiento del cielo,
el vuelo de los ángeles en las alturas,
la marcha bajo las aguas de los monstruos marinos,
la brotadura de la vid en el valle.
Se aproximó a mis labios
y arrancó mi lengua pecadora,
grandilocuente y maliciosa,
y el aguijón de la sabia serpiente
en mi boca amortecida
introdujo con su diestra ensangrentada.
El pecho me hendió con una espada
y el corazón palpitante extrajo,
y un carbón ardiente de fuego
en el pecho abierto introdujo.
Como un cadáver en un desierto yacía
cuando Dios me invocó con su voz:
”Levántate, profeta, mírame, escúchame,
llénate de mi voluntad
y, recorriendo tierras y océanos,
enciende con mi palabra el corazón de las gentes”.

                                                                     (1826)

   

19 DE OCTUBRE DE 1827

¡Que dios os ayude, amigos míos,
en los trabajos de la vida, en el servicio del zar,
en los festines de la desenfrenada amistad
y en los dulces secretos del amor!

!Que Dios os ayude, amigos míos,
también en las tormentas y pesares de la vida,
en tierras extrañas, en el desierto mar
y en las oscuras simas de la tierra!

                                                     (1827)

    

EL ANGEL

A las puertas del Edén un ángel sereno
resplandecía con la cabeza inclinada,
mientras un demonio sombrío e irritado
volaba sobre la sima infernal.

El espíritu de la negación y de la duda
contempló al espíritu de la pureza
y sintió por vez primera
el ardor de una vaga conmoción.

”Perdona –dijo- te he visto;
y no en vano me has iluminado:
no he odiado todo lo que el cielo encierra:
no todo lo que el mundo guarda he despreciado:”

*****   

Primavera, primavera, época del amor,
cuánto me pesa tu llegada,
qué lánguida inquietud viertes
en mi sangre y en mi alma…
Extraño es el placer a mi corazón…
Todo lo que exulta y reluce
me llena de tedio y amargura.
……………………………….
Dadme mejor nevascas y tormentas
y la larga penumbra de las noches de invierno
                                                               (1827)     

                                                             

26 DE MAYO DE 1828

Don absurdo y azaroso,
vida, ¿para qué me has sido dada?
Y ¿por qué un destino secreto
a muerte te ha condenado?

¿Qué potencia hostil
desde la nada me ha invocado
llenando mi alma de pasión
sembrando en mi espíritu la duda?

Ningún fin ante mí se alza:
Mi corazón está vacío, mi mente hastiada,
y el ruido monocorde de la vida
con su pena me atormenta.

                                            (1828)

   

TÚ Y USTED

El huero usted por el caluroso tú
equivocándose trastocó.
Y sueños todos de felicidad
despertó en mi alma enamorada.
Estoy ante ella, ensimismado,
sin fuerzas para dejar de mirarla.
Le digo: qué agradable es usted
y pienso cómo te amo.

                                       (1828)

  

REMEMORACIÓN

Cuando para el mortal calla el fragoroso día
y sobre las mudas plazas de la ciudad
se cierne la sombra samitransparente de la noche,
trayendo el sueño, de los trabajos diarios recompensa,
se abren para mí, en el silencio,
las horas angustiosas de la vela.
En la inactividad de la noche más quema el arrepentimiento,
mordisco de serpiente en el corazón.
Los sueños hierven; en mi mente, sepultada por la pena,
cúmulos se espesan de amargos pensamientos;
el mudo recuerdo ante mí
su luengo pergamino desenrolla.
Leo entonces con repugnancia el libro de mi vida,
me estremezco y maldigo,
me lamento amargamente, amargamente lloro,
pero no puedo borrar sus líneas deplorables.

                                                                      (1828)

   

LA FLORECILLA

Flor ajada y sin perfume,
te veo olvidada en un libro;
y una extraña fantasía
inunda de pronto mi alma:

¿Dónde y cuándo floreció? ¿En qué primavera?
¿Cuánto tiempo fue flor? ¿Quién la arrancó
con ajena o conocida mano?
¿Y por qué la puso aquí?

¿En recuerdo de una dulce cita,
o de una fatal separación,
o acaso de un paseo solitario
por el silencioso campo, por el umbroso bosque?

¿Y vive él? ¿Y vive ella?
¿Dónde se encuentra ahora su morada?
¿O acaso ya se han marchitado
como esta misteriosa florecilla?

                                                  (1828)

   

Si vago por las fragorosas calles,
entro en un concurrido templo,
o gozo de juvenil compañía,
me entrego a mis sueños.

Me digo: los años vuelan,
!cuántos de los nuestros ya no viven!
Todos a eternas bóvedas iremos
y la hora de alguno ya está cercana

Si contemplo un solitario roble,
medito: el patriarca de los bosques
sobrevivirá a mi olvidado siglo,
como sobrevivió al de mis padres.

Si acaricio a una tierna criatura,
me asalta este pensamiento: ¡adiós!
Te cedo mi lugar
tú has de florecer, yo marchitarme.

En cada día, en cada año
con el pensamiento me demoro,
tratando de adivinar
la fecha de mi próximo fin.

¿Dónde el destino me enviará la muerte?
¿En la batalla, de viaje, sobre el mar?
¿O un valle cercano acogerá
mis frías cenizas?

Y aunque al cuerpo insensible igual le dé
en un sitio o en otro corromperse,
cerca de mi cara región
me gustaría dormir por siempre.

A la entrada de mi tumba
jugará la joven vida,
 y la naturaleza impasible
resplandecerá con su eterna belleza.

                                                         (1829)

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