Vuelve III

Vuelve III

Otoño.
¡Vuelve! Recuerdo desmayado.

¡Cómo el imperativo pierde
con el tiempo
toda su fuerza y se convierte
en el más débil de los ruegos!
¡Vuelve!
Grita el paseante para sí, y sabe
que de lo ardido sólo quedan cenizas.
Barro ácido entre los dientes.
Añoranzas de felicidad
que nunca fue completa,
sino temerosa de romperse
aunque se soñara eterna.

El viento arrastra las hojas
despacio, con un crujido leve.
Dicen: ¡Vuelve!
No es el deseo de otra presencia
sino del amor completo,
indudable, inmarchitable,
sin tacha, eterno,
Imposible.
Personificado.

¡Vuelve!
Grito silente,
como el rumor de la ceniza
que quema
en los labios,
en los dientes,
que se come.
Recuerdos de besos
que se archivan como un tesoro
y que hacen sonreír triste
a la memoria
cuando el grito se convierte en pasado.

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