Impresiones de verano (VII)

Antes de que se hagan del todo ‘intempestivos’, dejo por aquí una segunda serie de ‘haikus’, de los que tomé nota un día de vacaciones, cuando todavía era verano.

Regresan algunos de los temas anteriores, pero también se enfatizan otros: la quietud y la movilidad, la luz y la sombra, la noche como escenario, y en ella la vista atenta a los contrastes, pero también a la disolución de éstos y al predominio de otros sentidos.

Van dedicados a Pobrecito hablador, ya que sólo existen porque él pidió más haikus, y a Tupacalos, ya que sin él no habría bitácora, y por tanto nadie los habría pedido.

Desde la brevedad, en agradecimiento a ambos por regalarnos tantas palabras ;)

~·~·~·~

blanca, serena luz
desciende y se demora
sobre las ramas

~·~·~·~

Loading

2 respuestas a “ Impresiones de verano (VII) ”

  1. Pobrecito hablador dice:

    De momento mis comentarios los voy a dejar para posteriores haikus -que lo haré-, pero si quería comentar algo relacionado con lo dicho en la introducción, con lo relativo al regalo de palabras. Las palabras no pueden ser vanas. Serán siempre insuficientes, pero nunca vanas. En todo caso habría que decir: no hemos sido capaces de dotar de suficiente poder a las palabras. Y entonces tendríamos que reconocer nuestra impotencia, no la de las palabras. Las palabras tienen el poder que nosotros les transferimos. Y en nuestra mano y lengua está el poder magnetizarnos lo suficiente como para dotar a las palabras del poder que éstas merecen y que también merecen quienes las van a escuchar.

    Lo único vano son las palabras que no se usaron. Aunque algunos textos quedasen sin comentario, yo recuerdo todos los textos que se han publicado en esta bitácora y en otra paralela que nunca llegó a tener nombre. Lo que no puedo recordar fueron los textos que no se escribieron. Por más que lo intento, me siento vano en el intento de tener presente los textos que nunca se escribieron. Ni yo -en mi memoria- ni el mundo -en su seno- podrá contar ya con ellos. Cualquier texto escrito y transmitido se hace presente y cobra nuestra propia presencia. Hacerse presentes de otra manera en el mundo, ese es el poder de las palabras escritas -y también de las habladas. Al hacernos así presentes nuestra vida fulgura un poquito más. Pues al mismo tiempo que le hemos dotado de nuestro poder a las palabras, las palabras nos han transferido ese poder a nosotros. Y así nos hemos enriquecido doblemente.
    Digo todo esto porque muchas veces pienso en lo vanas que son las palabras. Pero me doy cuenta que les exijo algo que sólo debo exigírmelo a mí en otro plano. Me doy cuenta que sólo es vano el silencio que no logra comunicarse. Por eso yo también, aunque resulte onanista, agradezco todas las palabras con las que nos han regalado tupacalos y Nerea y Thel y sigo pensando en lo mismo, en que con el calor y la vida que desprenden todas esas palabras se logra poner cerco a esa inclinación termodinámica que tiene el mundo de volverse cada vez más ausente, más frío y más incomunicado. (espero que se haya entendido algo… y disculpas por la extensión) (y ya de paso, gracias a los audaces lectores que, sin atreverse a escribirnos, tienen la audacia mayor de leernos y la paciencia de seguir leyéndonos)

  2. Tupacalos dice:

    Desde la brevedad 5/7/5, que tantas veces me piden y no alcanzo, que mejor para comentar un Haiku que otro intento, aunque sea vano. Me faltan sílabas…

    No dona verbos
    egoísta escritor.
    Busca compañía.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *