POETAS 58. Antonio Machado III (Proverbios y cantares)
I
Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.
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X
La envidia de la virtud
hizo a Caín criminal.
!Gloria a Caín! Hoy el vicio
es lo que se envidia más.
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XIII
Es el mejor de los buenos
quien sabe que en esta vida
todo es cuestión de medida:
un poco más, algo menos…
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XXI
Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía…
Después soñé que soñaba.
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XXIII
No extrañéis, dulces amigos,
que esté mi frente arrugada:
yo vivo en paz con los hombres
y en guerra con mis entrañas.
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XXIV
De diez cabezas, nueve
embisten y una piensa.
Nunca extrañéis que un bruto
se descuerne luchando por la idea.
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XXVI
Poned sobre los campos
un carbonero, un sabio y un poeta.
Veréis cómo el poeta admira y calla,
el sabio mira y piensa…
Seguramente, el carbonero busca
las moras o las setas.
Llevadlos al teatro
y sólo el carbonero no bosteza.
Quien prefiere lo vivo a lo pintado
es el hombre que piensa, canta o sueña.
El carbonero tiene
llena de fantasías la cabeza.
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XXIX
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
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XXXIV
Yo amo a Jesús, que nos dijo:
Cielo y tierra pasarán.
Cuando cielo y tierra pasen
mi palabra quedará.
¿Cuál fue, Jesús, tu palabra?
¿Amor? ¿Perdón? ¿Caridad?
Todas tus palabras fueron
una palabra: Velad.
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XXXVI
Fe empirista. Ni somos ni seremos.
Todo nuestro vivir es emprestado.
Nada trajimos; nada llevaremos.
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XXXVII
¿Dices que nada se crea?
No te importe, con el barro
de la tierra, haz una copa
para que beba tu hermano.
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XXXVIII
¿Dices que nada se crea?
Alfarero, a tus cacharros.
Haz tu copa y no te importe
si no puedes hacer barro.
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XLI
Bueno es saber que los vasos
nos sirven para beber;
lo malo es que no sabemos
para qué sirve la sed.
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¿Dices que nada se pierde?
Si esta copa de cristal
se me rompe, nunca en ella
beberé, nunca jamás.
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XLIII
Dices que nada se pierde
y acaso dices verdad,
pero todo lo perdemos
y todos nos perderá.
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XLIV
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
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XLV
Morir… ¿Caer como gota
de mar en el mar inmenso?
¿O ser lo que nunca he sido:
uno, sin sombra y sin sueño,
un solitario que avanza
sin camino y sin espejo?
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L
-Nuestro español bosteza.
¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío?
Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?
-El vacío es más bien en la cabeza.
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LI
Luz del alma, luz divina,
faro, antorcha, estrella, sol…
Un hombre a tientas camina;
lleva a la espalda un farol.
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LIII
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
(Esta serie de proverbios y cantares pertenecen al libro «Campos de Castilla» (1907-1917)
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I
El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.
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II
Para dialogar,
preguntad primero;
después… escuchad.
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VI
Ese tu Narciso
ya no se ve en el espejo
porque es el espejo mismo.
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VIII
Hoy es siempre todavía.
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XII
¿Sabes, cuando el agua suena,
si es agua de cumbre o valle,
de plaza, jardín o huerta?
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XIII
Encuentro lo que no busco:
las hojas del toronjil
huelen a limón maduro.
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XV
Busca a tu complementario,
que marcha siempre contigo,
y suele ser tu contrario.
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XXIV
Despacito y buena letra:
el hacer las cosas bien
importa más que el hacerlas.
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XXIX
Despertad, cantores:
acaben los ecos,
empiecen las voces.
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XXXVI
No es el yo fundamental
eso que busca el poeta,
sino el tú esencial.
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XL
Los ojos por que suspiras,
sábelo bien,
los ojos en que te miras
son ojos porque te ven.
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XLII
Enseña el Cristo: a tu prójimo
amarás como a ti mismo,
más nunca olvides que es otro.
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XLIII
Dijo otra verdad:
busca el tú que nunca es tuyo
ni puede serlo jamás.
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XLIV
No desdeñéis la palabra;
el mundo es ruidoso y mudo,
poetas, sólo Dios habla.
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XLVI
Se miente más de la cuenta
por falta de fantasía:
también la verdad se inventa.
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LIII
Tras el vivir y el soñar,
está lo que más importa:
despertar.
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LXVI
Poned atención:
un corazón solitario
no es un corazón.
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LXVII
Abejas, cantores,
no a la miel, sino a las flores.
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LXVIII
Todo necio
confunde valor y precio.
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LXXXVI
¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela.
(Esta serie de Proverbios y Cantares pertenece al libro «Nuevas Canciones» (1917-1930)