POETAS 84. Tomas Tranströmer (o el funeral de la poesía)

                                            

Para ser piadoso con Tranströmer, nacido en Estocolmo en 1931, que se pone a escribir poesía desde muy joven mientras iba alternándola con su trabajo de psicólogo, y que desde 1990 sufre una hemiplejía con afasia que no parece afectarle  su expresividad poética -dicen-,  diré que no entiendo su poesía. He tratado de comerme mi animadversión repentina, he vuelto a leerlo con comprensivos ojos, y he tenido otra vez que ir a recoger mis ojos por el suelo, que es dónde voy a buscar el libro de Tranströner cada vez que lo cojo y se me cae de las manos.  Para mi este nobel suena a estafa. Estafa a la poesía. Si es así, es una pena, porque me parece que ya hacía quince años que un poeta no recibía el nobel. No obstante, dejo tres poemas del sueco como muestra, a mí esos poemas no me han llegado; de los demás poemas que no transcribo aquí, ni siquiera he notado su presencia, y los omito. Acaso otros lectores tengan otras opiniones y se emocionen con sus libros; yo tengo suficiente con el que he leído, una antología que abarca gran parte de su obra: se titula «Deshielo a mediodía», y ha sido traducida por Roberto Mascaró.

*****

POSTLUDIO

Me arrastro como un garfio sobre el fondo del mundo.
Se engancha todo lo que no necesito.
Cansada indignación, resignación ardiente.
Los verdugos traen piedras, Dios escribe en la arena.

Silenciosas estancias.
los muebles, listos para volar en el claro de luna.
Avanzo silencioso hacia mis adentros
a través de un bosque de vacías armaduras.

*****

EN LA EUROPA PROFUNDA

Yo, casco oscuro que flota  entre dos puertas de exclusas,
descanso en la cama del hotel, mientras alrededor despierta la ciudad.
La alarma silenciosa y la luz gris penetran
y me suben lentamente hasta el próximo nivel: la mañana.

Horizonte escuchado. Algo quieren decir los muertos.
Fuman, pero no comen. No respiran, pero les queda voz.
Voy a apurarme por las calles como uno de ellos.
La catedral ennegrecida, pesada como una luna, hace flujo y reflujo.

*****

CAE NIEVE

Los entierros llegan
más y más apretados
como los carteles de autopista
cuando nos acercamos a una ciudad.

Miles de personas miran
hacia el país de las sombras largas.

Un puente es construido
lentamente,
derecho hacia  el espacio.

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